POV: William.
Debería tener lástima de mí mismo por sentir un poco de impresión ante las palabras de Ashley, pero ese adolescente que tengo por cuñado, sabe cómo ponerse serio.
Al parecer, no oculto mis impresiones porque Ash suelta la carcajada y se burla de mí. Por más que trato de despistarla, no hay manera, ella sigue molestándome por largo rato. Al final, termino riendo yo también y es que, después del día de mierda y tanto chisme en el ambiente, encontrar el motivo para reír debe ser digno de disfrutar.
Cuando siento que la mayoría de cosas pendientes que tenía, están al día, me relajo. Mi empresa tiene un equipo multipropósito bien eficiente, por lo que esta compañía puede funcionar sin que yo esté todo el tiempo al tanto de todo; pero igual, me gusta controlar mi trabajo y hacer lo que me toca. Si hubo algo que nunca perdí en el transcurso de mi camino hasta aquí, fueron las ganas de trabajar y crecer en el mercado. Y, ahora que O' Sullivan Enterprises está calificada como una de las mejores multinacionales del país, no puedo tomar las cosas a la ligera. Mi responsabilidad es inmensa y de mi gestión, dependen cientos de familias y negocios.
A la hora del almuerzo decidimos no salir. Ricardo se encarga de traernos algo para comer y lo disfrutamos juntos, encerrados en mi oficina. Mientras, no puedo evitar pensar que me encantan estos momentos tranquilos, donde hacemos cosas normales y puedo aprender más de ella, de sus reacciones y gestos. Por momentos, recuerdo todo lo que sucede y me aterra que esta compenetración se vea afectada por todo este mundo de mierda que me rodea y que ahora, también influye en la vida de ella.
—Will… —su dulce voz me trae de mis pensamientos y reacciono, levanto la cabeza y fijo mis ojos en los suyos marrones y sinceros—. Estamos bien, ya no estés así.
Suspiro y sonrío. Una sonrisa pequeña y melancólica.
—Intento, Ash; pero me molesta tanto que estés metida en esto por culpa de una loca de la que no supe ver su verdadera cara.
—No…shhh, no digas eso —declara y se levanta de su asiento para venir a mi lado y sentarse sobre mis piernas—. Ella es parte de tu vida, tu pasado. Yo soy tu presente y si pretendo tener un futuro contigo, debo entender que todo eso quedó atrás. No puedo culparte por las locuras de una desequilibrada como ella. De todas maneras, según he visto que sucede siempre, cuando no encuentren qué más decir, nos dejarán tranquilos. Solo debemos mantenernos tranquilos.
Su sonrisa y la seguridad de sus palabras me tranquilizan. Ya no puedo seguir dudando de que ella sea lo suficientemente fuerte para aguantar todo esto; me lo ha prometido y yo confío en ella. Sin embargo, hay algo que todavía no me deja estar tranquilo. Siento como un presentimiento, un constante recordatorio de que Vivianne puede ser capaz de hacer cualquier cosa por lograr lo que busca. Y nada me quita de la cabeza, que ella pudo poner un somnífero en mi bebida aquella noche en el hotel de New York. ¿Con qué intención lo hizo? No lo sé; pero no puedo desentenderme porque al mínimo entretenimiento puede afectarnos.
—Hay algo que debo decirte, amor.
Mi voz se escucha tensa y puedo notar como Ashley se estremece entre mis brazos y frunce el ceño. Se acomoda sobre mis piernas para mirarme de frente.
—¿Hay algo que no me dices? —pregunta, con poca voz.
Yo asiento, porque debo ser completamente sincero y tenerla al tanto de lo que sea que puede suceder. Le cuento sobre nuestro encuentro en el restaurante del hotel en New York y las sospechas que tuvimos mis hermanos y yo luego de conversar con esa chica que ellos conocieron en el viaje. Solo le había dado algunas explicaciones a Ash sobre todo lo sucedido en estos días pasados, peor no con mucho detalle; tampoco quería condicionar lo que ahora veo; Ashley está horrorizada con mi confesión y en sus ojos es evidente que ya no está tan tranquila, que le asusta realmente de lo que puede ser capaz Vivianne. Me abraza con fuerza y yo no puedo hacer más que corresponderle el gesto. Con ella en mis brazos pienso en lo fácil que ha sido volverme vulnerable, en solo unos pocos días desde que todo comenzó entre nosotros. Ahora me aterra pensar que ella puede salir perjudicada con lo que sea que a mí me afecte.
