Con mucho en qué pensar Danielle, decidió enfocarse en el trabajo, lo necesitaba así que se fue a la universidad sin mirar atrás. Estuvo todo el día con la cabeza metida en la computadora, cuando no estaba en sus clases, claro, se la pasó en la biblioteca en sus ratos libres investigando y estudiando acerca de eventos y estilos de la alta sociedad ya que un par de personas habían enviado solicitud a través de la página de “Divided” su empresa junto con Aaron y colaboración de Lina. Hasta el momento no se habían arriesgado, se mantenían en el ambiente de las fiestas y celebraciones donde además Aaron, trabajaba de DJ. El nuevo campo era perfecto para lograr esos ingresos extra que necesitaba y por supuesto que con ayuda de sus amigos, tanto Wes como Theo, prometieron llevarla a algún evento para que tomara nota de todo lo que necesitara cuando se los mencionó.
Se pasó toda la semana trabajando y agendando tantas visitas a clientes y eventos como le fueron posible, no dejó absolutamente ningún espacio libre. Nicholas, le envió un par de mensajes para saber qué hacía pero sus respuestas siempre fueron la misma “Con mucho trabajo”. Asustado por lo que el distanciamiento pudiera significar continuó escribiéndole, incluso le propuso ir a verla entre clases o al trabajo cuando tuviese un momento libre pero Danielle, lo rechazó, la verdad es que no quería saber de él, no quería verlo, deseaba estar enojada, tenía derecho a estarlo.
La semana fue larga y estresante, evitar a Nicholas, era trabajo duro, el idiota en ninguna ocasión dedujo que lo que debía hacer era simplemente disculparse, y Danielle, estaba dispuesta a evitarlo hasta que lo hiciera, quería que reconociera su error. Así que cuando el jueves de esa semana en la que trabajó 20 de las 24 horas diarias Nicholas, finalmente se atrevió a llamarla, no pudo rechazarlo
— Hola Nicholas —saludó de buen humor, o al menos eso quería que creyera
— Danielle, hola, pensé que saltaría el buzón —comentó algo incómodo
— Tengo unos minutos libres ¿qué sucede?
— Quiero verte, ha pasado casi una semana —suspiró soltando el aire con fuerza, sabía que era por su culpa
— Cuatro días, lo sé, hemos tenido mucho trabajo, es diciembre, la gente se vuelve muy sociable en esta época —comenta mientras le señala algo a uno de sus compañeros, se encontraban en la casa de uno de ellos preparando una presentación
— ¿Con quién estas? —preguntó al oír murmullos
— Estoy estudiando, preparando una presentación, de hecho, llevamos toda la tarde trabajando en eso
— ¿Dónde? —sus celos se hicieron presentes de inmediato
— Escucha Nicholas, no tengo tiempo para esto, nos tomamos solo 10 minutos para descansar, debemos prepararnos para mañana
— Claro, sí, yo solo quiero que nos veamos
— De acuerdo, mañana tengo la noche libre
— Mañana suena perfecto, puedo llegar a tu apartamento alrededor de las 6 de la tarde, luego del trabajo
— Seguro, te veo mañana, adiós
— ¡Danielle, espera!
— ¿Qué pasa?
— No es necesario que regreses el auto todos los días
— En un barrio como el mío ya lo habrían robado, no tengo estacionamiento y en la calle con suerte dura media noche
— Puedo conseguir un estacionamiento cerca de tu apartamento si quieres
— No es necesario, gracias
— Danielle, yo…
— Me tengo que ir, nos vemos mañana
Cortó antes que dijera algo que la ablandara, seguía herida por su actitud, soportar que Edith, la insulte gratuitamente por él y su famoso proyecto era agotador, además que ese auto regalado no fue tan así, llegó con las llaves y se lo impuso, lo usas o lo usas “lo compré para que no andes en bus” ¡ha! Vaya modo de hacer un obsequio.
Frustrado por su propia actitud y asustado por la distancia con su prometida, Nicholas, se mantuvo sereno, o es lo que intentaba. Estaba concentrado, más bien decidido a conseguir el viaje a Hawaii, y si para eso debía lamerle los zapatos a Kenneth, entonces estaba dispuesto a hacerlo si así el hombre se decidía de una vez a invertir y usar sus contactos para el Spa, que quiere incorporar a los servicios del hotel. Sabe que cometió un tremendo error con Danielle, pero su ambición nuevamente lo ciega y piensa que con mensajes de texto basta.
