El sonido de un móvil sonando me despierta de mi tranquilo sueño, maldigo por lo bajo y coloco una de mis mullidas almohadas sobre mi cabeza y vuelvo a dormirme. Pronto el móvil vuelve a sonar por lo que esta vez aviento una almohada hacia donde proviene el sonido al pie de mi cama, una vez más el aparato vibra y suena, por lo que finalmente me levanto lo cojo y vuelvo a dejarme caer sobre las almohadas, deslizo mi dedo sobre la pantalla sin detenerme a ver quién me llama y contesto de mal humor.
—Diga —del otro lado escucho la voz encolerizada de Andrew responderme.
—¡Con un demonio Asier tengo 10 minutos frente a la puerta de tu casa tocando el timbre y golpeándola, ¿que acaso saliste o qué coño? —su voz me despierta al instante, me siento de golpe y balbuceo algo ininteligible— joder, ¿Asier sigues dormida?
Comienzo a reírme por su tono y lo exasperado que esta, me levanto de la cama rascándome la cabeza me dirijo hacia la puerta de mi habitación, mientras le respondo por el móvil.
—Está bien, ya estoy despierta no me grites ¿quieres? —Luego levanto la voz para que me escuche a través de la puerta de mi casa— ya voy, ya voy no me presiones.
Al llegar a la puerta, abro y maldigo al sentir la claridad del día dar con mis ojos medio abiertos, aun con el móvil en la oreja suelto.
—Venga pasa y deja el mal humor tan temprano.
Por un momento Andrew no se mueve, solo se queda mirándome detenidamente con expresión sorprendida en el rostro, me hago a un lado en la puerta.
—Pasa, no me tomara mucho tiempo estar lista —pero como aún no se mueve y mantiene la expresión de sorpresa en su rostro me giro y entro— cuando entres cierra la puerta, por favor.
Me limito a caminar hacia a la cocina, esperando escuchar el sonido de la puerta cerrarse pero no lo hago, entrecierro mis ojos y dejo el móvil sobre la mesa, camino torpemente hasta la cafetera y la enciendo, aun aguardando que la puerta se cierre y Andrew entre, pero nada, por lo que lo llamo.
—¿Andrew?
No obtengo respuesta y me dirijo nuevamente hacia la entrada donde este aún permanece de pie con aire ausente y su expresión de sorpresa, nuestros ojos se encuentran por un instante y luego estos descienden por mi cuerpo lentamente, por un momento no soy consciente de que sus ojos están devorándome por no decir desvistiéndome.
Me fijo en mi cuerpo y caigo en la cuenta. Solo llevo una braga y una blusa de tirantes blanca que se ajusta a mi cuerpo, no llevo sujetador por lo que mis pechos se notan bajo la blusa, levanto mis ojos hasta su cara que sigue recorriéndome con deseo doy un salto en donde estoy, maldigo por lo bajo y salgo corriendo hacia mi habitación donde rebusco un short en uno de los cojones.
Cuando salgo Andrew esta ya dentro del piso con una sonrisa pícara en los labios, achico mis ojos.
—¿Por qué no me dijiste que estaba casi desnuda en la puerta? —el eleva una de sus cejas y me responde socarrón y divertido.
—Si no te diste cuenta estaba demasiado ocupado observándote como para perder tiempo en mierdas con tan poco importancia —lo apunto con mi dedo y le espeto.
—Eres un imbécil Andrew —se encoje de hombros y sonríe, luego mira su reloj de pulsera.
—Tienes 10 minutos para arreglarte, si no estás lista en ese tiempo te sacare de aquí con lo que sea que cargues puesto, así que creo que tienes que apurarte.
—No Andrew, no me presiones acabo de despertar, ni si quiera he tomado café. No, ningún 10 minutos vas a dejar que me arregle, que beba café y luego nos vamos.
Sus hermosos ojos verdes me observan con detenimiento como si no diera crédito a lo que estoy diciendo y me responde de manera cortante.
—¿Que te hace pensar que tienes opción o que puedes si quiera decidir algo hoy? perdiste una apuesta y debías estar lista a las 10, son las 10:35 ¿en serio crees que voy a esperarte? —lo miro ceñuda y elevo mi barbilla y respondo con orgullo.
—No solo creo que vas a esperarme, sé que vas hacerlo.
Sus cejas se elevan en el aire y esa sonrisa diabólica que tenía rato sin aparecer por su hermoso rostro aparece y siento un ligero escalofrió recorrer mi espalda. Joder algo malo esta por pasar. Andrew da un paso hacia mí y viendo claramente sus intenciones salgo corriendo en dirección contraria con el pegado a mis talones.
