POV: Ashley.
Ya es un nuevo día y yo, aunque todavía estoy enojada, me siento un poco más tranquila después de hablar con Esme. Ayer, William siguió insistiendo; por horas, mi teléfono no dejó de sonar. Sin embargo, sobre las diez de la noche, dejó de llamar. Ahora sucede que, no sé si fue que se cansó o que me está dando tiempo para relajarme. Espero de verdad que sea la última opción, porque sería bastante decepcionante de ser la primera.
A pesar de lo mal que salí ayer de la oficina, decido ir a trabajar. Mis responsabilidades siguen siendo las mismas y por un inconveniente con mi jefe/novio
ersona que odio más por ahora, no debo incumplir con ellas. No estoy segura si William regrese hoy o en los días próximos, pero eso no va a definir mis días. Si viene, bien; si no, también.
Me visto como toda una ejecutiva. Me tomo el tiempo de maquillarme y arreglarme el cabello, como me han enseñado mis amigas; me pongo, además, uno de mis nuevos conjuntos de lencería.
«Que no se diga que son solo para William».
Me miro al espejo antes de salir y me gusta lo que veo. Mi conjunto de falda y chaqueta color grafito, hacen contraste con mis labios rojos; zapatos altos y un bolso a juego. Busco unas gafas de sol y salgo de la habitación. Al bajar las escaleras, veo a mi madre preparando el desayuno. Se sorprende al verme, pero sus ojos brillan y en sus labios se dibuja una sonrisa.
—Buenos días, mi niña.
—Buenos días, mami. —Llego a su lado y le doy un beso en la mejilla.
—¿Vas a trabajar? —pregunta, con un atisbo de sonrisa.
—Pues sí, es mi trabajo y debo cumplir.
—Claro que sí, estoy de acuerdo con que lo hagas. Lo que sea que haya pasado entre William y tú, debe pasar a segundo plano. Cuando regrese, ya podrán ponerse al día.
—Quisiera saber cuándo será eso —murmuro, frustrada.
—¿Siguió insistiendo?
—Desde anoche, no ha llamado más. —Me entristece pensar en eso.
—Ya debe saber que algo sucede.
—Pues debería haberlo sabido desde el principio, que decidió mentirme —espeto, molesta.
—Dale una oportunidad de explicarse. No seas tan dura.
—Mamá, yo…
Mi madre suspira, toma mis manos entre las suyas y me mira con ternura.
—Tú no eres como yo, Ashley. No le aguantas a nadie ni lo mínimo que yo soporté con tu padre; pero puedo asegurarte que William no es así. Eso se le nota.
—Mamá, sabes que odio las mentiras. —Bajo la cabeza, porque me hace daño pensar en eso.
—Lo sé, pero piensa antes de tomar una decisión. Escúchalo. Castígalo, si es lo que quieres. Pero no te obligues a dejarlo todo, porque tienes miedo de confiar. Aprende, mi vida, aprende a perdonar.
—No voy a terminar con él, todo es tan… nuevo, que siento todavía debemos aprender mucho de nosotros mismos. Pero no puedo decir, que no me siento decepcionada. Es mi forma de ser y sé, que me costará dejarlo todo atrás. Necesito una buena explicación.
—Él te la dará, Ashley. De eso estoy segura.
—Hablaste con Esme, ¿verdad? —Entrecierro los ojos y sonrío.
—Sí, esa muchacha es muy dulce. Y tiene razón.
—¿En qué?
—En que ustedes hacen una bonita pareja. Y que merecen vivir el amor que se tienen.
Yo sonrío sin poder evitarlo.
—Yo lo quiero, mamá, demasiado…
—Y por eso te duele tanto, hija —completa por mí.
Asiento y nos quedamos en silencio unos segundos. Intento pensar lo menos posible en la situación de estos últimos días, me enfoco en lo hermoso de nuestro viaje a Italia. En todo lo que sentí caminando por Roma, tomados de la mano. En sus palabras llenas de amor y devoción. En nuestra primera vez. Mis ojos se aguan ante tantos recuerdos que llegan a mi mente.
—Desayuna, hija. ¿Ricardo viene por ti? —Cambia de tema mi madre. Yo sacudo la cabeza para despejarme y niego.
Llevo casi tres horas organizando la agenda de William. Entre llamadas para concertar con clientes, revisión de los informes dados por los gerentes de cada área y pasar al sistema las estadísticas de la última semana, necesito un buen café para levantar ánimos. Mientras revisaba todo lo que me habían dejado sobre la mesa, me encontré otra vez con el dichoso sobre enviado por la revista. Lo guardé en una gaveta y traté de olvidarme de eso; pero ya no tengo nada que hacer y la curiosidad me mata. Tomo el sobre otra vez en mis manos y suspiro, antes de abrirlo.
Las fotos hacen que mi pecho duela otra vez; no disminuye la sensación, ni el hecho de que Esme me haya aclarado algunas cosas. Aunque, sí debo aceptar que me siento un poco más preparada para lo que debo ver y de lo que ayer, solo obtuve un vistazo.
Las reviso una por una. Necesito asegurarme de que fue una casualidad, quiero confiar, quiero creer. Pero las imágenes no son de un solo lugar. En un club, ellos bien pegados y recostados a una barra, la tal Vivianne en un pasillo y frente a la puerta de lo que parece ser un apartamento y luego, William vestido con solo un short hablando con ella. En la escena del club, no se ve bien porque todo está oscuro, pero por la expresión de él, está sorprendido y un poco disgustado. Sin embargo, en la del pasillo, su rostro muestra varios colores, desde negro y morado hasta algunos amarillentos.
«William estuvo en una pelea». Llego a esa conclusión, luego de ver varias imágenes después donde se ve mejor.
Las demás fotos muestran lo que parece ser un restaurante elegante. En una de ellas, aunque no es el enfoque principal, puedo ver un hombre que se parece mucho a los gemelos O' Sullivan. Frunzo el ceño, por las dudas que me surgen; pero luego lo confirmo en otra foto, donde se ven todos juntos sentados en una mesa, incluyendo a Vivianne.
«Ahora sí me perdí».
Decido dejar de lado todo esto que me está volviendo loca y guardo todo en el sobre. Mientras lo hago, me encuentro con una nota que no había visto. Es de la redactora de la revista.
William, esta información no es de nuestros reporteros. Me llegó así mismo, el paquete dirigido a mí. Por lo que pude ver, creo que tu respuesta será un rotundo no. De todas maneras, te envío todo el material. Decide tú.
Por lo poco que entiendo, alguien se encargó de sacar esto a la luz. Y ahora, pensando en todo lo que me dijo Esme, no dudo de que haya sido la misma tipa esa para llamar la atención otra vez. De hecho, las fotos son demasiado específicas, como su hubieran estado esperando el momento exacto y la posición más comprometedora, para tomarles foto. Respiro un poco más tranquila, porque se desvanecen todas las dudas que tenía con este tema.
«Aunque aún no puedo olvidar que él me mintió».
—Ashley.
Jadeo. Al escuchar su voz, siento mis piernas ceder; si no estuviera sentada, me hubiera caído de la impresión.
Porque William está de vuelta. Lo siento en mi piel y en la tensión que se respira ahora en el ambiente.
Y cuando levanto la vista, la mirada desgarrada que me dirige, duele.
Duele mucho.
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