Ahogado soltó la mano de Danielle, y se puso de pie, necesitaba aire o acabaría explotando
— ¿Ya podemos ver a papá o tengo que seguir aguantando sus estupideces?
— ¿Qué estupideces? —lo provoca a propósito—. ¿Hablas de la preocupación que tenemos por el hecho que quieras meter a otra facilita a la familia? ¿Hay que mencionar a esa otra mujer para que lo veas?
— Para —le advirtió muy en serio señalando a su mamá con el dedo, no iba a permitir que se metiera con Danielle
— Aún no nos cuentan porqué tu brillante prometida acabó renunciando en primer lugar —continuó Irene
— Asuntos personales, no es necesario entrar en detalles mamá
— Sé muy bien lo que eso significa, ser la otra no siempre te da lo que esperas y una pataleta para llamar la atención o renunciar para conseguir lo que quieres no siempre funciona —continúa con su provocación
— Basta mamá, no hemos venido para esto
— Nic… —susurró Danielle, tomando su mano—. No me ofende, tranquilo
— ¿Ofenderte? ¡Niña, estoy diciendo verdades!
La cada de Irene, pasó de petulante a sentirse insultada en un segundo, ella no quería a Danielle, y realmente no le importaba que fuese la prometida de su hijo.
— ¿Mías o suyas? —preguntó Danielle, con su voz más serena
— ¡Detente ahí! —chilló Irene
— Con todo respeto Señora Irene, no hice nada por interés, Nicholas, confiaba mucho en mí por mi trabajo, no por mi trasero, si de verdad lo conoce bien entonces debería tenerlo claro, no es ese tipo de hombre
— ¡Fuera de mi casa! No te voy a permitir que me hables así
Así de fácil la mujer perdió la paciencia, se levantó de su asiento y se acercó hasta Danielle, amenazante con toda la intención de intimidarla.
— Levántate ¡ahora! —exigió—. No te permito que me hables así, no eres más que una maleducada y grosera
— Mamá ya basta. Si tienes ganas de humillar o descalificarla para quedar bien ante tus “admiradoras” entonces estas mal, no hemos venido para esto, no la traje para esto y por cierto su respuesta no tiene nada de grosero
— ¿Cómo te atreves a defenderla? ¡Soy tu mamá, me debes respeto!
— Sí, y Danielle, es mi prometida, no la traje para que intentes pisotearla, discúlpate
— No
— Como quieras, vamos Dani
Danielle, se levantó y dejó que la alejara de la sala pero no podía permitir que la actitud de Irene, ocasionara más problemas entre Nic, y su familia.
— ¿Estás seguro que quieres dejarlo así?
— Tranquila, es su actitud de siempre, no sé por qué me sigo sorprendiendo
— Puedo disculparme si así se calma —ofreció sin problemas mientras caminaba a toda prisa por un pasillo
— Sobre mi cadáver —se negó rotundamente deteniéndose de golpe para mirarla a la cara
— Dramático —le dedicó una sonrisa agradecida por su respuesta aunque estaba dispuesta a hacerlo.
— No tienes porqué aguantar esta estupidez, me niego a dejar que manipulen mi vida o que intente controlarla, ya no soy un niño
— No, ya no lo eres
Con una segunda mirada cargada de complicidad y en la misma noche Nicholas, miró a las tres mujeres que no paraban de hablar entre ellas de pie en el umbral de la sala y sin poder contenerse les habló con fuerza, serio, ya no se los permitiría nunca más
— Iremos directo al despacho de papá, que bueno verlas saludables, buenas noches.
— ¡Nicholas Allen! No te atrevas a marcharte de ese modo, no te crie para que me des la espalda de esta manera
Y como si acabara de darle un golpe en el rostro ardió en cólera y se acercó amenazante, cortando la distancia, su paciencia había llegado al límite
— ¡No lo hiciste! —bramó con amargura—. Las empleadas me criaron, tú estabas muy ocupada intentando verte perfecta para esas fiestecitas como para recordar que tenías hijos
— ¿Eileen? ¿Vas a sacar a esa mujer justo ahora? —casi se echó a reír
— Detente mamá —le advirtió al reconocer la malicia con que se dirigía a él
— ¿Se lo contaste? —señaló a Danielle
— Nic, no caigas en su juego, quiere provocarte para que pierdas la calma
Pidió Danielle, en voz baja preocupada porque Irene, pudiese ser tan cruel como para usar ese delicado y traumático momento en la vida de su hijo solo para “ganar a pelea”.
— Mamá, me habría gustado que aceptaras mi compromiso y no que intentaras sabotearlo con tus malintencionados comentarios, pero veo que no vas a cambiar nunca, ya no soy el mismo de antes, voy a hacer lo que yo quiera, no lo que tú demandas
— Pasaste de una pobretona a otra ¿no aprendiste la lección? Vas a estar en boca de todos y esta niña no lo va a soportar
— Frida, fue un error, no voy a volver a repetirlo. Un matrimonio arreglado, le pagué ¡lo sabes!
