¡Se busca un millonario! romance Capítulo 95

POV: Ashley.

Me quedo en el apartamento preocupada por Will. No me gusta que se haya ido pensando demasiado en lo que está sucediendo con nosotros, al punto de que era evidente su desesperación por dejarme sola. Me costó ansias para convencerlo de que todo estaría bien y por lo menos, que viajara más tranquilo, aunque dudo mucho que me haya hecho caso. Ahora, a unas horas de su partida, espero que esa ansiedad que llevaba se haya calmado.

Mientras preparo la comida, pienso en la llamada que recibí hace poco menos de media hora, procedente del secretario docente de la facultad de Administración de empresas de la Universidad Pública de Villa Florencia, donde cursaba estudios. Me sorprendió el hecho de que me llamaran directamente y no que se comunicaran a través del correo, como suele suceder; sin embargo, no tanto como el tema que pretendía tratar. Al parecer, William había iniciado los trámites de traslado sin decirme nada, como me había prometido cuando me ofreció el trabajo; y la universidad misma se encargó de hacer el proceso completo, puesto que ya me comunicaron que podía presentarme esta misma semana en la Universidad Autónoma de la ciudad para buscar mis nuevos horarios.

Me gustó saber la noticia y me sentí un poco más cerca de mis sueños. Si logro encontrar el paso con los estudios y el trabajo, como hacía antes, podré terminar mis estudios y continuar mi vida laboral con una nueva categoría; una que sea digna de la empresa de William. Decido, entonces, que mañana me presentaré en el campus y buscaré todo lo necesario para comenzar cuanto antes.

Mi madre entra a la cocina, justo cuando estoy terminando de preparar la ensalada.

—Umm, eso huele muy bien. Ya extrañaba tu sazón.

Me giro y la veo acercándose a la olla, para ver qué fue lo que cociné. Escucharla decir eso me hace sentir culpable porque, entre una cosa y otra, es verdad que he estado un poco perdida y alejada de la rutina que llevábamos antes.

—Lo siento, mamá —ruego, mientras dejo lo que estoy haciendo y voy a su encuentro, para darle un abrazo.

—No te preocupes, Ash, yo entiendo las razones y créeme, me hace feliz que así sea. —Toma mis manos entre las suyas y me mira a los ojos—. Odiaba verte siempre correr, de un lado para otro, intentando llevar tu vida y tus sueños, a la par de lo que necesitábamos tu hermano y yo. Ahora, ver que puedes ser tú, que las preocupaciones son menos y que el brillo en tus ojos es diferente, puedo morir tranquila.

—Mamá…¡no digas eso! —chillo, porque para nada esperaba que me dijera eso.

—Es verdad…shh, escúchame —insiste, mientras yo siento mis ojos aguarse ante lo que está intentando decir. Niego con la cabeza varias veces, pero no surte efecto—. Yo conozco mi cuerpo, conozco mejor que nadie mi enfermedad. ¿Tengo esperanzas? Sí, eso es lo último que se pierde y yo quiero pensar que podré verlos crecer, estar en cada nuevo paso del camino. Pero soy consciente de mis limitaciones y este tiempo de gracia, estos meses de sentirme un poco mejor, no serán eternos.

—Mamá, por favor…

—Soy feliz, hija. Estoy orgullosa de ti y de lo que poco a poco vas logrando. Me hace tanto bien saber que encontraste a un hombre maravilloso como William que te ama y está dispuesto a darlo todo por ti —continúa, ahora con sus ojos siendo un reflejo de los míos—. Y esto que te digo no es para que pienses que me rindo, por el contrario, solo quiero que sepas que cada día encuentro más motivos para luchar, sin embargo, no siempre será suficiente tener las ganas.

—No digas más, por favor. No quiero escucharte hablar así.

—Pero debes hacerlo, hija. Y en algún momento lo tendré que hacer también con Chris —declara—. Quiero que estén seguros de algo cuando lo inevitable suceda.

Me quedo a la expectativa de lo que dirá. No puedo hablar porque no me salen las palabras.

—Que no me queda nada más, que no sea la satisfacción de saberlos encaminados, formados como personas de bien, con principios y siempre, siempre, amándose el uno al otro; siendo la hermosa familia que somos.

Nos abrazamos, con fuerza. No puedo evitar llorar en los brazos de mi madre y es que, de solo imaginar que pueda sucederle algo, se me parte el corazón y me siento morir. Mi madre lo es todo para mí y no concibo una vida sin ella. Creo que me sentiría desubicada, de no tenerla conmigo; toda mi vida, o los últimos años, han sido completamente dedicados a ella. Sollozo sin parar y puedo sentir los espasmos provenientes del cuerpo menudo de mi madre, también. Alzo la mirada en un instante y veo a mi hermano, observándonos desde la distancia. Sé que escuchó todo, las lágrimas que corren por sus mejillas lo demuestran, pero Chris no dirá nada, no ahora. Cuando nos da la espalda y se va, a lamer sus heridas expuestas, creo que ya es momento de romper este tenso momento.

