— ¿Dani?
— Sigo aquí —respondió pensativa
— ¿Qué pasa?
Preguntó acercándose a ella, continuaba viendo la imagen de su bebé aunque por su expresión ya no pensaba solo en eso.
— Estoy bien —extendió su brazo para tomar la mano de Lee
— ¿Y esa expresión?
— Solo debe ser hambre y que no sé cómo decirle a Nic, de…, de nuestra… ¿nuez?
— Tranquila, te daré un día más, hoy podemos dedicarnos a mimar a tu gatita y llenar tu despensa con comida apropiada, tienes que visitar a la nutricionista, ella te dará una dieta y alimentos que puedes y no comer ¿de acuerdo?
— Sí, ya voy a vestirme, no tardo
— Arriba señorita
Con una sonrisa en el rostro Lee, la ayudó a levantarse y mientras ella se cambiaba en el baño privado de la consulta le envió a su correo las primeras imágenes del bebé. Cuando estuvo lista fueron con la nutricionista, quien resultaba ser la esposa de su amigo. Al acabar la llevó a la cafetería del hospital y le compró algo de comer
— Necesito hablar con mi amigo, te traje un chocolate caliente y galletas, iremos por Muffin y luego a casa a almorzar con los chicos, quiero que descanses el resto del día. Tienes mucho en qué pensar y una gatita que mimar
— Gracias Lee
— Es un placer Dani, no tardo, come un poco
Acabaron llegando a la clínica veterinaria a la una de la tarde, Danielle, estaba tan impaciente y distraída con lo que estaba pasando que ni siquiera recordó llevar la jaulita para transportar a Muffin, por suerte Lee, conducía el auto de su mamá. Así que de una vez se acercó al mostrador y le indicó a la recepcionista que la Doctora Alexa, la esperaba.
— No te impacientes, vamos recuerda que tienes que estar tranquila
— Lo sé, es que me pone nerviosa verla lastimada, es un bebé
— Te ves adorable, ya suenas como una mamá —comenta sonriente
— Lee
Intentó protestar pero la verdad es que no sabía qué decirle ¿de verdad había sonado así? Sin darle tantas vueltas al asunto decidió tomar asiento y esperar pero nada más acomodarse en la silla Nicholas, entró por la puerta y ella como un resorte se levantó preocupando a Lee, a su lado la siguió unos pasos algo confundido. Pero cuando vio a quién observaba supo de qué se trataba
— Solo respira profundo, no te voy a presionar para que hables con él, justo ahora
— Lo sé, yo solo…
— Que tierna como te pones nerviosa, es tu maldito prometido —rió bajito con complicidad
— Lenguaje
Por su parte Nicholas, y sus alarmas se ponen alerta en cuanto ven a un “hombre” demasiado cerca de su prometida y hablándose muy íntimamente. No lo duda y camina hacia ella con esa expresión seria que tanto lo caracteriza
— Nicholas
— Hola Danielle
— ¿Está todo bien, qué haces aquí? —se preocupó por su gatita
— Muffin, está bien Dani, solo he venido a firmar los papeles del alta
— Oh, yo no te he agradecido por lo que haces por mi gatita
— Lo hago por ti y no necesito agradecimientos por eso
Su sinceridad la afectaba sobre todo cuando estaba siendo tan formal, directo y sumamente serio, le provocaba una extraña sensación.
— De acuerdo
Nicholas, iba a decirle algo cuando la Doctora aparece por la puerta y la llama para explicarle los cuidados y medicamentos que debe darle a su mascota dejando a Nicholas, a solas con Lee.
Desconfianza irradiando de todo su cuerpo ante el desconocido acompañante de Danielle, no podía evitarlo y la sonrisa en su rostro lo estaba cabreando como nadie, pero no podía ir y mandarlo a la mierda, exigirle que no se acerque a su novia así que se esforzó, sin mucho éxito intentó sonar despreocupado al preguntarle quién demonios era, de donde se conocen
— Nos conocimos en urgencias hace 3 años, no recuerdo exactamente la fecha, creo que le robaron los zapatos y luego nos volvimos a encontrar cuando, soy obstetra, cuando supo que estaba embarazada, soy Lee, Lewis Douglas, mucho gusto Nicholas, finalmente nos conocemos
Ofreció su mano a modo de saludo, la que Nic, tomó con algo de recelo, se conocieron justo después que Danielle, lo plantara. Lo recordaba perfectamente porque luego se comportó como un idiota y casi la pierde por su bocota.
