Sí Señor (Porque Yo lo digo 2) romance Capítulo 56

Llamó a Patricia, y le pidió que enviara ropa para Nicholas, lo antes posible. Luego marcó el número de Wes, habían quedado en verse el día anterior pero con toda la conmoción por una maldita carta que nunca fue enviada olvidó todo y eso incluía a su mejor amigo.

— Habla Wes —soltó automáticamente

— Hola Wesito, soy Danielle

— Oye, hola ¿cómo te sientes? ¿Dónde andas? —preguntó dulcificando su tono

— Me siento horrible, ayer íbamos a pasar el día y yo...—

— No hacen falta disculpas, tu novio me envió un mensaje, te llamé varias veces y decidió contarme un poco lo que pasaba

— Maldición, me abruma el modo en que cuida de mí…, es como si fuera otro —confesó tocándose la frente

— Preciosa, deja que lo haga, que aprenda a ser un buen novio

— ¿Podemos vernos?

— No se diga más, hoy no te libras de mí así tu galán trabaja un poco

— Quiero ir por una copa de helado

— Todas las que quieras ¿Te llevo algo?

— Ropa, anoche..., acabamos en el hotel y solo tengo el vestido que usé por ahí en algún lugar —comenta mirando alrededor de la habitación

— Quiero saberlo todo acerca de esa noche salvaje

— Piso 14, habitación 1422

— Toma una ducha, no quiero encontrarme con el olor a sus fluidos

— ¡Wes! —chilló ruborizada, tenía tanta razón

— Tengo que cortar, te veo en un rato

— Gracias

— Ventila el lugar antes que llegue —continuó divertido con sus bochornos

— ¡Oye!

— ¡Ya voy a cortar!

Sonriente como hace mucho tiempo no lo hacía, dejó el auricular inalámbrico en su lugar y se levantó con la única misión de registrar el mini bar. Tomó una botella de agua y una deliciosa barra de chocolate con almendras, estaba realmente hambrienta.

Nic, salió de la ducha solo 10 minutos más tarde cubierto con la bata del hotel sintiéndose un hombre nuevo tras una ducha reponedora. Buscó a su chica con la mirada y se dirigió a ella acomodándose en el sofá, examinó lo que hacía y en un ágil movimiento le robó un mordisco a su barra de chocolate.

— Estoy llenándote la bañera para que te relajes un rato —comentó acariciándole una de sus piernas

— Gracias, es justo lo que necesito, que dulce eres

— Bebé, lo último que quiero es ser dulce —insinuó juguetón-. Pero bueno dime ¿qué planeas hacer hoy? —continuó con sus caricias despreocupadas por su muslo

— Voy a pasar el día con Wes, va a traerme algo de ropa

— No te diviertas demasiado… —protesta un pelín celoso que su plan sea pasar el día con otro hombre

— Lo intentaré

— Quiero tenerte todo el fin de semana, sin interrupciones, ya estoy anotando un recordatorio mental para comprar más condones —comentó entusiasmado

— Mmm, que rico —lo provocó, apretando con las piernas esa mano curiosa que se encontraba acariciando su muslo

— Oh maldición, no me hagas esto, no puedo llegar tarde ¡y con una erección!

— Podríamos pasar el fin de semana aquí mismo sin nada de ropa y encargándonos de esas indiscretas erecciones —propuso mordiéndose el labio inferior muy dispuesta a llevar a cabo su idea

— No, iremos a mi casa, tengo una sorpresa —concluyó con ese tono de mando tan serio al que Danielle, estaba tan acostumbrada

— Pero cariñito, tienes mucho trabajo y no quiero que te estreses más de lo “normal”, si estamos aquí puedes relajarte y avanzar un poco en tus asuntos —intentó persuadirlo, no lo quería pegado al celular distraído

— Hoy se trata de eso, reunión con mi publicista por el asunto de la entrevista y mi nuevo abogado personal, espero quedar libre para las 6pm

— Bien, tú ganas, pero solo porque quiero estar todo lo posible contigo antes que inicien las clases, pero no quiero obligarte a nada

— Ves como acabas haciendo lo que digo, habríamos ahorrado delicioso tiempo si solo accedieras con un placentero “sí, mi amor”

— ¿Es lo que quieres oír? —preguntó divertida, aunque ya sabía la respuesta

— En estos momentos solo quiero quitarte mi camisa y ver tus hermosas tetas meterse en la bañera

