¡Se busca un millonario! romance Capítulo 82

POV: William.

Regreso a mi apartamento a regañadientes. Después de todo lo sucedido estos últimos días, hubiera querido quedarme más tiempo con Ashley, pero no puedo forzar algunas cosas.

Por mi mente, cuando entro a mi solitaria casa, pasan mil imágenes de lo que sería tenerla a mi lado siempre. Amanecer juntos cada día, tomar el desayuno e ir al trabajo sin necesidad de separarnos; luego, después de toda una jornada laboral, regresar a nuestro hogar y convivir como una pareja feliz, haciendo el amor y riendo por cada rincón disponible.

«Hacer el amor más que reír», pienso divertido.

—Aunque me gusta verla sonreír —murmuro, replicando mis propios pensamientos.

Lanzo mi portafolios sobre el sofá y me tiro sobre este, hasta quedar acostado. Todo despatarrado sobre el fino y elegante material de cuero, resoplo una y otra vez por tener que aguantar este tiempo de soledad, sin poder hacer nada más. Tapo mis ojos con mi brazo y solo pienso en Ashley.

«Estoy obsesionado».

Es lo que más me repito, porque es obvio y no tengo intenciones de negarlo. Mis días comienzan y terminan con ella, con su hermosa presencia, tanto en mi rutina diaria como en mis pensamientos. Ella es lo que he deseado toda mi vida y cuando la vi por primera vez, no tuve dudas de que se convertiría en alguien demasiado importante. Por ella doy todo, sin poner un “pero”.

—Que cursi andas, O' Sullivan —digo en voz baja y niego con la cabeza, todavía con una sonrisa radiante, de esas que estiran toda la piel alrededor de la boca.

En medio de mi necesidad de ella, de mi ansiedad por tener que esperar a mañana, no puedo definir cómo me siento. Entre la felicidad por recuperarla, luego de unos días horribles y el miedo angustioso a perder su confianza, más las ganas de traerla conmigo; soy una maldita bomba a punto de explotar.

—¿Qué hago? —me pregunto, con un susurro—. Debí pedirle que viniera conmigo.

Escuchar mi voz otra vez, me hace ser consciente de que parezco loco hablando solo; pero todo este desorden es lo que ella me provoca. Destapo mis ojos y miro el techo. No sé ni lo que estoy viendo, porque solo soy una cosa…un hombre enamorado hasta los huesos. Es inevitable llegar a esa conclusión; solo la veo a ella, como un reflejo insistente de su cabello rubio y sus ojos marrones, de la dulzura que expulsa su cuerpo y se combina con su ardiente fogosidad. Imágenes de nuestro viaje a Italia y de mi petición para ser novios; aunque debo confesar que vuelvo una y otra vez al punto más importante de nuestro viaje.

—Que bien, ahora estoy excitado —resoplo.

Ruedo los ojos, molesto conmigo mismo, porque de solo recordarla debajo de mí, regreso a esa azotea del hotel extranjero, con el cielo de Roma como testigo de nuestra unión en cuerpo y alma. De la ternura y la calidez de su entrega y de mi eterno tormento, después de ese día.

—Necesito un baño —concluyo, luego de recordar el sabor del champán y la acidez de las fresas.

Me levanto de un salto y subo a mi habitación. Por un momento pienso en mi ama de llaves, al dejar el portafolios donde mismo; pero supongo que, de no estar, al bajar otra vez me tocará a mí llevarlo al despacho. Voy directo al baño y una ducha de agua fría, es lo que me espera en cuanto me desnudo. No pienso en ningún momento si el frío estremecerá mi cuerpo, solo llevo un objetivo en mente y es aliviar mis ansias. No puedo permitirme, o más bien, acostumbrarme, a calmar mis necesidades desesperadas por mí mismo. Tengo que convertirme en un hombre y aguantar, a la espera de volver a sentir la suave y maravillosa sensación de estar dentro de ella.

Apoyo mis manos en la pared azulejada y dejo que el agua corra por mi espalda y sobre mi cabeza. En ocasiones me sacude un temblor, pero la mayoría del tiempo, siento que el agua fría impacta contra mi piel caliente, demasiado caliente, y nada hace. Mis manos tiemblan con la ansiosa necesidad de tocarme, desde que me alejé un paso de Ashley no he podido concentrarme en nada más que no sea esto.

—Maldito enfermo —murmuro por lo bajo y tengo que reír por lo tonto de la situación.

Parezco adolescente salido y desbocado, pero ya me convencí que al menos hoy, no puedo parar. Mi último pensamiento, antes de cubrir mi pene con mi mano y respirar entre dientes ante la expectativa de lo que haré, es que aprenderé a acostumbrarme a partir de mañana.

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POV: Ashley.

—¿Por qué no te fuiste con Will? —pregunta Steph, cuando todos estamos sentados en la sala de estar, disfrutando de un tiempo de calidad, juntos.

La miro y me quedo pensando una respuesta, algo que la convenza a ella y de paso, a mí. Muerdo el interior de mi mejilla y siento cómo pasan los segundos, pero no digo nada. La razón es simple, todavía no me queda claro que haya hecho lo correcto.

Resoplo y suspiro, luego siento la carcajada de todos a mi alrededor. Por supuesto, mi madre y mi hermano participan de la molesta pregunta de Steph y se unen a ella con la confusión.

—¿Tan obvio es? —pregunto, a poca voz.

La respuesta de todos, un gesto afirmativo con sus cabezas.

—Pareces un alma en pena desde que Will salió por esa puerta —responde mi madre, levantándose de su lugar y sentándose a mi lado.

—Mamá, solo somos novios, no es como que tenemos que estar juntos todo el rato —susurro, pero no estoy tan convencida de lo que estoy diciendo.

—Bah, tonterías…estás loca por ir detrás de él —interviene Steph, con un gesto despectivo con su mano y una expresión irritada. Ruedo los ojos, porque ella siempre me está molestando cuando se trata de este tema—. Si fuera yo, no lo dejaría solo ni un segundo. A la vista estaba que andaba ansioso recordando el regalo que les hice antes de que se fueran a Roma.

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