¡Se busca un millonario! romance Capítulo 87

POV: Ashley.

Tomados de la mano, salimos de la habitación de William con la intención de ir a desayunar. Las cosquillas que siento en este momento rivalizan con absolutamente todos los momentos que he vivido junto a él. A estas alturas no tengo dudas que cada nuevo segundo a su lado, será una experiencia incomparable; como una recopilación de momentos perfectos que crece con cada interacción.

«Es tonto, lo sé», pienso divertida. Sin embargo, considero que es algo de lo que debo enorgullecerme, sentir tanto y, además, recibir mucho más por parte de la persona que amo.

—Hoy quiero adelantar los pendientes en la oficina, llevo muchos días desvinculado de todo —murmura Will, mientras bajamos las escaleras.

—Yo te organicé todo ayer, a partir de mañana empiezas a recuperar las citas pendientes. Te dejé el día de hoy para que volvieras a organizarte.

Will baja el último escalón y me impide seguir bajando, poniéndose de frente a mí. Con una sonrisa radiante me observa y el brillo en su mirada me hace sonreír también.

—Eres la mejor —asegura y me guiña un ojo, justo antes de acercar sus labios a los míos y unirlos en un beso suave.

Rodeo su cuello con mis brazos y nos quedamos así, junticos, por unos largos segundos. Hasta que un ajetreo y un llamado femenino, nos hace separarnos. Frunzo el ceño ante la voz de mujer que proviene del salón y veo que Will rueda sus ojos y suspira, resignado.

Nos separamos y yo bajo, con la ayuda de Will, el último escalón.

—Le dije a mi madre que no hiciera más eso —murmura, con un tono entre serio y divertido, toda una contradicción.

Se pellizca el puente de la nariz y yo no sé qué esperar ante su actitud. No llega a ser entusiasta del todo, pero tampoco molesta; entonces, no tengo idea cómo debo actuar o lo que siquiera debo pensar.

A medida que se escuchan los pasos dados por unos tacones, me pongo nerviosa. De la familia de Will, solo conozco a su hermana y, a los gemelos, solo los he visto una vez, aquella noche que no quiero recordar; los demás, no tengo idea cómo sean. Y aunque la forma de ser de Will y Esme, pueda ser un evaluador bastante efectivo, nada garantiza que sus padres sean iguales que ellos.

Aprieto la mano de Will cuando una mujer atraviesa las puertas que separan ambos salones, seguida de un hombre muy parecido a mi novio.

«Sus padres», concluyo, viendo como ambos se quedan pasmados al verme de la mano con William.

En el ambiente se siente una tensión repentina en lo que nos miramos de arriba a abajo, evaluándonos. Yo en realidad no pienso nada, solo siento mi corazón latir muy rápido por la expectativa de la primera impresión de la madre de Will al verme.

—Buenos días, hijo, no sabíamos que estabas acompañado —interviene el padre de Will, rompiendo el silencio.

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