Si es destino estar contigo romance Capítulo 47

—Ya vale —Lucrecio dejó la revista—. ¿A qué vienes?

—Me preocupo por ti.

La expresión de Carolina se volvió un poco seria, no estaba mintiendo.

—No estoy a gusto con que mujeres te rodean, vengo a ver qué hacéis vosotros dos.

De repente, una sonrisa volvía a aparecer de nuevo en su cara:

—Un hombre viviendo con una mujer, eso siempre acaba por despertar sospechas.

Miró a Yolanda que estaba de pie a un lado, el propósito de su visita de hoy era hacer saber a esa niña que ella era la futura esposa de Lucrecio, la dueña de esta casa.

Cuando Yolanda escuchó el doble sentido de las palabras, además con algunos dichos vergonzosos incluso, se sentía inmediatamente rabia.

—Me voy.

Recogió su bolso y se dirigió a la salida.

Antes de que Lucrecio pudiera tener reacciones, Carolina le dio un beso a su boca, sin darle la oportunidad de hablar.

Según lo que conocía Carolina, Lucrecio era una persona complicadísima, era casi impenetrable, ella nunca sabía lo que pensaba él, pero una cosa era cierta, que él la amaba a ella esto estaba muy segura, sin mencionar que no podía vivir sin el apoyo de la familia Ruiz, con esto ya era suficiente para que ella tuviera a Lucrecio en sus manos.

Sin embargo, ahora había una chica joven y guapa entre ellos dos, y eso no la hacía estar tranquila como si no hubiera nada.

Yolanda desde el principio planeaba ir hoy a la cita con Zenón, pero Lucrecio no la dejaba salir, pero, ahora bien, estaba libre.

Zenón ya se había sacado el carné de conducir y se puso delante de Yolanda en un coche deportivo chulísimo.

—¡Vamos, venga, vamos a dar una vuelta!

Zenón amaba su primer coche de la vida. Yolanda tenía un poco de miedo de sentarse en él, no se animaba a subir.

Zenón sonrió un poco incómodo, no podía verla.

—Esta competición es al menos a nivel nacional, es normal que mucha gente viene a verla, ¿no?

Yolanda sentía algo extraño, pero al ver que Zenón era evasivo, no preguntó nada más.

La carrera estaba a punto de comenzar y todos los corredores ya habían entrado, cada uno de ellos recibía un primer plano en la pantalla grande.

Mientras Yolanda sospechaba por dónde estaba Kenzo, si sus padres habían venido a ver la competencia y él por dónde estaba, justo en ese momento vio la imagen de él en la pantalla. Sólo entonces se dio cuenta de que éste era el juego de Kenzo. Entonces, las entradas que Zenón dijo que las había pedido a un amigo, ¿el amigo ese era Kenzo?

Ella quería preguntarle, no sabía si lo hacía a propósito. Justo en el momento en que Yolanda iba a extender las manos para agarrarlo, Zenón se levantó de repente y miró a Kenzo en el campo, silbando de emoción.

Por lo que hizo el Zenón, que Kenzo miró hacia allí y de repente Yolanda se quedó en blanco y agachó la cabeza asustada, no quería que él la viera.

Yolanda temía que, si la veía, afectaría su partido. Después de todo, creía que él la odiaba.

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