— Nicholas Allen —acepta el apretón de manos con su saludo automático.
— Me perdí la fiesta de compromiso, felicidades por eso, tienes a un humano increíble a tu lado
— Gracias, soy afortunado —murmura pensativo
— Ni que lo digas, solo tienes que confiar en ella
— Claro…
Compartió con sus amigos mientras tenían un gran almuerzo, solo faltaba Mika y Leo para tenerlos a todos juntos. Pero la intromisión de su mamá al atreverse a contactar a Nicholas, no la dejaba tranquila, no dejaba de pensar en ello, así que se encerró en su habitación y la llamó
— Danielle Duncan, hasta que haces el esfuerzo y me llamas
— ¿Con qué derecho te atreves a escribirle a Nicholas?
— Mi hija está comprometida y nadie me ha pedido autorización
— ¿De qué estás hablando? No eres parte de mi vida hace casi 10 años, una extraña es lo que eres
— Soy la única que supo cómo ayudarte, de lo contrario ahora serías una adicta
— Ángela, ya basta dime ahora lo que quieres conseguir haciendo este circo de la mamá preocupada
— Vendrás a cenar el lunes y no se diga más, los espero a las 7 de la tarde. Se puntual
— Espero que sepas comportarte, “mamá”
Estaba furiosa, esa mujer no era nadie para meterse en su vida, lo había dejado claro la última vez que se vieron. Alterada regresó a la sala con los chicos para el postre, realmente trató de calmarse, necesitaba hacerlo por su salud, pero como últimamente nada sale como ella lo espera los gritos de la mujer que se hace llamar mamá, acabaron por amargarle la tarde. La “vecina” salió al pasillo a gritar a todo pulmón, llamando a Robbie, finalmente había recordado que tiene hijo, pero solo fue para mandarlo a la lavandería con la ropa sucia. El pequeño se despidió rápidamente de los chicos y corrió a su apartamento solo para ver como su mamá metía un gran canasto al ascensor y le lanzaba algunas monedas para que se encargara
— No quiero que pierdas mi ropa o voy a vender uno de tus juguetitos para reemplazarla
— Si mamá
— Y no te tardes, vendrán a dejar un paquete y debes recibirlo ¿está claro?
— Si mamá
Lo envío al -1 a la oscura lavandería y regresó al apartamento. Mortificada y furiosa Danielle, regresó al apartamento, buscó algo para abrigarse le dijo a Lee y Wes, que se marcharan, estaría con Robbie, el resto de la tarde. Agarró su celular y la jaula con Muffin, y bajó a ayudar a Robbie. Pasaron el rato juntos lavando ropa interior y sábanas. Por ningún motivo iba a dejar al pequeño solo haciendo el trabajo de esa mujer.
Por la noche Lee, regresó con la cena, pero no había nadie en el apartamento. Dejó las bolsas junto a la puerta y la llamó. Se encontraba ayudando a Robbie, a cambiar las sábanas de su camita.
— Recuerda cerrar con llave la puerta de tu habitación, si te molestan te vas a mi apartamento ¿de acuerdo?
— Lo prometo Dani, descansa mucho, mañana iré a darle sus medicamentos a Muffin, muy temprano para que duermas un poquito más, Lee, dijo que debes descansar mucho
— Grandioso, desayunamos juntos entonces
De un fuerte abrazo se despidió del niño y lo dejó. Pero en cuanto salió de allí y vio a Lee, lo abrazó y se echó a llorar deprimida por la situación que Robbie, con solo 12 años debía soportar, se sentía tan impotente.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Sí Señor (Porque Yo lo digo 2)