Cuando estoy a punto de entrar a mi habitación y cerrar la puerta para ponerme a salvo y así arreglarme, siento como su fuerte y musculoso brazo se enrolla alrededor de mi cintura tirando de mí hacia atrás, mi cuerpo choca con su pecho duro y fibroso. De mis labios se escapa un gemido en cuanto siento nuestros cuerpos en contacto.
Me falla la respiración, el corazón se me acelera, y todo a mi alrededor se detiene como suele pasar cuando estoy cerca de él, ese fuego abrasador que despierta en mi interior siempre que me toca o lo siento cerca se enciende y corta la comunicación con mi cerebros.
Siento como Andrew me gira y me pega más a él, sus ojos buscan los míos y sus labios están curvados aun en esa sonrisa que me asusta cuando aparece y susurra pegado a mi cara.
—No voy a repetírtelo Asier tienes 10 min para estar lista, sino atente a la consecuencias, ¿vale?
Luego siento como su brazo se afloja un poco en mi cintura pero no me libera del todo, aprovecho el momento para inhalar su rico aroma, huele a menta y café, a loción para afeitar aunque su barba esta igual de perfecta que anoche, mis ojos se cierran para respirar profundamente, lo escucho reír junto a mí y sus labios rosan la unión de mi cuello y mi mandíbula con un cálido y delicado beso, de mis labios se escapa un gemido bajo pero anhelante, luego lo siento reír otra vez y luego no siento nada más, todo a mi alrededor vuelve a andar como siempre.
Mi respiración aun agitada no siente el peso de su presencia tan cerca y abro mis ojos para encontrarme con la expresión divertida de Andrew y esa maldita sonrisa aun en sus labios a unos cuantos pasos de mí y me dice en un susurro.
—Te quedan 7 minutos nena —me sobresalto y salgo disparada a mi habitación nuevamente la cierro tras de mi mientras le grito.
—Eres un maldito imbécil Andrew en serio.
Lo escucho reír al otro lado de la puerta y me apresuro a cambiarme de ropa, mientras estoy quitando nuevamente el short que no tengo ni cinco minutos que me puse, rebusco en el cajón de mis sujetadores y saco uno blanco a juego con la braga que llevo puesta, me saco la blusa por la cabeza dejando mis pechos al aire, me coloco velozmente el sujetador y me paro delante del armario que esta de par en par, cuando estoy por tomar unos jeans la duda me asalta y me pregunto a donde rayos iremos y que se supone que es lo que tengo que usar, por lo que grito para que me escuche.
—Se te acabo el tiempo nena.
Escucho un golpe sordo en la puerta y luego otro, creo que está intentando abrir la puerta a la fuerza, me sorprendo y corro hacia ella y la abro de golpe, donde lo consigo a punto de volver a estampar su hombro y todo el costado de su cuerpo contra mi puerta, sin poder creerlo le espeto.
—¿Es que estás loco o qué coño te pasa, ibas a tumbar mi puerta? —él sonríe con malicia.
—No realmente, pero ya que has salido, podemos irnos por favor, es tarde.
Le estampo un golpe en el pecho con el puño apretado y este ni se inmuta solo levanta una ceja y me responde con arrogancia.
—¿Que fue eso? —tuerzo mis ojos y le respondo en un susurro cargado de veneno.
—Hoy estas insoportable —se encoje de hombros y me responde igual en un susurro, solo que su tono es divertido.
—Solo hago que el ambiente sea más interesante, te necesito —hace una pausa para estudiar mi expresión y luego continua un poco más dulce— de humor para hacer lo que planee —luego se gira, camina hacia la puerta y me espeta desde allí— venga Asier date prisa ¿o quieres vaya hasta allá y te lleve acuestas hasta el coche? —me detengo.
Se me ocurre una idea para molestarlo, justo como ha estado haciendo conmigo desde que llego. Me cruzo de brazos donde estoy.
—No te atreverías —veo como su espalda y sus hombros se tensan y se gira lentamente.
—¿Estas retándome nena?
Me encojo de hombros y espero su reacción luego sonríe ampliamente y da un paso hacia mí, pero sigo sin moverme, no creo realmente que vaya a levantarme y llevarme cargada hasta el coche, ósea no lo creo pues.
—Que conste que lo has querido
En menos de dos zancadas rápidas esta junto a mí tomándome de la cintura y levantándome en el aire, colocándome sobre su hombro. Mi rostro queda a centímetros de su musculosa espalda y mis piernas están sostenidas por su antebrazo para asegurarse que estoy bien sujeta. Se gira sobre sí mismo y agrega con arrogancia.
—Una cosa que debes saber de mi Asier nunca es bueno retarme, porque créeme siempre perderás.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Seducida por un extraño (COMPLETA)