De la mano de su esposa Nicholas, se dirigió hasta el ascensor el cual era vigilado por un guardia las 24 horas del día con la intención de no dejar entrar a nadie extraño o sospechoso. En la oficina Danielle, tomó asiento mientras su esposo le servía una taza de té con canela y se acomodaba a su lado.
— Bien, Dean, debería llegar en cualquier momento —gruñó Nic
— De acuerdo ¿estás listo para escucharlo?
— Supongo, esto no me gusta mucho, solo lo hago porque tú concertaste esta reunión
— Vamos, dale una oportunidad, nos ha ayudado muchísimo con lo de Kobayashi
— Es que… ¿por qué nos quiere ayudar?
— Vamos a averiguarlo en unos minutos impaciente
Para distraerlo de su malhumor por tener que ver al señor Dean, Danielle, lo agarró por la corbata y lo atrajo para besarlo.
— Necesito privacidad contigo, hablaré con mis abogados para ver cuando es prudente regresar a casa
— Cuento con ello
— Provocadora
— Señor Allen, no haga ese tipo de acusaciones en su lugar de trabajo
Y antes que consiguiera replicar Carly, estaba tocando a su puerta, el señor Dean, acababa de llegar. Luego de formalidades tomaron asiento y Nic, no resistió y fue directo al grano
— ¿Por qué nos quieres ayudar?
— Quiero hacer negocios con ustedes y si con esto gano puntos, perfecto
Explicó refiriéndose al juicio de Kobayashi y la evidencia que proporcionó al caso.
— Sabes que eso no basta para hacer negocios —le recordó Nicholas
— Por supuesto, pero el tipo es una plaga y quiero acabar con él
— Muy bien, dejando de lado a Kobayashi espero una propuesta, yo tendré lista la mía basada en tu trabajo previo
— Es exacto lo que quería escuchar, no necesito cobrar favores, sé que podemos trabajar juntos o en colaboración, a mi edad no me interesa involucrarme en el proceso, solo espero el producto final ¿sabes a lo que me refiero? —explicó observando a Danielle, muy fijamente
— Sí y te voy a pedir que dejes de ver de ese modo a mi esposa, es irrespetuoso
— Me disculpo con ambos
Apenado William, se levantó acercándose a la ventana que daba al gran jardín del hotel para tomarse un minuto antes de ir al grano
— Danielle, Nicholas, voy a ser honesto, mi intención al acercarme a ustedes originalmente no fue la de ayudarlos con esa plaga, pero al verlo abordar a Danielle, en la fiesta navideña de ese modo tan sucio no pude quedarme callado, ese canalla es un bastardo sin escrúpulos dispuesto a todo por dinero, y sí, yo no soy muy distinto pero no extorsiono ni engaño, soy claro
— ¿Qué estás queriendo decir? —preguntó Nic, impaciente—. ¿Dices que mi esposa te motivó a ayudarnos?
— Exacto y el motivo es…, inesperado o algo por el estilo. El destino es duro y crudo, te golpea de frente y duele pero te hace ver todo con ojos diferentes, cambia tus perspectivas, tus metas, tus deseos, modifica todo, te cambia
— ¿Está todo bien William? ¿Tú, estás bien, tu salud, tu familia?
Intervino Danielle, al escuchar sus palabras alarmándose porque algo malo pueda haberle sucedido y necesite ayuda.
— Si preciosa, tengo una revelación que hacerles y junto a ella mis intenciones de asociarnos
— Es un alivio que se encuentre saludable, por favor continúe, lo escuchamos
— Como es de conocimiento público soy un hombre divorciado, tengo dos hijos adultos con sus propias familias, no es de mi interés volver a casarme, no quiero desanimarlos pero para mí el matrimonio me resulta cansador, a mi edad solo quiero relajarme y llevar mis negocios, pero hubo una mujer hace varios años, las cosas no salieron bien, pero eso no es lo importante, el caso es que soy padre de dos niños, sí, gemelos de 9 años, mis nieto son mayores que ellos —confiesa con preocupación—. La madre es…, complicada, “especial” me exprime dinero, mucho dinero y yo se lo doy por el bien de esos niños, o eso pensé hasta que descubrí la verdad
Preocupada Danielle, se levantó dejando de lado su taza de té, para acercarse a William, preocupada por cómo sonaba
— ¿Hay algún problema? ¿Sus hijos se encuentran bien?
— Todo este tiempo querida Danielle, he accedido a las demandas de esa mujer por el bienestar de los niños, no me permite verlos más que una vez al mes así que llevado por un mal pensamiento hice que la investigaran
— ¿Fueron malas noticias?
