Estoy junto al Dios del mar es su coche camino a su casa, no hablamos mucho en el camino aún tengo en la cabeza las cosas que me dijo Matt y me siento un poco incomoda, al cabo de otro largo silencio Andrew me pregunta.
—¿Qué pasa? —suspiro y le respondo sin dejar de mirar al frente.
—Nada ¿por qué? —él se ríe y contesta divertido.
—Asier, eres pésima mintiendo ¿sabías? Venga ¿qué paso? —sonrió y niego con la cabeza, creo que puedo decirle que hable con Matt.
—Es sobre Matt —el suspira a mi lado y susurra.
—Las flores supongo —me río con pesar y le respondo.
—Sí, las flores —suspira otra vez y me responde.
—Puedes contarme si quieres.
Sonrió una vez más y comienzo a narrarle la conversación que tuvimos Matt y yo admitiendo todas las cosas relacionadas con Leslie, la muerte de sus padres y el, al finalizar él se queda en silencio y me pregunta.
—¿Por eso estas tan callada? —asiento y el vuelve a intentarlo.
—No me convences, pero vale ¿segura que es solo eso?
Me siento mal por no contarle todo lo que Matt dijo, pero no quiero arruinar el momento. Tengo semana y media sin verlo o saber de él, quiero que estemos bien y sacar el tema sé que lo podrá incomodo o cabreado, por lo que opto por mentir.
—Sí, segura. ¿Entonces a que restaurante costoso nos llevaras? —Él sonríe y asiente, coloca ambas manos sobre el volante y responde.
—Al de Luigi por supuesto muero por una pizza.
Comienzo a reír, el sonido de un móvil sonando me hace mirarlo, él toma su móvil y en la pantalla pone los ojos en blanco y contesta con fastidio.
—¿Qué quieres Dom?
No soy capaz de escuchar la respuesta de su amigo, pero por su expresión está molestándolo, luego le responde negando con la cabeza.
—¿Por qué demonios eres tan inmaduro? tienes 30 años hombre crece un poquito ¿quieres? —imagino que Dom está riendo porque Andrew lo está, luego responde— a las 8, por amor a Cristo llega puntual, sabes que odio esperar.
Luego sin más desliza el dedo por la pantalla y deja el móvil a un lado, luego posa su mano sobre la mía y da un pequeño apretón y comienza en tono divertido.
—Alguien está ansioso por conocerte —sonrió y le respondo.
—¿ah sí, Dominik? —el asiente y susurra.
—Es un maldito grano en el culo.
Comienzo a reír y sus ojos se despegan del frente y se posan en mí, una sonrisa tierna y cálida se desliza por sus labios
—Así me gusta sonriente, hermosa, dulce, siendo mi chica.
—¿Que? —Andrew suspira y aun con la cabeza gacha susurra.
—Tienes miedo Asier, tienes miedo de sentir cosas por mí y no quería ver ese sentimiento nunca reflejado en tus ojos.
Su afirmación me deja de piedra, no sé exactamente que decir o que hacer justo ahora, esto es complicado, porque tiene toda la razón, me da miedo todo lo que siento por él y lo que eso conlleva, suspiro a su lado y le susurro.
—Sí, tengo miedo —sus ojos se encuentran con los míos y sus cejas están elevadas con sorpresa, el susurra.
—¿Por qué? —sonrió con pesar.
—A que me lastimes —Andrew ríe a mi lado.
—Soy un imbécil Asier lo sé, pero soy un imbécil enamorado y aunque sé que es inevitable que en algún momento te haga daño me esforzare por no hacerlo.
Su confesión me deja de piedra nuevamente, Andrew simplemente me ha dejado anonadada, tonta, ante sus palabras, la intensidad en sus ojos y la determinación que veo en ellos, sé que está diciendo la verdad, sé que está diciéndolo de corazón, por lo que me levanto y le tiendo mi mano, el me ve extraño y la tomo, yo hago un esfuerzo enorme para ponerlo en pie cosa que lo hace reír y tiro de el hasta su habitación, allí me acerco a él tanto como puedo, tomando sus mejillas y dejo un casto y dulce beso en sus labios, luego tomo sus manos y las coloco en mi cintura, sus cejas se elevan y me pregunta con curiosidad.
—¿Que estás haciendo? —yo sonrió con picardía.
—Corresponder tus sentimientos con hechos.
Sin más pego mi boca a la de él y lo beso con pasión, intentando imprimir en el beso todas las cosas que me hace sentir, el demora un instante en reaccionar, pero en cuanto lo hace su boca devora la mía, con decisión, pasión, ansias y demanda, sus dedos se cierran con más fuerza en mi cintura, cosa que me hace gemir, de su garganta se escapa un gruñido y tira más de mi hacia su cuerpo, profundizando el beso.
Nuestras lenguas se unen, se rosan, sin más rompe el contacto con mis labios y deja besos húmedos y tentadores a lo largo de mi mejilla y mandíbula, sus manos suben por mi espalda y enreda sus dedos en mi cabello y me acerca aún más a su boca, gimo por su gesto y recorro sus brazos con mis manos para, siento como un ligero estremecimiento recorre su cuerpo y otro gruñido se escapa entre besos.
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