¡Se busca un millonario! romance Capítulo 91

POV: Ashley.

Si me preguntan cómo me siento en estos momentos, creo que no podría decir una palabra específica, porque soy demasiadas cosas en estos instantes. En medio de todo lo que esto me produce, tratar de mantener la calma está siendo una tarea titánica. Pero no puedo flaquear, no puedo fallarle a Will y mucho menos, puedo fallarme a mí misma.

Lo que sea que está sucediendo y de lo que no me he atrevido a averiguar; está afectando demasiado al hombre que ahora se aferra a mis brazos y me pide, necesitado, la confirmación de que todo está bien conmigo, con nosotros.

Mantenerme en la ignorancia, en estos momentos, puede ser un arma de doble filo. Es malo, por toda la inseguridad que cargo a cuestas por diferentes motivos y, además, el no saber, puede significar exponerme a un daño del que no soy consciente. Cualquier paso a dar, es un abismo de posibilidades y consecuencias, de las que debo averiguar cuanto antes, qué me conviene más.

Si sigo las reacciones de William, estoy segura que debo tener piel dura para no dejar entrar lo que sea que se comenta ahora; hecho que, en estos instantes, no puedo asegurar que exista. Sin embargo, hay una variable que puede cambiar todo y es el apoyo incondicional que estoy recibiendo; del que no debo desentenderme en ningún momento.

—Ash, ¿estás segura que estás bien? —insiste William y yo tengo ganas de rodar los ojos; cosa que no hago porque no es el momento, pero que estoy segura podría sacarle una sonrisa.

—Sí, amor. —Paso una mano por su mejilla y siento la aspereza de su barba de varios días. Él se pega más, como un gatito que busca caricias—. No te mentiré diciéndote que estoy perfecta, que nada me preocupa, nada más lejos de eso; pero puedo asegurarte que estoy tranquila. No tengo idea de lo que está sucediendo, solo que ya es noticia que somos pareja y todos andan buscando chisme. Sin embargo, no soy ingenua y sé que hay algo que va más allá de eso; tus acciones de estos últimos minutos me lo confirman.

—Ashley… —me interrumpe Will, suspirando.

—Me imagino que sea algo complicado, de lo contrario no estarías así, pero tengo mi confianza puesta en ti. Sé que a tu lado todo estará bien.

Will sonríe y me abraza otra vez, con esa fuerza arrolladora que lo hace tan único y tan entregado.

—No te voy a mentir, Ash —dice, con voz baja, una vez volvemos a separarnos—, no es sencillo lo que viene porque hay un factor con el que yo no contaba y debía haberlo hecho.

Frunzo el ceño, de repente preocupada. Imagino que dirá algo que no me gustará mucho, viendo como su expresión se vuelve una mueca molesta.

—Vivianne está en la ciudad y está dando entrevistas a periodistas independientes y algunas televisoras influyentes. Solo tuve estómago para leer una de sus tantas declaraciones y no me atrevo a revisar ninguna otra, porque tengo miedo de no controlarme.

Un pinchazo me recorre; de esos que te estremecen en un momento sabiendo que lo que viene no será bueno y que generalmente, es el principio de una historia fea que no terminará bien. Trago saliva y me cuesta trabajo formar las palabras cuando las dudas me llegan y decido que es hora de ponerme fuerte y aceptar lo que está sucediendo.

—Yo…yo necesito que… —Will me mira con expresión lastimera, esperando lo que sabe que le pediré—, necesito que me cuentes lo que está sucediendo. Si esa mujer está aquí, ya no será un simple chisme de que estamos juntos; será una batalla campal de voluntades y ya sabemos, como juega ella en este sentido.

William asiente a regañadientes, pero sabe lo que puede condicionar toda esta situación. Toma mis manos entre las suyas y comienza a decirme lo que declara Vivianne en el artículo que él leyó. Aprieta la mandíbula en más de una ocasión, molesto con las barbaridades que tiene que decirme; pero la parte que más le cuesta repetir, es la forma en que esa mujer me caracteriza.

