POV: William.
Luego de pasar por el apartamento de Ashley para que se cambiara de ropa, volvemos a movernos entre el tráfico de la ciudad. El trayecto hasta la oficina no es largo, por lo que no demora mucho. Sin embargo, al incorporarnos a la avenida principal donde reside O' Sullivan Enterprises, Ricardo detiene su avance bruscamente y pega el auto a la acera.
—Señor, tenemos un problema.
La urgencia en su voz me pone alerta y al instante, me pongo en tensión. Lo miro por el espejo retrovisor y él señala hacia una multitud que se observa a unos metros por delante de nosotros. Siento la mano de Ashley rodear la mía cuando me doy cuenta que son reporteros congregados frente a mi edificio. Ella me aprieta con fuerza y siento sus nervios a la par que los míos.
—Es por ti, ¿verdad? —pregunta, con voz temblorosa.
Yo cierro los ojos y suspiro, porque de verdad quisiera negarlo todo y tranquilizarla en este momento tenso; pero no puedo, está claro que el objetivo de todos esos tiburones, es encontrar y seguir el hilo de un chisme jugoso.
—Por nosotros —declaro, pellizcando el puente de mi nariz y tratando de normalizar mi respiración, que se aceleró con furia.
Escucho el jadeo preocupado de Ashley y volteo a verla. El terror en su mirada, que se observa en sus ojos marrones muy abiertos y en el blanco fantasmal de su rostro, me destruye por completo y me desespero, porque me inquieta demasiado su reacción. Tomo su rostro entre mis manos y me acerco; la miro a los ojos mientras intento calmar su ansiedad.
—Se habían demorado, amor, pero no pasa nada. Lo nuestro no es un secreto y no tenemos que escondernos de nadie para vivir nuestro amor —aseguro, con voz baja, pero segura—. Tú eres lo mejor que me ha sucedido en la vida y de verdad, estoy loco por mostrarle al mundo cuanto te amo.
Una sonrisa a boca cerrada se muestra en su expresión. Sus ojos brillosos me observan con atención y ruegan por mi presencia. Acaricio sus mejillas con la yema de mis dedos y seco dos pequeñas lágrimas que se escapan de sus ojos.
—Tengo miedo, Will —murmura, con una fragilidad que solo sentí el día que le sucedió todo a su madre.
—No, preciosa, no debes sentir miedo —declaro, besando el camino mojado que dejaron sus lágrimas—. Yo estoy para ti. Solo para ti. Soy tuyo. Nunca lo dudes.
—No…no es eso, cariño…
Niega con la cabeza al decir esas palabras y trata de encontrar las palabras para explicarme lo que siente; pero abre y cierra la boca, frustrada, cuando no sabe cómo hacerlo. No obstante, yo solo me concentro en su nueva forma de llamarme…cariño.
—Will, yo no dudo de ti —dice, cuando puede hilar las palabras—, no es eso lo que me quita el sueño. Sin embargo, hay algo que siempre me ha hecho dudar desde el inicio y es mi participación en todo este mundo.
—No entiendo a qué te refieres —confieso, de verdad perdido en su sentir.
Ashley baja su mirada y suspira, toma fuerzas para lo que sea que tiene que decir y comienza a hablar.
—Yo no siento que alguna vez sea capaz de lidiar con todo eso, Will. Las cámaras, los constante chismes, la vida personal que ya no lo sería tanto…todo lo que viene incluido en este paquete que significa tener dinero y ser famoso. O en mi caso, la pareja del famoso. —Su voz se rompe con cada nueva palabra dicha. Y mi corazón, lo hace con cada sonido que sale de sus labios—. Me aterra no poder con esa carga.
—Cuando así sea, sabes que yo estaré para darte toda la seguridad que necesites. Nunca lo dudes, Ashley. —Me separo un poco y vuelvo a conectar con su mirada color marrón—. Haré todo, absolutamente todo lo que esté en mi mano, para que estos momentos desagradables no toquen nuestra puerta.
—Lo sé —murmura y junta nuestros labios.
El corto beso me sabe a poco, pero no debemos demorar el momento de la verdad. Con un asentimiento le pido a Ricardo que continúe el trayecto hasta el edificio de mi compañía. Los pocos metros que nos separan de esa multitud hambrienta de noticias, los pasamos en silencio y compenetrados. Era de esperarse que, en cuanto notaran nuestra presencia, los flashes serían imposibles de parar. La aglomeración se forma alrededor de nuestro auto y la seguridad del edificio tiene que salir en nuestra ayuda, solicitados por Ricardo, que hace la función de mi jefe de seguridad, también.
Cuando Ricardo está a la espera de mi confirmación para abrir la puerta trasera, vuelvo a mirar a Ashley, para reafirmar la decisión. Ella asiente, con un movimiento de su cabeza y me sonríe.
—Estoy lista, amor. Por ti, vale la pena todo.
Una sonrisa sincera estira mis labios y sé que detrás de esas palabras hay algún significado, pero ya tendré tiempo de saberlo. Por el momento, nos toca enfrentar lo que viene.
—Pues, ¡vamos! —exclamo, a la vez que con mis nudillos golpeo el cristal de la ventanilla.
Un segundo después, Ricardo abre la puerta y comienza el espectáculo.
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