¡Se busca un millonario! romance Capítulo 69

Actualidad…

POV: Ashley.

Mi teléfono suena otra vez. Por el tono de llamada, sé quién es. Por supuesto, lo ignoro por completo. Es la décima vez que William me llama en lo que va de tarde. Tal vez no sepa lo que sucede o sea lo suficientemente tonto para entender que no quiero hablar con él.

Acostada en la cama, doy media vuelta y me recuesto del otro lado. Con mis manos unidas debajo de mi mejilla, siento la humedad que corre por ellas. Sé que no debería llorar, pero no puedo evitarlo. Esos momentos, en los que creemos que por fin seremos felices, para luego darnos de bruces con un muro enorme, uno que lleva un cartel de neón color rojo, que dice “No es tu lugar”; así me siento. Desubicada. Sorbo por la nariz una vez el teléfono deja de sonar.

Cuatro días. Cuatro días le bastó para romperme el corazón. Yo confiaba en todas esas palabras que él me dio cuando recién comenzábamos a entender lo que sucedía entre nosotros. Los detalles hermosos que tuvo conmigo, no los materiales, sino la confianza que puso en mí y cómo me hizo sentir. Sus miradas profundas y abiertas a mostrar su alma. ¿Qué me estaba mostrando en realidad? ¿Un espejismo? ¿O era yo la que estaba viendo lo que no estaba ahí?

—Argg, William, ¿qué fue lo que hiciste? —reclamo, con un susurro bajo.

Por más que quiera definir lo que siento, no puedo hacerlo. Por un lado, quiero confiar en él y en todo eso que acabo de revivir en mis recuerdos; quiero pensar que no fue una mentira, porque, qué ganaría él con eso. Por otro, es complicado tener las pruebas en mis manos y no desconfiar. En las fotos hay varias escenas en las que ellos están juntos. O sea, que no pudo haber sido solo casualidad.

«Es tan difícil no pensar lo peor».

Tapo mi rostro con mis manos y resoplo. Toda esta desesperación podría acabarse si atiendo sus llamadas, lo sé, pero no quiero hacerlo. No me siento preparada para cualquiera que sea el escenario.

Toc, toc, toc.

Llaman a la puerta de mi habitación y yo intento secar mis lágrimas con rapidez. Respondo para que quien sea que quiera entrar, espere. Voy al baño para limpiar mi rostro y una vez lista, abro la puerta y me sorprende ver a Esme ahí, con expresión afligida.

—Ash, solo escúchame, ¿sí?, antes de que decidas juzgar a mi hermano —pide y yo frunzo el ceño.

Sé lo que ella pretende y se lo agradezco, intenta tranquilizarme para que no haga algo que pueda ser a la larga una equivocación, pero ahora mismo no quiero saber nada de nada. Tal vez mañana, me sienta con las energías renovadas.

—Esme…

—Por favor, Ash —ruega y une sus manos como si rezara—. Yo solo quiero que, antes de sacar conclusiones, sepas qué sucedió entre ellos.

—Y eso, ¿por qué debería saberlo?

—Porque mi hermano, Ash, te lo aseguro, jamás tendría nada con esa mujer —asegura, un brillo colérico en sus ojos se muestra.

Me quedo pensativa y confieso, que la curiosidad me gana. Muerdo mi labio inferior mientras considero lo que debo hacer, pero solo me basta un vistazo a la mirada de cachorrillo apaleado de Esme, para tomar la decisión.

—Ok, entra —respondo y abro la puerta del todo para que pase.

Ella sonríe agradecida y al entrar, me da un fuerte abrazo.

—Eres mi amiga, Ash, no me gusta verte sufrir. Por eso, más que por defender a mi hermano, quiero que entiendas todo.

—Gracias, pero me cuesta creer eso —replico con una sonrisa.

Esme suelta una carcajada y se adentra en la habitación. Lo mira todo antes de girarse otra vez y responderme, con una mueca de resignación.

—Yo amo a mi hermano. Will es lo mejor que tengo en la vida, Ash. —Se queda mirando un punto fijo por un segundo de más y luego recupera su sonrisa—. Pero, no importa que así sea, si tengo que halar sus orejas, lo hago. Si él se equivoca, seré la primera en hacerlo entrar en razón y reclamarle.

—Entiendo —manifiesto con una sonrisa sincera—, pero Esme, él sí me mintió. Lo sé.

—La verdad, amiga, es que no puedo saber los motivos por los que estaba en ese lugar, eso debe explicarlo él cuando regrese; pero yo, sin preguntar siquiera, sé que él no esperaba encontrarse con…esa, ahí.

La mueca de desagrado que hace Esme me provoca una carcajada. Es inevitable, cuando parece una niña que no le gusta nada la comida.

—¿Tan desagradable es? —pregunto.

—No imaginas cuánto, Ash —responde al instante y va directo a sentarse sobre mi cama. La sigo y me siento a su lado—. No entiendo cómo alguna vez mi hermano pudo fijarse en esa arpía.

—El amor puede hacer muchas cosas —intervengo y mis palabras arden en mi garganta.

—Sí, lo sé, pero ella nunca fue sincera con él, le ocultó su verdadera naturaleza y Will se dejó engañar —explica y yo dejo que ella suelte todo. La expresión triste que muestra, me dice que sufrió con eso—. William siempre fue perfecto. En todo. Tenía bien definidas sus metas y cómo quería ganarse la vida. Sus ambiciones no eran un secreto para nadie, porque desde que comenzó la carrera de administración, despuntó. Tampoco fue una sorpresa, que lograra conseguir lo que hoy tiene. Pero no es solo eso; mi hermano es un caballero. Su forma de ser, tan sencillo y humilde, lo llevan a mantener siempre sus educados principios. No te digo que sea santo, porque como a todos los hombres, le gusta disfrutar y divertirse; pero él, es fiel, es amoroso y es sincero.

Concuerdo con ella, porque si algo me llamó siempre la atención de él, es el aura de pureza que siempre lo rodea. Por eso es tan difícil tomar partido de una posición en este problema.

—Vivianne supo ver lo que todas. Will está bueno, aunque sea su hermana puedo verlo. —Suelta una risita y yo la sigo—. Así que ella, en un principio, solo quería llevarse al más sexy de todos. Siempre pensé que ella era una aprovechada, pero no tenía pruebas de eso. Actuaba toda enamorada y fingía ser la mujer perfecta para él. Tanto así, que logró engañar también a mi madre.

Hace una pausa y yo no puedo evitar hacerle una pregunta.

—¿Alguna vez le dijiste lo que pensabas?

—No, no quería que Will se viera obligado a elegir entre nosotras dos. Mi hermano lo es todo para mí y me hubiera odiado a mí misma si echaba a perder nuestra conexión por alguien que sabía, no valía la pena —respondo, con dolor evidente.

—Es entendible, pero debe haber sido difícil aguantarse.

—Así mismo, pero fue peor cuando Will comenzó a despuntar. Ella siempre se mantuvo cerca, sabía que su éxito era inminente, por lo que lo hizo prometer que volvería por ella.

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