¡Se busca un millonario! romance Capítulo 76

POV: William.

Cuando Ashley toma mi mano, dispuesta a irse conmigo, mi corazón salta acelerado. Una sonrisa inevitable se forma en mis labios, la que ella devuelve, con timidez.

—Igual no te he perdonado —dice, dejando clara su posición. Yo asiento con expresión solemne y la ayudo a bajar de la encimera donde la había sentado.

—Lo sé, amor. Solo quiero que estemos a solas y recuperemos un poco de tiempo perdido.

—Vale, solo por eso te acompaño —responde y veo en su expresión que está aguantando la risa.

—Claro, solo por eso —le sigo la corriente y finjo que estoy bien con eso.

Caminamos tomados de la mano y, cuando estamos por salir de la habitación, Ashley se voltea para mirar la máquina de café.

—¿El café? —pregunta, divertida.

Yo sonrío y pongo mi mano en su espalda baja para guiarla, mientras seguimos nuestro camino.

—Ahora pasaremos por algún lugar y tomaremos un mejor café.

—¿Dices que no te gusta el café que yo hago? —murmura ofendida y con una expresión indignada. Yo suelto una carcajada.

—Para nada, jamás diría eso —digo, intentando ponerme serio.

En realidad, pienso en las veces que ella preparaba el café en la cafetería de Adelfa. Era mi favorito siempre.

Y creo que ya tengo una idea de a donde podemos ir. Estoy seguro que ella amará la idea. O la sorpresa, lo que será aún mejor.

Salimos al pasillo y Ashley va hasta su escritorio para recoger sus cosas. Me señala todo el trabajo que tengo atrasado y le hago un gesto para que esté tranquila, mañana me pondré al día con todo. En lo que ella organiza su mesa para dejarlo todo recogido, yo me acerco a la oficina de Margot.

—Hola, Will —saluda con alegría mi anterior asistente y ahora, Gerente de Logística—. Te vi hace un rato, pero no quise interrumpirte.

—Hola, Margot —devuelvo el saludo con una sonrisa—. Sí, mi prioridad hace un rato era resarcir mi error.

—Ella es una buena chica, Will, no lo eches a perder —dice, con tono amenazante y yo me sorprendo.

—¿Ya le tomaste cariño? Que rápido me cambiaste —la molesto, aunque me alegra mucho que tenga tan buena opinión de la mujer que quiero.

—Ella se deja querer, pero no te preocupes, que tú seguirás siendo mi niño lindo —asegura y me guiña un ojo.

Yo suelto una carcajada y niego con la cabeza.

Le pregunto sobre los informes que le había pedido y me comenta sobre sus investigaciones de mercado en todas las variantes. Todo muy por arriba, porque no pretendo demorarme y ya mañana tengo pensado amanecer en la oficina y ponerme al día con todo. Me despido de Margot y salgo de su oficina, buscando a Ashley. La veo sentada en un sofá grande de cuero que hay en el recibidor del piso. Tan hermosa, vistiendo su conjunto de ejecutiva y con su cabello rubio recogido en una coleta alta. Sus delicados pies calzan unos altos tacones que lucen sus espectaculares piernas. Tan elegante. Y tan mía.

—¿Nos vamos? —pregunto, cuando llego a su lado.

Ella asiente y se levanta; se pone a mi lado y espera a que sea yo quien tome su mano para ir hasta el ascensor. Internamente, quiero sonreír, por ese hecho. Disfruto llevándola de la mano y que ella cuente con eso, aun estando molesta conmigo, me sube los ánimos.

—Vamos. —Sonríe, cuando pongo mi mano en mi lugar favorito, su espalda baja.

Caminamos juntos y entramos en el ascensor. Una vez solos en el espacio reducido, la estática se puede sentir entre nosotros. Una tensión impresionante que es prueba irrefutable de la atracción que sentimos y no podemos negar. Sin embargo, aunque me maten las ganas de besarla otra vez y hacerla mía sin cansancio, debo respetar su espacio y no presionarla. Tengo claro que puedo acercarme, que puedo tocar sus puntos sensibles y la tendré dispuesta en segundos, pero quiero hacer las cosas bien; me equivoqué y merezco el castigo que ella me está dando.

—Will —dice, cuando el ascensor comienza a bajar. Giro mi cabeza para verla a los ojos y lo que veo, me enamora aún más—. ¿Me abrazas?

No lo pienso más y la envuelvo entre mis brazos. Ashley se aferra a mí con fuerza. Su menudo cuerpo lo rodeo lo más que puedo e imprimo en mi abrazo todo lo que soy y lo que tengo para ofrecerle. Disfruto de su calor y de su cercanía, de ella en todo su esplendor.

—Ya estoy aquí, preciosa —susurro, contra su oreja—. Ya estoy aquí.

—Solo…no lo hagas más, por favor. —Su voz es un ruego que me agrieta el corazón.

—Shh…preciosa. No lo haré, te lo prometo.

Nos quedamos abrazados todo el viaje hasta el primer piso, solo unos pocos segundos, pero que logran significar mucho más. Más que horas haciendo el amor. Más que horas aprendiendo el uno del otro. Porque ahora, en este corto pedazo de tiempo, supimos demostrar cuánto nos necesitamos.

El ascensor se detiene en el primer piso y es cuando nos separamos. Tomados de la mano atravesamos la recepción del edificio y nos dirigimos a mi auto, que ya nos espera. Sin embargo, cuando vamos saliendo, escucho la voz chillona de mi hermana, que nos llama. Nos giramos los dos, a tiempo de ver a Esme corriendo hacia nosotros. Una sonrisa se forma en mis labios al ver a mi hermanita. Y supongo que, para ella, es la misma felicidad, porque se tira a mis brazos y tengo que sostenerla fuerte para no perder el equilibrio y caernos al piso.

—Will…te extrañé muchísimo —susurra en mi oreja. Por su tono de voz, entrecortado, puedo saber que está emocionada.

—Y yo, enana. Te extrañé mucho también.

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