¡Se busca un millonario! romance Capítulo 89

POV: Ashley.

—Señor O' Sullivan, ¿su asistente es su nueva amante?

—Señor, ¿ahora acostumbra a tener relaciones con sus empleados?

—¿Pronto habrá boda, señor O' Sullivan?

Caminamos como podemos entre tantos reporteros, preguntas y flashes de cámaras. Will me arrastra bien pegada a él, la mano que apoya en mi cadera se siente tensa al presionar con demasiada fuerza; pero entiendo el motivo. Detrás de nosotros está Ricardo y, abriendo el paso, otros guardias del edificio que salieron en nuestra ayuda.

—¿Ya la relación es oficial?

—¿Será que el millonario más codiciado al fin fue cazado?

Escuchamos mil barbaridades y preguntas más que incómodas e indiscretas, pero no nos detenemos hasta atravesar la entrada del edificio; donde por fin sentimos un poco de paz al escuchar como las grandes puertas se cierran detrás de nosotros. Abrazada a Will, avanzo hasta el medio del salón y me siento en una de las cómodas butacas. Siento la tensión salir por oleadas del cuerpo de mi novio, pero no me suelta, preocupado por mí. Lo miro, para hacerle saber que estoy bien y que puede ocuparse de lo que sé viene ahora, toda una campaña para acomodar este desastre que se ha formado de la noche a la mañana.

—No, Ash, hasta que estés bien no me voy de tu lado —dice y su voz, aparentemente tranquila, me produce ternura. No quiere estresarme más de lo necesario y se aguanta las malas pulgas que debe estar sintiendo.

Su teléfono suena en su bolsillo cuando pretendo decirle que se calme, que yo estoy tranquila y puedo con esta situación, por más fastidiosa que sea. Will mira el celular y luego me mira a mí.

—Es de la revista, la reportera que me envía información.

Asiento y le hago un gesto para que responda. Él duda en un primer momento, pero escuchamos el grito de Esme al vernos y como viene a nuestro encuentro, lo que impulsa a Will a responder la llamada. Es lógico que no quiera dejarme sola, luego de todas las inseguridades que dejé salir en el auto, pero esto es algo de lo que debe ocuparse cuanto antes y dejarme en manos de Esme le da tranquilidad.

Escucho su saludo y un siguiente resoplido, justo antes de que mi cuñada se presente delante de mí, se agache a mi lado y me abrace con demasiada fuerza. Por un momento me olvido de William por el apretón que me da Esme y que me hace comprender y recordar varias cosas, una conversación que tuve con ella al principio de todo, aquel día que fuimos de compras; donde me dio a entender que teníamos más en común de lo que pensaba. Ahora siento esa copia de inseguridad salir de ella; lo que significa, así como para mí, estar en medio de todo esto.

—Dime que estás bien y que esto no afectará todo lo que tú y mi hermano han conseguido —susurra en mi oreja, todavía abrazada a mí.

—Estoy bien, Esme, de verdad —aseguro y mi voz suena amortiguada.

Esme levanta su cabeza y me mira a los ojos. Busca en mi expresión algo que le diga lo contrario o la seguridad de que no le estoy mintiendo.

—¿Segura? —insiste, con los ojos chinos y desconfiados; pero con una esperanza escondida detrás de su preocupación.

Asiento con una sonrisa. Pongo mis manos sobre sus hombros y la observo con toda la tranquilidad que puedo demostrar.

—Esme, te mentiría si te digo que estoy del todo bien, la horda de personas allá afuera queriendo una exclusiva, es bastante aterradora; pero no tengo intenciones de darles el gusto.

—Me alegra que así sea, Ash —murmura, con los ojos brillosos. Toma mis manos y las rodea con las suyas—. Eres muy importante para mí, porque gracias a ti, he podido ver a mi hermano feliz y realizado.

—Sí, amor —respondo, luego de rodear su rostro con mis manos y mirarlo a los ojos azules fijamente—. Estoy bien, te lo prometo.

Se estira un poco y une nuestros labios, en un beso corto, pero necesitado. En estos momentos quisiera estar en un lugar íntimo donde pudiéramos demostrarnos lo bien que estamos los dos a pesar de los inconvenientes; pero ni modo, todavía estamos en medio de este salón repleto de personas pendientes a cada movimiento nuestro.

—¿Subimos? —Asiento a su pregunta y nos levantamos a la vez.

Esme regresa con nosotros y al ver nuestras intenciones de subir a la oficina, dice que nos acompaña, que debe hablarnos de algo en privado. No le pongo mucho interés a lo que tiene que decir, pero en realidad, me obligo a no pensar en ello; estoy segura que algo tiene que ver con los chismes recién sacados del horno y que deben estar circulando ya en todas las redes.

«Ya me imagino los titulares». Si es que siguen la línea de las preguntas indiscretas de hace un rato.

Nos montamos en el ascensor y hacemos la subida en silencio. Will y yo sin poder dejar de tocarnos; Esme, alejada un poco de nosotros, pensativa. En algunos momentos me llenan las ganas de preguntarle qué le sucede, el porqué de su cambio de actitud; pero me cohíbo con Will al lado. Me queda claro que ellos se tienen mucha confianza, pero tal vez, hoy no sea el día indicado para que Esme sienta, de forma errada, que es un peso para William.

Lo dejo estar, solo por el momento. Cuando se abren las puertas del ascensor y salimos juntos, rumbo a la oficina de Will, anoto mentalmente la urgente necesidad de preguntarle a Esme qué le sucede. Margot sale a saludarnos y en su rostro hay variedad de emociones reflejadas. Una mezcla entre la alegría sincera y el temor a algo desconocido; quiero pensar y tratar de convencerme de que esa segunda actitud, nada tiene que ver con el revuelo armado en la entrada del edificio. Seguimos nuestro camino y al pasar por mi escritorio, les pido a Esme y a Will que vayan acomodándose en lo que yo dejo mi bolso en su lugar. No cierran la puerta al entrar a la oficina, por lo que, antes de que yo pueda entrar, me es imposible no escuchar unas palabras que me hielan la sangre.

—¿Qué tan malo es? Si me miras así, es porque dirás algo que no me gustará.

La declaración de Esme no se hace esperar.

—Es mucho más que malo, Will. Puede ser un desencadenante que no te gustará.

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