Sí Señor (Porque Yo lo digo 2) romance Capítulo 50

— No es higiénico Danielle —insistió

— Ay, no seas exagerado, no hace nada —señala a la pequeña bola de pelos gris

— Sácala de allí ahora mismo —exigió dándole una orden

— A ver —soltó el cuchillo sobre la tabla de picar—. Es mi cocina, no un ridículo restaurante diez estrellas, además Muffin, es solo un bebé de 3 meses, no tira pelos y no está tocando nada, solo espera sentada a que le dé algo de carne ¿a qué gato le gustan los vegetales? —explicó protectora—. No seas exagerado

Fulminándola con la mirada se plantó junto a ella para usar su altura como advertencia mirándola hacia abajo para sostenerle la mirada advirtiéndole

— Si crees que porque estoy enamorado de ti voy a permitir que me faltes al respeto, entonces estás muy equivocada Danielle

Literalmente con la boca abierta le sostuvo la mirada ¿qué había dicho para que se lo tomara tan mal? Pero no estaba dispuesta a permitir que la hiciera sentir pequeña ni mucho menos.

— ¿Sabes que es una puerta?

— No te hagas la graciosa, estoy hablando muy en serio

— Bueno yo también —lo fulminó con la mirada—. Ya basta, hoy no estoy de “ánimos” para esto así que haz el favor de usar la puta puerta si mi forma de hablar te resulta demasiado grosera

— No es a lo que me refiero —le advirtió soberbio

— Yo creo que sí. Lárgate.

Girándose tomó el plato con la carne, lo metió en la nevera y comenzó a recoger todo mientras murmuraba para sí misma furiosa porque ofendiera a su gatita.

— Tan dramática como todas las mujeres —se quejó al verla tirar las cosas al lavaplatos ruidosamente

— Largo, vete con otra que esté acostumbrada a tus gustos refinados, no pienso cocinar para ti jamás

Y tomando a Muffin, se alejó por el pasillo y se encerró en su habitación dando un fuerte portazo dejándole claro a Nicholas, lo molesta que estaba con su actitud. Dejó a la gatita sobre la cama y trató de controlar sus emociones, caminando de un lado a otro, tomando profundas respiraciones, no quería echarse a llorar otra vez, pero todo en su cabeza era un revoltijo y tan pronto como estaba furiosa, se angustiaba, todo le recordaba a Jazmín, si ella estuviese viva, definitivamente le habría llamado o escrito para contarle que su novio no quiere a su gatita… Se derrumbó junto a la cama. Cayó de rodillas cubriendo su rostro con ambas manos para que no se escuchara su llanto

— Danielle, abre…, por favor

Se escuchó del otro lado de la puerta junto con unos golpes. Por su parte Nicholas, se había calmado, estaba frustrado y se desquitó con la última persona con la que debería hacerlo

— Lo siento, soy un pesado. No debí hablarte de ese modo

— Solo vete a tu casa…, no voy a salir —dijo conteniendo la respiración para que no notara que estaba llorando

— Tienes que cenar, vi tu comida china intacta en la nevera

Tocó a la puerta intentando girar la manilla pero estaba con el seguro puesto.

— Solo vete a tu casa o a tu hotel…, quiero estar sola

Maldiciendo con los dientes apretados Nicholas, dio media vuelta, sabía que Danielle, estaba exagerando y que él, no estaba con el mejor de los humores, así que simplemente cruzó la puerta y se marchó.

Pero una hora más tarde regresó con un par de bolsas llenas de comida. La puerta seguía sin el seguro así que simplemente entró al apartamento, dejó las bolsas sobre el mesón de la cocina y fue hasta la habitación a buscarla. La puerta ya no tenía puesto el seguro y Danielle, se encontraba recostada en posición fetal con su gatita acurrucada junto a ella. Nicholas, hizo lo mismo, se acostó a su lado rodeándole la cintura con un brazo

— No debí reaccionar así, tienes razón Dani —le susurró al oído—. No sé dejar el cabreo del trabajo en la oficina, tienes que enseñarme cariño —pidió depositando un suave beso en su cuello

— Eres malo —susurró aferrándose a su gatita

— Lo soy…, y un idiota, perdóname, yo…, traje la cena, quiero hacer las paces —volvió a besarla en el cuello—. Incluí albóndigas extras para tu gatito, vamos, quiero ser bueno

Le apretó la cadera haciendo que saltara por el roce, tenía un tatuaje recién hecho que necesitaba unos días para cicatrizar.