— No quiero moverme —hizo un puchero—. Realmente necesito hacer ejercicio, mi estado físico es vergonzoso

— Nada de eso, primero quiero que veas un médico para que te dé una buena dieta para recuperar tu peso y mientras yo te pondré en forma —insinuó juguetón

— Sí, mi amor

— ¡Oh mierda! Se me acaba de poner dura —soltó sonriente al escucharla decir aquello

— Ya no sigas aguantándote, vamos hazlo rápido que tu ropa llega en cualquier momento

— Sabes que acabo haciendo todo lo que me pidas —sonrió abriéndose la bata

— Pero primero ve a cerrar la llave del agua o tendremos una inundación

— Te quiero desnuda cuando regrese —le advirtió excitado

Corrió de regreso al cuarto de baño para cerrar la llave del agua justo a tiempo, estaba a centímetros de desbordarse. Regresó con Danielle, y sin ceremonias se quitó la bata lanzándose sobre ella, abriéndose paso entre sus piernas, enterró su cabeza extasiado, este era el nivel de intimidad que siempre quiso tener con ella.

Cerca de una hora más tarde Wes, llegó a la habitación. Danielle, acababa de salir de un delicioso baño de burbujas para recuperarse del round en el sofá y el desayuno luego de eso, cuando le abrió la puerta a su amigo aun sentía que su cuerpo flotaba por las mágicas burbujas.

— Wow, te ves radiante Dani —saludó Wes, al verla solo en su esponjosa bata

— ¿Tú también? ¿Tan gruñona soy ahora? —soltó recordando a Nicholas

— Un poco amargada pero ya alguien está dulcificándote pequeña ciruela ácida

Boquiabierta por su broma lo observó alcanzarle el gancho con el hermoso vestido que quería que se probara. No estaba furiosa por que la llamara amargada, sabía que lo estaba, pero lo que tenía claro era que no quería seguir siéndolo más. Esta Danielle, rota y depresiva debía irse ¡y ya!

— Cierra la boca que te tragas las moscas —le soltó con la voz cargada de risa

— No hay moscas aquí —refunfuñó Danielle, observando el reducido espacio

— Bien sabelotodo, voy a llevar las cosas a la caja, y tú ya acaba de una vez

— ¡Un momento! —lo detiene—. No vas a comprarme todo eso, es mucho —advirtió sabiendo muy bien que ese era el plan

— Y qué, es la puta tarjeta de mi papi, me fastidia tanto si la uso como si no, tu pruébate ese vestido que yo me encargo de todo

— Pero Wes —intentó detenerlo, no quería que gastara tanto dinero en ella

— Preciosa, vas a entrar a clases, debes tener un nuevo guardarropas y verte siempre fresca

— No todo —claudicó

— Vamos, la última prenda antes del almuerzo o algo así, ya son casi las 5 de la tarde y luego vamos a tu chequeo

— Sí capitán

10 minutos después Wes, tocó a la puerta del probador de Danielle, se estaba tardando mucho solo probándose un vestido así que ignorando a la vendedora que le recordó que no podía entrar, fue a asegurarse que estuviera todo bien con su amiga

— Dani ¿todo bien?

En respuesta escuchó un sollozo así que fulminando a la mujer que solo hacía su trabajo le informó que tardaría solo 5 minutos, no estaba pidiendo su permiso, iba a entrar en el reducido espacio le gustara o no. Y lo hizo, encontró a su amiga con el vestido puesto y los ojos llenos de lágrimas

— ¿Qué pasa? —preguntó acunando su rostro entre sus manos con suavidad

— Nada, lo siento, solo estoy sensible

— ¿Quien llamó? —preguntó al ver que tenía su teléfono en la mano

— Nicholas —suspiró—. Es que..., está tan ocupado con el trabajo y aun así se preocupa que coma

— ¿Estás llorando porque llamó para saber si ya has almorzado?

Danielle, solo asintió sabía que sonaba ridícula pero sus sentimientos por Nicholas, ya no cabían en su pecho. Estaba enamorada, muy enamorada y lo más importante, el pasado finalmente estaba atrás. Su complicado comienzo estaba enterrado. Lo había decidido. Borrón y cuenta nueva.

— Estás tan enamorada de ese idiota ¿ya le dijiste las palabras mágicas?

— Sí —suspira posando sus manos sobre las de Wes, aun en su rostro

— ¿Y él?

— También…, hace un tiempo y fue tan…, honesto —gimió con sus emociones a la vista

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