«Pobretona oportunista».

Un peso se asienta en mi pecho ante los peores miedos que he experimentado desde que Will llegó a mi vida. Mis inseguridades siempre han dado vuelta alrededor de una palabra: merecer. No es un secreto para él que desde el momento en punto que me ofreció todas esas oportunidades para cambiar mi modo de vida, una preocupación concurre a diario en mi mente, ¿será que merezco tanto, sin haber hecho nada? El solo hecho de amar y ser amado, podría justificar ciertas cosas, pero no hablamos de pocos beneficios, sino de una cantidad inmensa de posibilidades que, en otras circunstancias, no podría tener. Él dice que los beneficios laborales cubren la mayoría de esas cosas, puede que sea verdad, pero no soy tonta y sé que casi la totalidad de las ventajas, fueron carnadas para que yo aceptara el trabajo en medio de mi desesperación.

Sin embargo, en aquel momento comprendí que sus ofrecimientos, nada tenían que ver a nivel personal, todas están incluidas en un contrato laboral; por lo que no siento culpa si con mi trabajo puedo confirmar que merezco todo eso. Nada será regalado porque trabajaré duro para asegurar que así sea. Lo que sí me molesta y saca una parte de mí que pocas veces alguien ha visto, es que diga que ellos estaban juntos, que nunca perdieron el contacto y que, además, saque a relucir las dichosas fotos que casi nos separan a Will y a mí. Toda una manipulación que está haciendo de forma inteligente, siempre dejándome a mí como la interesada que busca un millonario para salir de la miseria. Y tal vez, las historias de los millonarios que se enamoran de las chicas pobres, sea algo cliché que solo se lee en novelas de amor, casi imposible de creer que suceda en la realidad. Pero resulta que el destino nos unió a Will y a mí de una forma bien bonita, dejando crecer nuestro amor por el otro sin saber que el sentimiento era recíproco.

Por más que digan de mí o pretendan afectarme, y quizás, toquen algunas fibras sensibles en mi interior; no hay nada como la tranquilidad que siento al pensar en el amor que nos profesamos. Nada es lo suficientemente importante para opacar la forma en que surgió todo entre nosotros. Cada paso dado ha sido una prueba, de estabilidad, de confianza. Y si tengo que salir a luchar en contra del mundo para mantener el amor que siento por William, no hay dudas de que lo haré, sin dudarlo.

(…)

Con muchas preocupaciones, intentamos recuperar nuestra rutina. Nos trasladamos a la oficina y Margot se encarga de llamar a todos para que poco a poco regresen a sus lugares. Esme se queda dando vueltas en un inicio, entiendo su preocupación por mí y me reconforta haber ganado una amiga tan incondicional como lo está siendo ella; sin embargo, en un punto determinado de la mañana, debe irse a trabajar y tengo que convencerla para que lo haga, porque no quiere dejarnos solos.

Es raro y a la vez se siente muy bien, recibir este apoyo. No solo Esme actúa así, los gemelos y los padres de Will, se pasan toda la mañana llamando para saber de nosotros y estar al tanto de lo que necesitamos. Llega a darme un poco de risa que sea así, como si fuera el fin del mundo el hecho de que la ex de William esté de regreso y dispuesta a manchar nuestra relación con sus falsedades, pero en realidad, no puedo explicar la sensación que me produce saberme bien recibida. Si fueran otro tipo de persona, ellos mismos hubieran pensado lo peor de mí desde el primer momento, lo que nunca fue así.

Ahora estoy tranquila, pasando informaciones económicas que Will necesita tener en el sistema y medio que ocupo mi cabeza en eso, tratando de mantener la concentración. Se pudieron recuperar algunas de las citas pendientes y todo el trabajo fluye como si nada sucediera, lo que es bueno porque no deberíamos darle demasiada importancia a algo que no lo tiene ni lo merece.

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