— ¿Qué pasa? —se preocupó al verla sentarse en un segundo

— Nada —finge no haber saltado por el contacto—. Vamos a cenar, debes tener hambre después de un día tan largo

Murmura levantándose con cuidado de no despertar a su gatita. La arropó con una manta y salió de la habitación esperando que Nicholas, pronto la siguiera. Y lo hizo. Se encontraron en la sala, ella simplemente estaba de pie esperándolo

— Dani ¿está todo bien? No quiero meter la pata otra vez pero te veo decaída, quizás triste ¿qué pasa? —preguntó al verla tan pálida y ojerosa

— Estoy algo sensible, a veces solo necesito llorar un poco y se me pasa —se encogió de hombros llevando las bolsas de papel hasta la pequeña mesa en su “comedor”

— ¿Por qué quieres llorar? —quiso saber preocupado y algo confundido—. ¿Es lo que estuviste haciendo todo el día? ¿Llorar? ¿Por eso no has comido nada?

— Tal vez… —murmura agarrándose del borde de la mesa otra vez con ese nudo en la garganta, era un día difícil, no podía controlarse

— Mírame, maldición… —con cuidado la tomó de un brazo para girarla hacia él—. ¿Por qué has estado llorando?

— Como dice tristeza… “Llorar es mi modo de centrarme en el peso de los problemas de la vida” es una sabia —exhala intentando componerse

— ¿Tristeza? ¿De qué estás hablando?

— Nada, es un personaje de…, Nic, hay días en los que estoy sensible, solo eso, tu malhumor me pilló en un mal día, y es todo

— Mi malhumor jamás debió entrar por esa puerta, perdóname

— Bien, pero no vuelvas a hablarme de ese modo, me haces sentir menos y es la misma sensación que tenía cuando me gritabas en la oficina, cuando querías marcar la diferencia, ya no trabajo para ti, que te quede claro

— Lo sé, cometí un error

— ¿Cuándo pensabas decírmelo?

— ¿Qué? —no podía estar hablando en serio

— ¿En qué pensabas? ¡Marcaste tu piel sin consultármelo! —le reprochó

— No necesito autorización, es mi cuerpo —estaba algo impactada con su reacción

— Te recuerdo que estás en una relación conmigo y la gente siempre se fija en todo lo que hago ¡eso te incluye!

— Lo dices como si fuera por la vida enseñando mi abdomen ¡no tengo 15!

— ¿Qué mierda te hiciste? —ignoró su contestación y continuó mirando su piel rallada con la intención de levantar su camiseta

— No me hables así —le advirtió—. No soy uno de tus empleados, no me vas a intimidar con ese tono, de hecho todo lo contrario

— Explícamelo —exigió apuntando la cadera con su barbilla

— Bien —suspiró resignada a tener que abrir su corazón—. Es un pequeño ramo de Jazmines, es lindo, una flor elegante, simple y…, hermosa —levantó la camiseta revelando el tatuaje completo

— ¿Por qué la escogiste? —esta vez su voz se suavizó al comprender sus motivos

— Porque quiero mirarla todos los días… —confesó con la voz quebrada

— Dani…

— Ya lo sabes, quiero llevarla conmigo, no solo en recuerdos

— No digas eso Dani —intentó tocarla pero ella dio un paso atrás

— Mi…, murió y la extraño… —sorbió por la nariz aguantando el nudo en su garganta—. El tatuaje me hace sonreír, es hermoso…, como ella

— Oh mi amor…

Gimió conmovido, abrazándola con fuerza susurrándole que lo sentía y que era un hermoso tatuaje a lo que Danielle, respondió echándose a llorar desconsoladamente sobre su pecho desnudo, la pena, la tristeza en su llanto lo hicieron sentir como todo un idiota por no haberse dado cuenta que algo le pasaba.

— Hoy… —comenzó a decir aun con el rostro aplastado contra su pecho—. Es el…, son 2 años y yo…, yo quería, solo quería estar contigo y…, no pensar

Ya no pudo seguir hablando, lloraba desconsoladamente, no conseguía calmarse. Intentó apartar a Nicholas, en busca de privacidad pero no se lo permitió. En su lugar él, agarró una toalla y la guio de regreso a la habitación, la ayudó a tomar asiento y de rodillas frente a ella, le secó el rostro con delicadeza, Danielle, no dejaba de sollozar.

Preocupado Nicholas, la dejó un momento para buscar sus píldoras para dormir, le llevó un vaso de agua y la ayudó a meterse en la cama, la consoló toda la noche y no se permitió quedarse dormido hasta que ella lo hiciera primero.

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