Sí Señor (Porque Yo lo digo 2) romance Capítulo 53

Con ese brillo travieso en los ojos Danielle, le regaló una pequeña sonrisa y enseguida estuvo recostada sobre su torso besándolo lentamente como agradecimiento por su preocupación.

— No quiero que me trates con tanto cuidado —susurró sobre sus labios antes de volver a besarlo

— ¿A qué te refieres? Solo me preocupo por ti y quiero que estés a gusto

— Necesito que me trates normal, no como si fuera a quebrarme en cualquier momento

— De acuerdo ¿hay algo que desees hacer antes de pedir el desayuno?

— Si. Quiero que me penetres

— Wow, que directa —soltó sorprendido

— Sácate la ropa y trátame como un día normal

— Muy bien, si lo pides así no puedo quejarme

Siguiendo su petición la aparta con cuidado y se levanta para quitarse toda la ropa, su cuerpo estuvo listo para ella de inmediato así que fue al cajón de los medicamentos y sacó un condón. Regresó a la cama, se inclinó para besar a Danielle, que seguía recostada, le dio el preservativo y comenzó a quitarle la pijama con cuidado de no pasar a llevar su tatuaje, aun lo sentía sensible. Cuando la tuvo desnuda la apuntó con su erección y ella captó el mensaje. Rasgó el envoltorio y deslizó el látex por su pene que se sacudía al contacto de esos delicados dedos rosando la piel delgada y caliente piel de su pene.

Fue uno de esos momentos que por simples que sean significa más, mucho más. Nicholas, sabía que el trabajo debía hacerlo él, era el que guiaba así que se montó sobre ella, la besó con calma, sin prisas, nada los apuraba. Acarició su cuerpo, sus pechos, su clítoris antes de separarle las piernas y hundirse en ella, en su mirada, era un azul tan profundo que conseguía ver su alma. Jamás se sintió tan conectado a la mujer de la que estaba locamente enamorado. Le hizo el amor lento, muy lento.

— Te amo...

Profeso antes de retirarse y acurrucarse de costado, atrayendo su cuerpo caliente hasta pegarlo a su pecho en cucharita. La besó en el cuello y aguardó por una reacción

— Nic —suspiró su nombre abrumada con el sentimiento que llenó su pecho solo con escucharlo dedicarle esas dos palabras de un modo tan sincero que no había dudas de su verdad

— ¿Me amas Dani?

Un silencio. La pregunta le quitó el aliento, aun no le dedicaba esas dos palabras

— ¿Me amas? —insistió preocupado

— ...sabes que sí

— Vamos a superar esto juntos, te lo prometo

— Gracias por estar aquí...

Nic, apretó su cintura abrazándola con cariño y apoyo, no iba a permitir que su pérdida la destrozara. La quería sana y radiante como la chispeante mujer que conoció hace ya casi 3 años.

Acabaron durmiéndose acurrucados por dos horas. Desayunaron y luego de despedirse por unos 15 minutos Nicholas, finalmente se fue al hotel.

Definitivamente la mañana le había proporcionado una calma que no sentía hace mucho tiempo, el apoyo de Nicholas, era lo más importante en ese momento. Se quedó contemplando la puerta por un buen rato luego que se marchara antes de centrar su atención en el presente y la carpeta en el sofá. Sabía lo que era sin la necesidad de abrirla, escuchó la conversación que Nic, tuvo con Galvin, pero no fue capaz de verlo y se metió en el baño para serenarse antes de ir por el para intentar estar mejor.

Leyó todos los documentos, era el traspaso de los dos salones a su nombre. Un contrato actualizado que la convertía en la propietaria. Firmó. Iba a hacerlo. Tenía qué. Así que decidida a no seguir en el agujero negro en que estaba atrapada se dio una ducha y se vistió a conciencia, las palabras de Wes, le advirtieron a la hora de buscar qué ponerse y volvió a sentirse una persona luego de arreglarse y maquillarse. Solo así se sintió lista para llamar a Galvin, finalmente se atrevía a hacerlo aunque muy nerviosa, era primera vez que hablaría con él.

— Danielle, hola..., me alegra que llamaras —contestó enseguida

— Yo lamento... ¿podemos vernos? Me gustaría hablar en persona ¿si está de acuerdo?