El viernes mientras Danielle, esperaba en su apartamento a que llegara Nicholas, solo podía pensar en lo molesta que estaba, en lo furiosa porque le ocultara cosas y en su actitud de mierda, pero aun así lo extrañaba, al menos quería verlo un rato, sabía lo ocupado que estaba gracias a Patricia, era su informante y le contaba lo poco que sabía acerca de sus ocupados días.
Las 6 de la tarde llegaron pero Nicholas, no. De acuerdo, siempre hay una primera vez para llegar tarde, sobre todo para él, pensó Danielle, así que lo esperó sentada en el sofá con su gatita en el regazo jugueteando con uno de sus peluches.
Una hora pasó y no había mensajes en su teléfono, así que eso para ella era motivo suficiente de preocupación. Lo llamó al celular pero de inmediato saltó el buzón de voz, tal vez estaba conduciendo y olvidó activar el bluethooth, no volvió a intentarlo, solo le escribió un mensaje preguntándole donde estaba, aguardó unos minutos más pero estaba impaciente y preocupada, así que tomando su abrigo bajó por un poco de aire, le vendría bien pese al frío invierno así que bajó sin percatarse que su gatita la siguió jugueteando con el cinturón de su abrigo. Fue el grito de dolor que soltó Muffin, cuando una bicicleta la arrolló. Su pequeño grito le atravesó el pecho como una cuchilla afilada, el ciclista salió volando por los aires chocando con unos botes de basura mientras que la gatita quedó tendida en el piso frío en un charco de sangre… cuando Danielle, la vio sintió que su corazón se rompía en micro pedazos, sin pensarlo se tiró de rodillas para auxiliarla llorando a mares mientras que la gente se amontonaba a su alrededor sin hacer nada
— Oye no la vi —intentó disculparse
— ¿¡Qué diablos hacías en la vía de peatones!? —gritó furiosa.
— Lo siento
— Ni siquiera hiciste un ring, eres un estúpido —lo acusó sin poder controlar las lágrimas
— Te pago el veterinario —ofreció sin muchas ganas
— ¡Metete el dinero por donde te quepa, imbécil!
Con cuidado levantó a su pequeña gatita y subió hasta el apartamento, Robbie, se asomó para ver lo que sucedía pero Danielle, le pidió que se regresara, no podía ver eso. La metió en la jaula que le había conseguido con su mantita, tomó su bolso y corrió al veterinario. Por suerte había una clínica no muy lejos y la atendieron de inmediato. Quedó internada y una vez que Danielle, consiguió calmarse la enviaron a casa, la doctora a cargo prometió llamarla en cuanto tuviese noticias sin importar la hora. Con el corazón roto regresó al apartamento, se dio una ducha para quitarse la sangre seca de las manos y rosto, no conseguía dejar de llorar, verla indefensa tirada en el piso fue doloroso como ni se imaginan. Se cambió de ropa y estaba preparándose una taza de té cuando recibió un mensaje de Nicholas
Nicholas [21:39]: En 20 estoy contigo
— ¿Qué pasa? Es tercera vez que lo pregunto, puedes por favor responderme
— ¡Que no pasa nada, maldición! —explotó frustrada
— Danielle, tú nunca me gritas ¿dime lo que pasa? —pasó de molesto a preocupado, parecía que al fin lo estaba entendiendo
— Eres pésimo en esto ¡no sabes ser un novio! —le reclamó perdiendo la paciencia
— No me grites
— Llegaste CUATRO HORAS TARDE, y ni siquiera me avisaste que te ibas a retrasar ¿qué te pasa a ti?
— Estaba ocupado
— ¿Tanto como para olvidarte de mí?
— Estaba en una reunión —espetó como si fuese obvio
— Eso habría sido una buena respuesta, un corto mensaje en vez de tenerme aquí esperando como una tonta, preocupada porque no me contestabas las llamadas
— No hagamos esto, no discutamos, hace días que no nos vemos y sabes que eso no me gusta.
— Lo sé, ahora por favor vete a tú casa, quiero estar sola —espetó conteniendo su rabia
— No, me voy a quedar contigo
— No tengo ganas, por favor, respeta eso, sabes muy bien que no estamos bien
— Danielle —advierte al escuchar su tono
— Entiende que no todo es como tú lo quieres —suelta frustrada—. Nos vemos otro día, cuando tengas tiempo para mí —le lanza con toda la intención de darle a entender que detesta que anteponga el trabajo a ella.
— No empecemos con eso, sabes que…--
— ¡Otro día! Por favor vete… —lo interrumpe harta
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