— Nic, ya es suficiente, salgamos por algo de aire —pidió Danielle, al verlo tan agitado
— Perdóname cariño, mi intención no era hacerte pasar por esto al traerte aquí
Le dedicó una mirada a su hermana que se mantuvo en silencio, sabía que no estaba de acuerdo con su mamá, pero le permitía manipularla
— ¿Quién es Eileen? —pregunto Kristall, preocupada
La expresión en el rostro de Nicholas, se quebró, ya no era el hombre furioso y frío, no podía responder esa pregunta, le dolía solo escuchar aquel nombre y su hermana lo notaba, Danielle, decidió tomar la palabra y responder a su pregunta.
— Si algún día quieres arreglar las cosas con tu hermano puedes buscarlo con toda libertad y preguntarle, estoy segura que le hará bien explicártelo Kristall.
Rodeándole la cintura a Nicholas, lo empujó en la dirección en que la llevaba hace unos instantes. Solo se detuvieron cuando la distancia fue lo suficiente, solo lo abrazó reconfortándolo en silencio, temblaba solo de escuchar que mencionaba a Eileen
— Solo 10 minutos y nos largamos, lo prometo —susurró aferrado a ella
— Respira Nic, no te alteres por favor
— No saben comportarse…, mencionar a Leen, fue un golpe bajo incluso para la reina de la manipulación —reconoció sintiéndose dolido, traicionado
— Ella no entiende el dolor que te causó todo lo que sucedió, sabe que solo nombrarla te debilita, lo toma como tu kriptonita
— Ya no la soporto, critica todo lo que hago, deberías leer los correos que me escribe, está pendiente de todo y solo me da órdenes, soy su hijo…
— Acabemos con esto, debemos salir de aquí pronto o nos contagiaremos de su amargura
— No voy a volver a traerte a este loquero, te lo prometo
— No, no lo es
— Quiero que lo sea, quiero compartirlo todo contigo
— ¿Para qué? Cuando estés enojado y no haya nadie cerca con quien desquitarte lo harás conmigo y me lo sacarás en cara, no quiero eso, no quiero nada
— Danielle, no deseo estar separado de ti, necesito verte
— Tus necesidades son la prioridad ¿Qué hay de lo que yo necesito?
— Voy a solucionar el problema con Vanessa
— No es solo esa horrible mujer, lo sabes, somos nosotros, las cosas están…, tal vez no nos conocemos lo suficiente y…, tal vez es demasiado pronto
— NO. No digas eso quiero casarme contigo —alarmado tomó su mano y no apartó la mirada
— Entonces demuéstralo —exigió frustrada, ya no sabía qué más decir para que se pusiera en su lugar
— Lo hago, lo voy a solucionar
— Otra vez esa respuesta automática. No quiero ni imaginar cómo sería si el hijo de la zorra de Edith, golpeara al tuyo ¿a cuál le darías más importancia? ¿Al malcriado para quedar bien con el cincuentón o al tuyo que se hizo daño?
— ¿De qué estás hablando?
— Estoy hablando de ti, si prefieres el trabajo sobre mí, entonces no hay nada que hacer, quédate con tu trabajo, no te voy a causar más problemas pero ya deja de hacer promesas que no podrás mantener, estoy cansada de creer en ti, estoy agotada…
— No digas eso, soy complicado, cerrado y…, si hay algo que quieras decirme por favor hazlo prometo que voy a mejorar
— Nic —lo interrumpió al ver a Elías, entrando en la cocina
— Voy a luchar por ti y nuestra boda hasta que seas mi esposa, no me voy a rendir Danielle —continuó
— Solo necesito mí tiempo, por el bien de ambos
— Hijo ¿qué sucedió con la cena?
Preguntó Elías, llegando a la mesa. Llevaba su bastón y gafas de lectura.
— Papá, sabes lo que ocurre cada vez que mama y yo nos vemos ¿de qué quieres hablar con Danielle? Acabemos con esto de una vez, queremos irnos
— Nicholas, calma, bebe algo mientras Danielle y yo hablamos en mi despacho
— ¿Qué? No, vamos a hablar los tres
— No, Nicholas
Abrumado intentó encontrar un pretexto para evitarlo, pero observar a su papá y a Danielle, a la espera de su aprobación lo hizo recapacitar y pensar ¿es esa conversación de padre y prometida que él también debería tener con el papá de Danielle? Al parecer lo era.
— Bien, pero si en 15 minutos no has acabado de decirle lo que sea que necesitas hacer voy a entrar en esa oficina y se acaba. La noche ya es una mierda, no quiero volver a toparme con Irene
— De acuerdo, 15 minutos hijo
— Voy a esperar cerca, solo tienes que salir si no te sientes cómoda
— Está bien
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Sí Señor (Porque Yo lo digo 2)