¡Se busca un millonario! romance Capítulo 86

POV: William.

Abro los ojos y la luz de la mañana entra por el amplio ventanal de vidrio. Sonrío feliz, al sentir entre mis brazos el cuerpo desnudo de Ashley. La observo dormir, su rostro relajado y su respiración tranquila; el suave ronroneo de sus suspiros y el cosquilleo de su cabello contra la piel de mi pecho.

Una alegría infinita explota en mi pecho y tengo que hacer malabares con mis ganas de besarla para dejarla dormir el tiempo que necesite. Tengo claro que anoche vivimos un excepcional maratón de sexo y que debe estar cansada, por el esfuerzo físico y por la hora en que nos decidimos por dormir; pero recordar cada segundo de lo que hicimos solo alimenta ese estado mañanero de mi parte más necesitada.

Por un segundo, cierro los ojos y regreso a esas increíbles sensaciones que sentí entre sus piernas y en cada maldita posición que experimentamos. Lo temerarios que fuimos, como dos irresponsables que no se cuidaron de un riesgo real y nos abandonamos al placer de sentirnos sin barrera alguna; esa locura que supuestamente debería preocuparme, pero de la que solo puedo sentir esperanzas.

«Qué loco, ¿no?», pienso divertido y una risita sale de mí, provocando que Ashley se remueva entre mis brazos.

Mil mariposas alzan el vuelo en mi estómago, ante la expectativa de verla despertar. Detallo cada mínimo movimiento que hace antes de abrir sus ojos y disfruto como todo un enamorado el momento en punto en que sus pestañas aletean y dejan entrever el marrón claro que se enfoca en los míos azules. Una sonrisa hermosa se dibuja en sus labios en cuanto me ve observarla y como una señorita avergonzada, esconde su cabeza en el hueco de mi cuello.

—Buenos días —murmura y puedo sentir en mi piel la vibración de su voz.

—Buenos días, preciosa, ¿por qué te escondes?

Ella niega con la cabeza e intenta ocultarse mucho más, lo que es obvio que ya no puede ir más lejos. Me río de su actitud y la presiono contra mí, apretándola con mis brazos; lo que provoca que ella ría también y me pida la deje salir. El contoneo de sus muslos contra mi parte baja, acentúa esa erección mañanera que sea por los motivos que sean, sigue intacta. No me pondré a pensar si ya es la costumbre de la rutina diaria o es que mi cuerpo reacciona sin límites a su cercanía.

«Mejor pensar que es atracción sin límites», concluyo, como una broma interna.

—¿De qué te ríes? —pregunta de pronto Ash y yo caigo en la cuenta que me metí muy dentro en mis pensamientos.

—Nada, preciosa, cosas mías —digo sonriente, tratando de evitar el tema donde explico el motivo de mi erección.

Sin embargo, un puchero adorable frunce sus labios y me provoca tanto que termino pegando mi miembro erecto en uno de sus muslos. Ashley jadea y da un pequeño brinco, pero yo sonrío descarado y atrevido.

—Eso es de lo que me río —susurro y le guiño un ojo. Ella se pone colorada y baja la mirada—. Tú querías, yo vivo por complacerte.

Suelto la carcajada cuando sus mejillas se encienden aún más y ella golpea mi pecho con su puño cerrado, aunque ni siquiera me duele un poco, mortificada. Presiono mi miembro un poco más y llevo mi boca a su cuello, mordiendo con suavidad su piel. El gemido ronco que sale de su garganta me excita y no pierdo tiempo, antes de ponerla sobre uno de sus lados y abrazarme a ella como cucharita. Mi pene se mueve contra su trasero y llevo mis manos a sus pechos descubiertos, acariciando con mimo sus pezones ahora erectos.

—Solo pensaba, que esta imponente erección que estás sintiendo, no es solo por la costumbre de cada mañana —explico, mientras mi otra mano baja a su intimidad y la abro con cuidado para mí—. Inclínate un poco.

Mi imperiosa petición la hace reaccionar al instante, su trasero queda completamente expuesto para mí y con lentitud acomodo mi miembro en su entrada. Respiro entre dientes al sentir lo preparada que ya está y no dudo para penetrarla de forma deliciosa. Un gruñido sale de mi interior en cuanto sus paredes me absorben y se expanden para mí. Me muevo lento, pero conciso. No dejo de tocar sus pezones y su clítoris, para llevarla aún más lejos de lo que ya va por sí sola. Sus gemidos bajos me encienden y no puedo evitar cerrar mis ojos para imaginar que puedo aguantar un poco más y no correrme tan rápido. Aunque después de tan movida noche, debe ser muy poco lo que quede por salir.

Le hago el amor. Esta vez sin prisas y con sutileza. Y verla abrir su boca en una perfecta “O” cuando por fin se corre, me hace gritar con posesión y dejarme llevar sin pensar en nada más.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Se busca un millonario!