— Dani, desde el primer momento en que te vi en urgencias supe que eras una persona increíble, no me decepcionas, me alegra tanto que seas mi amiga
— Doctor Lewis, se ha puesto melancólico y ni una copa ha bebido
— ¡Somos terribles bebiendo!
Y le arranca la primera carcajada de la noche con ese comentario, Lee, se emborracha luego de la primera copa y ella…, bueno le ha hecho la cruz al alcohol, ahora con justa razón.
— Bueno, esto es lo que haremos mañana —anuncia—. Vendré con el desayuno para los tres, avisa a tus profesores que no te encuentras bien de salud, voy a hablar con un amigo para que podamos hacerte un chequeo completo y te haré un certificado o lo que necesites para que no tengas problemas con tus clases, luego podemos ir por tu gatita ¿a qué hora puedes ir?
— Tengo que esperar la llamada de su doctora
— De acuerdo, llama a Wes, para que cuide de Robbie
— No quiero mentirle a Wesito…
— Díselo entonces —sugiere
— Es que tengo miedo, no me atrevo
— Solo pídele que venga mañana temprano y yo hablo con él, sobre el pequeño
— Me siento una cobarde —deja salir el aire con pesar
— Cierra la boca, claro que no
— Lee, es que…, nada —suspira abatida
— Muy bien señorita, vamos a recoger todo esto, tienes que descansar y yo sorprender a mi mamá
— Espero que eso del cuarto de costuras siga siendo un proyecto
— Lleva años diciendo que va a convertir mi habitación en su cuartito de costuras, ni siquiera tiene máquina de coser.
La mañana siguiente Danielle, se despertó por susurros cerca de ella, no quería abrir los ojos, se sentía cansada, dio varias vueltas en la cama intentando seguir durmiendo pero cuando sintió golpes en la puerta y que alguien atendía se obligó a levantarse. A paso lento, bien lento se sentó al borde de la cama, se frotó los ojos adormilada y se levantó, fue a su armario a buscar ropa limpia y se encerró en el baño. Al dirigirse a la sala se encontró con Lee, Robbie y Wes, sentados en el sofá comiendo donas y la simple imagen de sus amigos la puso de muy buen humor. Eso y el gran abrazo del pequeño en cuanto la vio.
— ¡Buenos días Dani!
Saludó Robbie, con entusiasmo mientras la tomaba de la mano para que tomara su lugar en el sofá y le ponía una dona arcoíris en la mano para que desayunara
— Gracias Robbie, son mis favoritas
— Lo sé ¿quién crees que trajo una docena de ellas? —insinuó Wes, a su lado
— Gracias Wesito —le sonrió algo nerviosa, su mirada era extraña esta mañana
— ¡No te atrevas a morder esa dona! —la detiene Lee—. Señorita, tenemos exámenes que hacerle así que no puede comer hasta más tarde
— Pero tengo hambre —hizo un puchero mientras contemplaba la suave y esponjosa dona
— Glotona, hoy vamos a almorzar juntos, ya han sido suficientes días sin vernos, te extraño y quiero que sepas que estoy deprimido y celoso y un poco feliz y molesto, Lee, tuvo que escribirme porque tú no lo recordaste anoche
— ¡Ay no! Es cierto, discúlpame Wes, mi cabeza está…, llena
Preocupada le sostuvo la mirada hasta que sintió la mano de Lee, sobre su hombro. Se lo había contado, ya lo sabía
— Ahora mismo quiero que hagas todo lo que Lee, te pida, sin protestas, vamos a encargarnos de todo de ahora en adelante, no estás sola
— Solo quiero que cuides a Robbie y que por nada del mundo regrese a ese apartamento
— Ni que lo digas, yo mismo lo amarro a una silla si lo intenta —bromea guiñándole al niño sentado en la mesita junto a la caja de donas
— De acuerdo, creo que hoy me voy a llenar de pizza, tengo hambre
— Ya veremos lo que dice la nutricionista, ve por tus cosas, nos vamos luego de mi llamada
— No tardo
Wes, a su lado se levantó primero ofreciéndole su mano para ayudarla a ponerse de pie, necesitaba hablar con ella un momento antes que se fuera así que la acompañó hasta su habitación, la observó unos minutos buscar sus cosas antes de hablar.
— ¿Cómo te encuentras? Robbie, me contó lo de Muffin, lamento haber estado desconectado
— Tienes vida Wes, no pasa nada, ya se encuentra mejor y hoy puedo traerla a casa… —suspira pensando en la patita que ya no tiene
— ¿Cuándo te enteraste? ¿Por qué no me llamaste? ¿Qué pasa con Nicholas? ¿Por qué no está aquí?
Le preguntó al notar cómo su respiración se volvía irregular sobre la camilla. Ya se había cambiado por la bata y le había aplicado el gel sobre su abdomen.
— Creo que estoy temblando y no porque ese gel esté tan frío
— ¿Te dijeron algo cuando te dieron la noticia, algún detalle?
— Nada, además del hecho de..., de, ya sabes
— Incompetentes, voy a guardar silencio unos minutos mientras examino, no te asustes si arrugo el rostro, es mi modo de concentración
— De acuerdo
— Acomódate bien y respira profundamente, intenta calmarte, todo va a estar bien
Asintiendo nerviosa siguió sus instrucciones, cerró los ojos y lo dejó hacer su trabajo mientras ella pensaba en Nicholas y cómo le diría lo que sucede, deseaba hacerlo, no quería ocultarle nada, Wes, tenía razón, Jazmín, querría esto, por ella sería fuerte y haría todo mejor. Dejaría a un lado sus problemas porque pasara lo que pasara entre ellos, Nic, es el papá y merece saberlo sin importar sus errores. Se lo diría.
— Bueno, es un hecho amiga mía, estás muy embarazada y… —presionó un par de botones en la máquina—. Este —un clic más—. Es el latido de nuestro bebé
— Ay no, ya voy a llorar otra vez —dijo mientras hacía pucheros intentando contenerse
— ¡Llora todo lo que quieras! Lo vamos a hacer bien, te lo prometo Danielle
Tomando largas y sonoras respiraciones Danielle, intentó controlarse, los latidos se sentían tan fuerte que un hormigueo sacudió su cuerpo, un extraño escalofrío la hizo sentir incómoda de un modo “correcto”.
— Voy a…, a necesitar un Doctor —susurró hipnotizada con la pantalla que mostraba una cosita que suponía era su bebé
— Dani, yo voy a ser tu Doctor
— Por supuesto, pero cuando te vayas a Australia voy a necesitar alguien a quien fastidiar con preguntas tontas
— De tontas nada, ya terminamos aquí, voy a buscar a mi amigo, quiere que hablemos, vístete tranquila.
— ¿Puedo mirarlo un poco más?
— Todo lo que quieras bonita, salúdalo de mi parte
Le guiñó concediéndole un momento a solas con la imagen de su bebé. Era real, mil por ciento real. Por más de 10 minutos permaneció recostada en la camilla pensando en las palabras de Wes ¿de verdad era su segunda oportunidad? Ya no podía continuar evitando los problemas, debía solucionarlos de una vez. Lo primero de su lista es descubrir cómo se lo dirá a Nicholas. Pero para eso necesitaba que él, le demostrara que hace lo mismo, eliminar los problemas que los llevaron a su situación actual.
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