Pienso que sería bueno romper el hielo de una forma diferente.

—¿Y Ricardo? —pregunto, dándole la espalda para terminar con la ensalada que había dejado a medias.

No puedo verla, pero la imagino mirándome con el ceño fruncido.

—¿Qué hay con él? —devuelve la pregunta, luego de un carraspeo.

—Que es evidente que ambos se gustan. Creo que deberías darle la oportunidad de acercarse.

Se queda pensativa y me imagino que mis palabras poco a poco van haciendo el efecto que espero. En realidad, confío en que haya sido así, porque lo que más deseo en el mundo es que pueda recuperar los años perdidos en su soledad, amando en silencio a un hombre que nunca la mereció y luego, obligada a vivir encerrada con tal de asegurarse más años junto a nosotros, con miedo a exponerse de más y resultar en un empeoramiento de su enfermedad.

Pasan los minutos y llega la hora de comer. Con la cena servida, llamo a Steph y a Chris para que bajen a acompañarnos. Pasamos un rato ameno y divertido, conversando y contando cosas sin sentido, fortaleciendo este concepto maravilloso que tenemos de lo que debe ser una familia.

En un momento dado nos visualizo a todos juntos, incluyendo a Ricardo, Will y su familia, compartiendo en un lugar hermoso y despejado, como una gran familia. Sonrío, feliz, de solo imaginar que eso pueda ser posible.

(…)

La mañana llega demasiado pronto y con ella, mis nuevas responsabilidades. Justo como decidí ayer, me levanto dispuesta a ir a la universidad para recoger mi horario lectivo y luego, pasaré por la oficina para revisar que no me haya quedado nada pendiente por revisar. Recuerdo la insistencia de Will para que llame a Ricardo, pero creo que es momento de comenzar a relacionarme con la ciudad por mí misma; un viaje al campus universitario creo que sería un buen comienzo.

Me visto sencilla y, aunque quisiera llevar mis habituales jeans, camiseta lisa y mis tenis; pretendo ir luego a la oficina, así que, mejor me pongo un vestido veraniego que se ajuste a los dos ambientes. Cuando estoy lista, bajo a desayunar y me encuentro con Steph. Me sorprende verla despierta tan temprano, pero pronto me cuenta que hoy visitará a Esme, para aceptar su oferta de trabajo. Me alegra saber la noticia y es que me gustaría que ambas se llevaran bien. Son mis amigas y sería maravilloso que formáramos un equipo.

Como tenemos el mismo destino, le pido que me acompañe a la universidad y luego ir juntas a la compañía de los hermanos O' Sullivan. Por supuesto, Steph está de acuerdo y al terminar de desayunar, salimos juntas del edificio, rumbo a pasar un día productivo. Tomamos un taxi en la calzada y poco tiempo después estamos atravesando la ciudad, admirando algunos lugares que nunca antes habíamos visto y que en algún momento me gustaría visitar. Cuando nos estamos acercando al campus universitario, es evidente, porque enormes extensiones de pasto verde rodean unos antiguos edificios de ladrillo rojizo de aspecto antiguo. Poco a poco somos testigos de lo que el paso del tiempo ha hecho con este grandioso lugar; la compenetración de dos estilos completamente diferentes, moderno y antiguo, pone en evidencia la actitud progresista de esta universidad y las ansias por integrarse a los cambios inevitables de la sociedad.

Con un poco de trabajo encontramos la facultad donde cursaré mis estudios, pero una vez nos ubicamos, todo resulta más sencillo. Lo que creí que me llevaría mucho tiempo, termina siendo más que natural; una muestra más que en este lugar tienen una formalidad que no existía en mi anterior universidad. Recojo mi horario y un ticket para comprar los materiales de estudio y, como no creía que sería tan rápido todo el proceso, recorremos el lugar para tratar de aprenderme los lugares que más frecuentaré, como la biblioteca o la cafetería. Antes del mediodía vamos regresando al centro de la ciudad; por el camino, mientras vamos en el taxi, llamo a Esme para que no se vaya a almorzar y que nos espere. Quedamos entonces de vernos a las doce en punto en el lugar donde ella suele almorzar y que antes hemos visitado.

Llegamos a la ciudad más temprano de lo que esperábamos y decidimos darnos una vuelta por algunas tiendas, en lo que llega la hora de ir hasta la cafetería. Por momentos, me veo mirando por encima del hombro, buscando entre la multitud de personas a nuestro alrededor, algún que otro reportero dispuesto a molestar nuestra divertida mañana. Sin embargo, no son reporteros lo que encuentro mientras voy saliendo de unas de las boutiques, sino, una despampanante mujer, altanera y arrogante, dispuesta a buscar problemas.

Y algo me dice que hoy, los encontrará.

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