— Por supuesto, sí, solo dime dónde y prometo llegar lo antes posible

— Quiero entrar al salón..., a su oficina ¿puede ser?

— Oh..., de acuerdo, iré ahora —accede no muy convencido

— Gracias Galvin

— Se lo de Rick —jadeó con dolor—. Soy tu tío, por favor llámame así Dani

— ¿Cómo...? —jadeó sin aliento

— Lo confesó y..., ahora entiendo por qué nunca estabas en la casa mucho tiempo y lo lamento, lamento lo que te hizo me hubiera gustado corregirlo a tiempo

— Vamos a continuar esta conversación en persona..., necesito enfrentarlo..., tío. Necesito estar rodeada de ella —pidió ignorando el hecho que alguien más supiera de ese episodio de su adolescencia

— Sí, creo que ambos lo necesitamos. Te veo en un rato Dani

— Gracias

Corrió por su chaqueta y su bolso antes de arrepentirse. Salió del apartamento y cuando ya estaba arriba del bus recordó llamar a Nic. Habló con Carly, al hotel pero no se encontraba en su despacho. Lo intentó al celular, respondió al segundo tono

— También te extraño —respondió Nicholas, al ver que se trataba de ella en la pantalla de su celular

— Voy de camino a verme con Galvin

— ¿Te sientes segura? Yo puedo encargarme Dani, no tienes que ir

— Niña, no lo dije por eso, quiero darte parte del dinero para que revivas a nuestra Jazmín

— Pero…, no puedo aceptarlo ¿con qué va a conseguir un nuevo lugar si me da parte del dinero? No

— No necesito tanto, pienso buscar un apartamento en un barrio tranquilo

— Es que…

— Solo piénsalo Jazmín, estaría de acuerdo en que fueras tú quien cuide de sus salones

— ¿Puedo ir a su oficina?

— Por supuesto, ve mientras yo llamo al abogado

— Ok

Antes de subir le dio la capeta con los documentos firmados. Uff, era difícil permanecer calmada estando en su lugar preferido, donde muchas veces cenaron mientras la ayudaba con su papeleo. Sin sus flores frescas y las cortinas abiertas la oficina parecía una cueva. Tomando aire, mucho aire fue hasta el cajón del escritorio donde su tía guardaba su libreta privada, le gustaba escribir textos en ocasiones poemas y momentos importantes. Solo por eso quiso reunirse en el salón.

Con la libreta de color lavanda en las manos se dejó caer en la silla contemplándola con tristeza recordando todas las veces que la vio escribiendo siempre con una sonrisa en el rostro, quería leerlo, necesitaba sentirse conectada a ella, la necesitaba desesperadamente…, con dedos temblorosos abrió la libreta acarició la hoja con su femenina y ordenada caligrafía, siempre usaba un bolígrafo azul para escribir. Pero no podía hacerlo allí así que cerró las páginas de golpe y se levantó, aun debía hablar con Galvin, sobre los salones, pero de pronto se sintió mareada y debió sostenerse del escritorio para no caer. Le tomó varios minutos componerse y cuando finalmente lo hizo buscó la libreta para salir de ese lugar, estaba en el piso y un sobre sobresalía de ella. De pronto sintiéndose desesperada agarró el sobre y lo abrió rompiendo un poco la carta en su interior y lo primero que hizo al reconocer la letra de su tía fue notar que la tinta era negra lo que significaba que era serio. Con miedo leyó, era una carta dirigida a ella y solo eso bastó para que comenzara a llorar pero no se detuvo y cada letra, cada párrafo era peor que el anterior se estaba desmoronando, no creía lo que sus ojos…, lo que su tía le contaba…

— ¿Danielle?

Escuchó que Galvin, la llamaba y asustada porque viera la carta la guardó dentro de la libreta y la metió en su bolso justo a tiempo, apareció por la puerta y solo con verla supo que no podía presionarla.

— Yo me…, creo que me siento un poco mal…

— Estás pálida, necesitamos salir de aquí, ven conmigo

Pero no se movió, Galvin, la tomó del brazo ayudándola a levantarse y a bajar las escaleras, estaba preocupado parecía estar en otro lugar con la mirada perdida. La sacó de la tienda y cerró el lugar.

— ¿Quieres que llame a alguien para que te recoja?

Danielle, solo negó con la cabeza.

— ¿Te llevo a casa?

Volvió a negar.

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