Un mes más tarde Nicholas, estaba en medio del huracán llamado trabajo. Fue absorbido por el nuevo proyecto el cual consistía en crear un spa tan exclusivo que la gente tendría que solicitar cita con un mes de antelación. Así que ideó un plan para poder ver a su novia todos los días. Los desayunos eran suyos, las cenas variaban y dormir juntos pasaba al menos dos veces a la semana y todos los fines de semana. Estaba decidido a que funcionara y ella se las ingenió para cumplir con sus obligaciones claro que ahora que regresaría a la universidad ya no podría cuidar a Ava, todos los días y eso era algo que la deprimía, sentía que ser su niñera era de las pocas cosas que conseguía hacer bien aunque eso significara que Amanda, tenía vía libre para su aventura. En realidad lo que ella hiciera le daba igual, era una mujer adulta y honestamente la relación con sus amigas ya no es la misma, ya no confía en ellas para hablarle de asuntos personales. El primero en la lista siempre es Wes, Robbie, luego Aaron y Theo.
Luego de asistir por una semana completa a una inducción en la universidad Danielle, decidió hacerle una visita a Nic, para contarle lo bien que iba todo y lo muy emocionada que estaba por regresar a clases.
— Buenas tardes Danielle, no te esperaba hoy por aquí ¿qué puedo hacer por ti?
— Hola Carly, solo quiero ver a Nicholas un momento
— Ay no, lo lamento pero está con su novia y pidió que nadie los interrumpiera ¿quieres dejarle un mensaje?
— ¿Con su novia? —repitió sorprendida—. Si, una hermosa pelirroja súper elegante
— Oh Vanessa… —soltó apretando los dientes furiosa
— Sí, ese fue el nombre que me dio ¿quieres dejar un mensaje?
— Claro que sí, dame le block
Carly, sin pensar mal le dio el block y un lápiz para que Danielle, escribiera su mensaje.
Para la próxima hago cita,
no quise interrumpir.
Danielle Ross
Se despidió de la desinformada secretaria y se marchó. Debía hacer compras para su apartamento y para su gatita, así que decidió tomar una caminata antes de dirigirse a la parada del bus. Se la pasó toda la tarde recorriendo tiendas con los auriculares puestos antes de ir por las cosas de Muffin y comida para su despensa.
Cerca de las 9 de la noche Danielle, caminaba tranquilamente cargada con las bolsas del supermercado desde la parada del bus hasta su apartamento. Hace semanas que posponía la tarea ya que prefiere comprar comida hecha a cocinar, se le da fatal. Tarareaba a Bon Jovi con sus auriculares a todo volumen cuando un deportivo lujoso bastante familiar estacionado frente al portal de su edificio le enciende las luces para llamar su atención. Curiosa se acercó bajando las bolsas al suelo detuvo la música y se inclinó en la ventanilla, sabía que era Nicholas.
— Hola Nic ¿qué haces aquí?
— Te llamé varias veces al celular y como no respondiste me preocupé ¿Dónde has estado? —preguntó serio
— Ay, mi celular se descargó por completo y lo olvidé ¿ocurrió algo?
Y antes que Nicholas, pudiera responder un tipo que pasaba por la acera lo interrumpió. Le miraba descaradamente el trasero a Danielle, y no se arrugó a la hora de darle una nalgada haciéndola soltar un gritito por la invasión levantándose de la ventanilla en un segundo
— Ay primor, lo tuyo si está bien puesto
Sorprendida solo lo observó con la boca abierta lanzarle una morbosa mirada.
— ¡Que mierda!
Furioso Nicholas, bajó del auto y alcanzó al desconocido agarrándolo de la chaqueta amenazadoramente lo acorraló contra la pared del edificio.
— ¡No vuelvas a poner tus sucias manos sobre ella! ¡¿Está claro?!
— ¡Suéltame idiota, a menos que quieras acabar mal! —amenazó el desconocido
— ¡Tú vas a acabar mal! —le regresó sus palabras justo antes de darle un puñetazo
— ¡Nicholas, ya basta!
