— No, claro que no Nicholas
— ¿Entonces?
— Creo que nunca la tuviste, solo hacías lo necesario para demostrarme o demostrarte a ti mismo que podías hacerlo, arreglar, solucionar tu error, ya sabes
— No hagas eso, dejas la oración sin acabar, es molesto —comenzaba a desesperarse ya no sabía cómo responder
— Allí es cuando tienes que usar tu cabezota y pensar en lo que acabo de decir imbécil ¡piensa!
— Sin groserías —la apuntó con el índice, conteniéndose para no soltar su mal carácter
— No lo hagas, no me señales con el dedo como a uno de tus empleados sumisos que aceptan tus gritos con la cabeza agacha
— Al grano
— Quieres cambiarme, no te gustó descubrir quién soy, solo intentas que me convierta en una más en tu mundo de plástico
— Eso no..., estás diciendo, ES ABSURDO —tartamudeó alarmado
— Soy absurda entonces
— No, yo no dije eso
— Claro que no...
— ¿Que se supone que quiere decir eso?
— Nada, estoy cansada, por favor, voy a pedirte que te vayas, me quiero acostar
— ¿Me estas echando?
— No, Nicholas, te estoy pidiendo que te vayas
— Danielle
— Sabes lo que tienes que decir si quieres arreglar esto
Sabía que todo eso era cierto, pero no podía decirle, no quería tener que hacerlo, ya bastante tenía con soportar a Vanessa, no deseaba eso para Danielle, así que se contuvo, se tragó su orgullo y solo asintió
— Buenas noches Nicholas
Aterrado por lo que estaba sintiendo, por sus palabras y por el hecho de no quererlo cerca no le quedó más que agachar la cabeza y marcharse, era lo último que deseaba pero Danielle, lo rechazaba reconocía el dolor en su hermosa mirada azul, era el culpable de ese dolor. Otra vez
En cuanto Nicholas, cruzó la puerta Danielle, se derrumbó en el piso de la cocina, comenzó a llorar y llorar desconsoladamente, tenía miedo que este fuera el fin, pero sobre todo estaba aterrada por lo que acababa de descubrir. Se sentía sola
ESTÁ EMBARAZADA. Muy embarazada, 4 meses son demasiados meses. No podía entender cómo era que no lo notó, claro ahora tenía sentido el hambre que sentía siempre y porque su cuerpo había cambiado. Le tomó un buen rato controlarse, necesitaba pensar en tantas cosas. Y entonces su panza rugió. Tenía hambre y pese a todo lo único que le quedaba claro es que ya no lo ignoraría así que levantándose del suelo metió uno de los recipientes que le dio Patricia, al microondas y fue por la libreta púrpura, quería a su tía. Instalada en el sofá con el recipiente con comida a un lado y su libreta al otro, escribió y escribió hasta quedarse dormida, eran las 2 de la madrugada. Pero unos 45 minutos más tarde Nicholas, entró al apartamento, no fue capaz de irse así que se sentó en los escalones hasta que Robbie, lo descubrió y lo invitó a su habitación, le aseguró que su mamá no estaba así que le hizo compañía hasta que el pequeño se durmió, entonces decidido regresó con Danielle.
Estaba acurrucada en posición fetal, tenía frío. Abrumado por lo que le hacía sentir y teniendo mucho cuidado Nicholas, se acercó a ella y la levantó, la libreta púrpura cayó al piso, no le prestó mucha atención solo la cargó hasta la cama, depositándola con cuidado sobre el colchón e iba a quitarle los zapatos cuando se despertó
— ¿Nic? ¿Qué…, qué haces aquí? ¿Qué hora es? —preguntó incorporándose
— Tranquila, recuéstate, estás agotada —acabó de quitarle los zapatos con delicadeza
— ¿Por qué volviste?
De todos modos se sentó en la cama, lo observó detenidamente, el lindo moño de su esmoquin ya no estaba, la camisa desabotonada llevaba su cabello alborotado y su mirada, su mirada tan oscura e intensa la pusieron en alerta
— Quiero decirte lo que pasa, pero puedo esperar a mañana, vamos recuéstate y entra en calor
— No, quiero escucharte
— De acuerdo —suspiró tomando asiento frente a esos grandes ojos azules
— ¿Qué pasa con Vanessa? La estás viendo, se encargó de informarme sobre su almuerzo y su “buen gusto”
— Las cosas no son lo que parecen, suena de mal gusto pero ella me sigue, averigua donde voy a estar y se aparece —explica molesto con esas encerronas—. No puedo correrla, no el lugares públicos y lo sabe
— Tampoco lo hiciste en tu casa —le recuerda sin ocultar su desagrado
— Lo sé, lo sé y no sabes cuánto me he arrepentido de mi comportamiento
Muy atenta a sus expresiones lo observó hablar, claro que notaba como le daba vueltas para no ir al grano enseguida, intentaba decir lo correcto para que lo que seguía no le pegara tan duro
— Danielle, lo que siento por ti no ha cambiado, te lo puedo asegurar, me duele esta distancia que has puesto entre nosotros, que no me toques ¡Dios! Extraño tus besos, tu sonrisa y el modo en que te preocupas por mí
— Es tú culpa, lo arruinaste tú solo
— Necesito espacio, tú soluciona la mierda de esa perra y yo me concentro en mi trabajo y las clases ¿puedes hacerlo?
— Por supuesto, voy a arreglarlo pero no quiero dejar de verte
— Lo necesito, tengo mucho en la cabeza y…, voy a ir a esa cena con tu papá pero luego me das tiempo
— ¿Me prometes que no vas a terminar conmigo?
— Nic —susurró sin aliento, no le gustó su mirada, de verdad tenía miedo
— Dani, dilo yo no quiero que me dejes solo, por favor
— No, pero hay asuntos pendientes y es la última oportunidad que tendremos, seguir insistiendo no tiene sentido
— Por supuesto, lo prometo no voy a volver a arruinarlo te amo
— Ve a casa Nicholas
— Bien pero…, el auto, úsalo
— Lo hago pero el estacionamiento…
— Tiene seguro
— Descansa Nicholas
Guiado por la desesperación y por el hecho que iban a seguir separados le robó un beso antes de levantarse de la cama y desearle buenas noches, sentía que en cualquier momento se echaba a llorar y no lograba contenerse, el miedo se apoderaba de su cabeza.
Abrumada y a punto de correr tras él, Danielle, se contuvo, esperó hasta oír la puerta para soltar su llanto explosivo y melancólico, lo dejó salir y luego se pegó a la ventana para ver a Nicholas, subir a su auto e irse a casa. Se quedó allí pensando con la frente en el vidrio hasta que su celular sonó con una notificación. Era Nic
Nicholas [03:48]: Te amo
Danielle [03:49]: Yo también te amo Nic
Tomando profundas respiraciones se sentó al borde de la cama intentando controlar sus emociones, no quería seguir llorando, no quería culparse de nada, esta vez quería hacerlo mejor. Por primera vez se permitió soñar, desearlo…, se abrazó el vientre y prometió que solo haría lo mejor para el bebé…
— Lee, hola, sé que es tarde y espero que tengas tu celular en modo nocturno…, necesito verte ¿crees que puedas venir un fin de semana? Te extraño y necesito tu ayuda…, nadie está muriendo pero creo que es importante. Llama.
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