POV: Ashley.
Escuchar a mi hermano decir esas palabras tan fuertes, me hace sentir demasiadas cosas y ninguna me reconforta, la verdad. A pesar de que nuestro padre se haya ganado a pulso esa clasificación que ahora tiene, no es mi deseo que esa sea la posición de Chris. No por mi padre, que no merece ni un tanto de compasión, sino por él mismo. El sufrimiento, el odio y la decepción que ambos sentimos con el poco mentado Samuel Moon, no es motivo de discusiones en esta pequeña familia, pero al parecer, es una espina clavada en todos nosotros.
—Chris, no hables así —pido, porque también conozco las reacciones de mi madre con esta postura.
Culpa. Mi madre siente culpa de absolutamente todo lo que tiene que ver con su ex marido, cuando debería ser a él a quien le pesen sus acciones sobre la espalda.
—No, Ash. Por años, Samuel Moon ha sido el innombrable —replica y en su cuerpo se nota la tensión de lo que está sintiendo y cuánto le afecta—, y eso debe acabar. Ni él se merece este respeto silencioso, ni nosotros merecemos continuar con esta desazón las pocas veces que se toca el tema. Para mí, él murió en el mismo instante que salimos de la finca y nunca jamás se preocupó de nada.
Veo de reojo como mi madre solloza, alterada con lo que está sucediendo; observo a Ricardo tomar su mano en señal de apoyo. Quiero sonreír por eso, pero no es el momento. Por primera vez, también, mi hermano asume su postura del hombre de la casa.
—No puedo permitir que este fantasma que nos persigue desde hace años nos siga afectando de esta forma —declara y cuadra sus hombros, dispuesto a hacer valer su afirmación—. A partir de ahora, el tema Samuel Moon, no será más un tabú que debemos evitar. Su participación en la entrega de genes es imposible de quitar, pero sí podemos decidir lo que haremos con nuestras vidas y, definitivamente, no es recordarlo eternamente.
—Chris —susurro, emocionada con su actitud.
Unas lágrimas de orgullo se forman en mis ojos y tengo que pestañear varias veces para aliviar las ganas de llorar. Siento la mano de William rozar la mía en señal de apoyo y comprensión ante lo que está pasando. Miro a Chris y a la vez siento la mirada de mi madre, a la espera de lo que yo decida. Por más que yo me niegue e intente mantener la idea de que las decisiones se toman en conjunto, ellos siempre se inclinan a mi posición; y puede que se sientan en la necesidad de hacer eso, pero yo no estoy de acuerdo. Por ser la que lleva la responsabilidad de todos, no significa que mis palabras sean ley. Precisamente por esto, es que me emociona que mi hermano pequeño se crezca tanto.
—Serán felices —susurra en mi oreja Will, luego de acercarse con sigilo, refiriéndose a mi madre y a Ricardo. Aunque sus palabras nada que ver con algo entre nosotros, no puedo evitar que mi cuerpo reaccione a su cercanía. Lo miro a los ojos y el azul cobalto brilla con seguridad, antes de sonreír y asegurar—: Por mucho tiempo.
Su declaración me contenta y me hace pensar en las posibilidades; me hace pensar en las esperanzas. Cada pronóstico es un mundo de contradicciones y nadie asegura que se cumplan las que más deseamos. El hecho de que mi madre esté enferma y que tenga un límite de tiempo para continuar en este mundo, siempre me ha dado las fuerzas para hacer y obtener lo mejor de cada cosa. Ha sido mi punto de apoyo, por más extraño que eso parezca. Cada vez que pensé que estaba perdiendo el norte, supe encontrar en su condición, las razones para ponerle mucho más empeño. Por un solo motivo: disfrutar de mi madre muchos años más. Así que ahora, la seguridad en las palabras de William, reafirman eso que siempre he llevado como mantra. La esperanza es lo último que se pierde; y en el momento en punto de pensar en un mañana, estamos demostrando con cuánta esperanza nos acostumbramos a vivir.
Le devuelvo su sonrisa, esa que alegra mis días y que desordena mis hormonas; para demostrarle una vez más cuánto confío en lo nuestro.
—Nosotros también.
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