— Esa mujer contrató a alguien para que tuviera a mis hijos y no, no fue solo el vientre, no hay nada de ella en esos niños, cero ADN, me engañó, es estéril, debía comprobarlo, puedo quitarle a mis hijos si lo deseo
— Espera un momento —intervino Nicholas, acercándose a su esposa—. Dean, William ¿estás diciendo que…?
Comenzó a decir pero no acabó, no quería equivocarse, pero la expresión de William, ante la suposición de Nicholas, lo confirmó. Así que tomó a su esposa y la llevó de regreso a tomar asiento, William, hizo lo mismo
— El motivo por el cual estoy tan interesado en esta inversión es por mis hijos, quiero que tengan un futuro bueno cuando yo no esté, estoy dispuesto a intentarlo, no digo que me volveré un padre devoto pero quiero estar presente —hizo una pausa—. Dani, la mujer que me ha engañado por todos estos años es tu madre, Ángela
— ¿QUÉ?
— Tranquila —le susurró Nicholas, rodeándole la cintura
— Voy a luchar por esos niños y me gustaría contar con tu apoyo preciosa, de ti solo necesito que cuando tengas tiempo los visites o viceversa, que sepan que tienen una medio hermana a la que acudir
— Oh mierda, esa mujer es increíble, no es buena, me abandonó apenas se le presentó la oportunidad y ahora cría a esos niños como putos soldados y mintió cuando los presentó, dijo que se apellidaban Hart
— Bueno Dean, estoy abierto a oportunidades y por supuesto que seremos parte de la transición de esos niños, cuentas con nuestro apoyo
— Gracias Nicholas, mi intención es que los niños sean niños, como en mis tiempos cuando tener algo costoso era solo para los mayores —comenta William, recordando su infancia
— Tal vez en el futuro podamos presentarle a nuestro Robbie, está por cumplir 11 años —propone Danielle
Tomados de la mano salieron del hotel, era la primera vez que salían a la calle desde que decidieron ocultarse de Vanessa. Se dirigieron a la chocolatería donde Danielle, obtuvo sus bombones y todo lo que se le antojó, Nicholas, era feliz dándole todo lo que deseaba, esos antojos la hacían sonreír tanto que sus problemas quedaban opacados
— ¿Llevas todo lo que deseas amor?
— Siii, gracias cariño, eres el mejorrr —saltó a su cuello para atraerlo hacia abajo y poder besarlo
— Me encanta esta parte —le regresó el beso—. Ahora vamos a llevarte a que descanses antes del almuerzo
— De acuerdo
La acompañó hasta la habitación tomando sus besos de agradecimiento como un anticipo de la noche que le esperaba
— No te acabes todo el chocolate, tus besos son alucinantes cuando sabes a cacao
— Prometo controlarme
— Así me gusta, descansa un poco
Un último beso y Nicholas, regresó con Robbie, a ver cómo iba con sus deberes de la escuela.
Emocionada con sus chocolates Danielle, se sentó en el sillón junto a la ventana y abrió la caja saboreando uno y luego otro y otro, iba por el cuarto cuando escuchó un ruido en el baño, cerró la caja y se levantó a buscar su celular, lo había dejado junto a la cama cargando antes de la reunión. Pero no consiguió llegar a la cama ya que la puerta del baño se abrió y Vanessa apareció desde el interior
— ¿Qué demonios haces tú aquí? —alzó la voz sorprendida
— Si piensas que unas cuantas demandas van a asustarme entonces estás mal, no eres tan inteligente como dice el idiota de Nico
— No voy a perder mi tiempo contigo ni voy a preguntar cómo llegaste aquí, solo voy a pedirte que te largues de aquí ¡AHORA MISMO!
Con una sonrisa que asustaba, Vanessa, se aproximó a Danielle, y sin preámbulos la abofeteó tan fuerte que le volteó el rostro.
— ¿Qué vas a hacer para sacarme perra?
Aguantando las ganas de gritar por el dolor en su mejilla y la rabia que estaba sintiendo, Danielle, se irguió y sosteniéndole la mirada con el rostro rojo y con la mano de Vanessa, marcada
— Estoy embarazada ¡no inválida estúpida zorra arrastrada!
Llevada por lo mucho que odiaba a esta mujer Danielle, no reaccionó regresándole la bofetada, en su lugar cerró el puño y la golpeó directo en la nariz aturdiéndola a tal punto que cayó al piso.
Usando ese momento corrió a la mesita para agarrar su celular y llamar a Nicholas.
— ¿Tan pronto me extrañas?
— Sube ahora, Vanessa, está aquí —murmuró en voz baja para que no la escuchara
— ¡Carajo! Por favor cariño, ten cuidado
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