—Podemos estar tranquilos, amor —digo, porque a pesar de todo no quiero preocuparla—. Confiemos en que quede solo en una pérdida de tiempo para ella.
—Está bien. —Suspira y apoya su frente sobre la mía—. Pero no podemos confiarnos.
—Estoy de acuerdo con eso. —Sonrío tranquilo y agrego—: Ahora, ya dejemos de estar preocupados. Dame un beso y vayamos a trabajar.
—Con gusto, señor O' Sullivan —responde, con una sonrisa coqueta.
Juntamos nuestros labios y nos besamos por unos largos segundos. A cada instante que transcurre, la temperatura aumenta y lo que comenzó como un beso casto y sencillo, se convierte en una ardorosa combinación de movimientos rápidos y profundos. Siento mi virilidad despertar y tengo que presionarme contra ella para aliviar un poco la necesidad que me llena. Mis manos pasean por su cintura y mis dedos cosquillean por debajo de su vaporosa blusa, rozando su piel caliente y cremosa.
Cuando Ashley gime con fuerza al sentir mis dientes morder el hueco de su cuello, tengo que tragar un rugido de posesividad. Solo unos pocos minutos después, nos obligamos a detenernos o terminaremos haciendo el amor en la oficina cuando fuera, todos siguen su rutina.
—Ashley, si seguimos, no respondo de mí —murmuro con voz ronca contra su boca.
Me inclino, sin demorar un segundo más, dispuesto a devorar su coño sin cansancio, hasta hacerla explotar de placer contra mi lengua. Antes de acercar mi boca a sus labios vaginales, observo la carne rosada y ya inflamada, húmeda; humedezco mis labios con mi lengua y no espero más.
Lo que sucede después, pasa demasiado rápido, pero no podemos extendernos mucho. Con movimientos circulares, lengüetazos rápidos y lentos y varios dedos dispuestos a torturarla, logro hacer que, en pocos minutos, Ashley se esté retorciendo sobre mi escritorio; pidiendo más. En varias ocasiones, sus manos viajan a mi nuca y me empujan hacia ella, buscando un alivio que le permita creer que tiene el mando de la situación. Y, aunque no es así, la dejo estar, porque quiero que esta experiencia sea tan placentera, que sea la primera de muchas por venir.
Cuando noto que está cerca, acelero mis movimientos y no hay nada más satisfactorio, que sentir como su cuerpo se contrae en un orgasmo inminente y poderoso. Los espasmos que sacuden su cuerpo son de los más fuertes que he podido disfrutar; y me hace sentir vigoroso que solo yo haya tenido la oportunidad de provocarlos. No me detengo, hasta que siento sus fluidos en mi boca; e incluso así, continúo. Alargo sus temblores lo más que puedo y cuando siento que se va relajando, chupo con fuerza una última vez.
Me incorporo y la observo.
Desmadejada sobre la madera oscura de mi escritorio, detallo cada mínima parte de ella. Sus pechos expuestos y la piel de su torso, de un ligero color sonrosado. Su pecho sube y baja recuperando su respiración y sus piernas tiemblan.
Al sentir mi mirada, ella se mueve, buscándome. Al cruzar nuestros ojos unas ansias enormes de besarla me embargan y, por supuesto, lo hago. Extiendo una mano y ella la toma, se incorpora hasta quedar sentada y sin pasar más tiempo, la beso.
Siento el sabor de su orgasmo combinarse con nuestra saliva y en cuanto nos separamos, no puedo evitar sonreír como un loco enamorado y adicto al sexo con la mujer que ama.
—Deliciosa —murmuro—. Adoro el sabor a ti.
Lo último que veo, antes de volver a besarnos como dos dementes, es el brillo candente de sus ojos al escuchar mis palabras.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Se busca un millonario!