Intervino Danielle, jalándolo del brazo para que soltara al extraño antes que alguien acabara llamando a la policía.
Lo hizo. Sin muchas ganas pero soltó al tipo y permitió que lo alejara unos pasos pero no le quitó la mirada de encima al infeliz que se atrevió a tocar a su novia
-¡Y tú manos largas! —se giró para enfrentar al imbécil que acababa de tocarla—. No lo vuelvas a hacer porque como me pilles de malas te quedas sin dedos
Le advirtió al extraño dándole un empujón para que se largara de una buena vez.
— Sí, si ya me voy —se quejó mientras se alejaba con una de sus manos cubriendo el labio roto
— Y tú —volteó señalando a Nicholas—. ¿Qué te pasa? ¿Pretendías armar una pelea en la calle por nada?
— ¡Te tocó! No fue por nada —dijo furioso—. Debiste dejarme darle su merecido a ese degenerado
— No. Fue mi culpa por estar con el trasero como tiro al blanco
— No lo justifiques, no puede tocarte. Punto. —sentenció con la respiración agitada fulminándola con la mirada—. ¿Dónde estabas?
— De compras… ¡mis cosas! —chilló al recordar sus cosas tiradas en el pavimento. Las recogió mientras Nicholas, seguía con su ceño fruncido observándola
— Te debo una explicación —soltó calmándose
— ¿Tú a mí?
— Sí, tengo que explicarte acerca de Vanessa
Al escuchar ese maldito nombre levantó sus compras y dio un par de pasos atrás poniendo algo de distancia entre ellos.
— No, no es necesario. No quiero saber nada de esa mujer…, yo ya me voy a dormir
Caminó hasta la entrada al edificio intentando hacer malabares para sacar la llave del portal.
— Danielle..., escucha ella...
— No, no, no quiero saber ¡buenas noches!
— ¿Dónde crees que vas? ¡Danielle!
La agarró de la cintura deteniendo su intento de escapar de la conversación, esa mujer siempre arruinaba todo y ni siquiera era necesario que estuviera presente. Enojado le arrebató las bolsas que cargaba y con una mano la tomó de la barbilla para dirigir su mirada y advertirle
— No huyas de mí, siempre te voy a buscar y en este momento estoy muy, muy molesto
— De acuerdo —asintió dispuesto a hacerlo
— Tengo hambre y quiero irme a la cama ya vete a tu casa —suspiró agotada
— Ven conmigo a casa, hace días que no dormimos juntos y te extraño
— Tienes mucho trabajo, si te quedas o yo voy ninguno conseguirá descansar realmente, lo sabes
— Tengo una novia deliciosa
Sonriendo vuelve a tomar su mentón, esta vez para inclinarlo hacia arriba y poder besarla. Le arrebató nuevamente las bolsas y aguardó a que abriera la puerta para entrar.
— Estoy haciendo unos talleres de nivelación, para no regresar a clases y estar tan retrasada con las materias, quería contarte que me inscribí en dos más y que es divertido
— Cariño, eso es grandioso, sabes que me gusta si te hace feliz —la abrazó con cariño
— De acuerdo, que tal si ya te vas a casa y mañana vienes a cenar, podemos tener una cita
— ¿Cocinarás para mí?
— Lo intentaré, no sirvo para la cocina pero por ti valdrá la pena el intento
— No me lo pierdo por nada del mundo
— Mañana he decidido no salir del apartamento, quiero repasar y hacer un poco de investigación
— Mi universitaria, prometo que haremos las compras juntos
— No, eso significa que vas a pagar
— Por supuesto y los regalos no se rechazan
— Solo necesito un par de cuadernos
— Y un portátil, un bolso y unos lápices lindos
— Suficiente, mañana tenemos una cita y si se te hace tarde solo manda un mensaje, así no me levanto porque no pienso quitarme el pijama en todo el día
— De acuerdo, aunque no necesitas cambiarte, no necesitas vestirte
— Pervertido
— Provocadora, nos vemos mañana
— Descansa Nic
— Sueña conmigo…
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: Sí Señor (Porque Yo lo digo 2)