Por otra parte Danielle, llamó a Lee, para contarle que Nicholas, ya lo sabía y que quería que cenara con ellos para que le diera más detalles, el Doctor, aceptó entusiasmado esperando que esta vez su encuentro fuese mucho menos tenso. En silencio entraron en la casa y tomados de la mano se instalaron en la sala a donde llegó Patricia, para saludarlos.
— ¿Les gustaría algo en especial para la cena?
— Queremos pasta al pesto para la cena, tendremos dos invitados
— Encantada ¿les ofrezco algo de beber?
— Limonada y una cerveza para mí
— Si les parece bien puedo preparar algunos bocadillos mientras se prepara la cena
— Gracias Patricia
Nicholas, observó a Patricia, abandonar la sala con algo de impaciencia, deseaba estar a solas con Danielle, y no pasó por alto el hecho que ella apenas saludara a su empleada doméstica.
— ¿Te encuentras bien?
— Sí, yo solo..., discúlpame estaba pensando y..., nada, me siento nerviosa
— ¿Por nosotros?
— Sí Nicholas —suelta el aire que inconscientemente estaba conteniendo—. No quiero que nuestros problemas sigan afectándonos, tengo 4 meses y eso significa que tengo que cuidarme mucho...
— ¿4 meses? —repitió sorprendido
— Son 18 semanas y apenas me entero, me siento una irresponsable por no darme cuenta, me la he pasado trabajando y estresada con los problemas con la universidad, me he esforzado para que mi papá no lo note cuando me llama y el tema de Robbie, me tiene agobiada y llena de rabia, me siento agresiva, impotente, ya quisiera sacarlo de ese apartamento y llevármelo lejos..., pero no es justo para él..., a pesar de todo aun quiere a su mamá y me parte el corazón verlo triste
— Dani... —susurró sobrecogido abrazándola protector—. Juntos vamos a arreglar todos los problemas, te lo prometo, nuestro bebé llegará a un hogar bueno y tú ya no tendrás que preocuparte por nada, vamos a estar bien
— ¿Qué va a pasar con Vanessa y Edith?
— Haré lo que sea necesario, confía en mí por favor, estoy solucionándolo, solo necesito tiempo
— Te he extrañado mucho
Confesó escondiendo el rostro en el hombro de Nicholas, aferrándose a ese abrazo con todas sus fuerzas.
— Yo también cariño, lamento haberme apartado tanto —se alejó unos centímetros para poder mirarla a los ojos—. Quiero que sepas que tú y nadie más que tú son lo más importante, eres el maldito amor de mi vida, por muy cursi que suene
— Es bastante cursi —sonríe ruborizada
— Me provocas ser un cursi, debilucho
— ¿Debilucho?
— Sí, quiero y voy a darte todo lo que me pidas sin importar qué
— No necesito nada, solo que me apoyes porque esto me tiene muerta de miedo, hay una vida dentro de mí y no quiero hacerle daño
Emocionado con la convicción en las palabras de Danielle, no se aguantó, desde que la vio que quiere besarla, así que acunando su rostro entre las manos lo hizo, trasmitió su cariño, devoción, determinación y amor solo con el contacto de sus labios.
— ¿Qué pasa con la universidad? ¿Ese profesor se está metiendo donde no debe?
— No y no quiero hablar de eso justo ahora, solo necesito que me abraces
— Eso iba a pasar de todos modos.
Durante la cena Lee, se encargó de darle todos los detalles “técnicos” a Nicholas, respondió todas sus preguntas, y eran muchas, le pidió copia de todo, iba a asegurarse que Patricia, conociera la dieta que debe tener Danielle, de ahora en adelante y él mismo se encargaría de cuidarla estaba decidido a hacerla sentir segura, quería que perdiera el miedo, no iba a hacerle daño, de eso estaba absolutamente seguro pero el temor que experimenta es todo a causa del accidente.
— Muy bien chicos, creo que ya es hora de un descanso, es importante crear un hábito de sueño, es decir que las 8 horas deben ser obligatorias y en el mismo horario
— Muy bien cariño, es hora de ir a la cama —asintió Nic, a lo que Lee, decía
— De acuerdo
— Voy por algunas cosas y nos podemos ir
La besó en la mejilla antes de dejarla en la mesa con sus amigos, era su segunda rebanada de tarta y Lee, solo se lo permitió como excepción, tampoco puede abusar de tanto azúcar.
— ¿Ya te sientes mejor? Porque no has parado de comer desde que nos sentamos a la mesa —soltó Wes, con una sonrisa
— Espero que no te importe dormir en el sofá esta noche Wesito —comenta regresándole la sonrisa burlona
— ¿El sofá? Hace frío, podríamos acurrucarnos los tres contigo en medio y dormir calentitos
— Amigo, si quieres conservar tus huevos más te vale no bromear con la cama —intervino Lee
— Doctor vagina, no seas aguafiestas, sería como una pijamada
— Creo que los dejaré solos un momento, voy a buscar a Nic
— Ten cuidado con el sexo salvaje, nada de azotes ni acrobacias por una larga temporada
— ¡Lee! No te juntes demasiado con Wes y cierra la boca, ni siquiera había pensado en sexo hasta ahora
— Que no se te ocurra ponerte cariñosa hoy, en tu apartamento se escucha TODO
Sonriendo divertida por las ocurrencias de sus amigos Danielle, se encogió de hombros antes de dirigirse a la habitación con Nicholas. No podía negar que se sentía extraño regresar luego de casi dos semanas, todo estaba perfecto, como es usual, la habitación seguía siendo maravillosa, se tomó unos minutos para admirar todo el lugar desde el umbral, no pudo apartar la amarga sensación que le provocó el encuentro con Vanessa, en ese mismo lugar, le revolvía un poco el estómago el pensar en ese problema con ella que no sabe si ya se resolvió.
— ¿Qué haces allí parada? —interrumpió sus pensamientos—. Vamos Dani, ven aquí
Con voz suave y cariñosa Nicholas, le pidió que se acercara, pero no esperó a que lo hiciera y dejando a un lado su bolso fue por ella, la tomó de la mano metiéndola de una vez en la habitación y guiándola hasta el borde de la cama para que tomara asiento le dijo
— No pienses en ella, voy a eliminarla de nuestras vidas permanentemente
— ¿Ella te importa? —preguntó preocupada
— Creo que no te estoy entendiendo
— Es que... —comenzó a decir pero guardó silencio ordenando sus palabras—. Yo quiero decir que, si ella es importante o si le tienes cariño... —hizo otra pausa—. Si me pidieras que me alejara de alguno de mis amigo yo no podría hacerlo y no quiero obligarte hacer algo así, no quiero obligarte a nada que te haga sentir triste
— Danielle —suspiró conmovido—. No me obligas a nada, Vanessa, por mérito propio me ha demostrado que nunca fue sincera conmigo, siempre se acercó con la intención de llamar mi atención, todo lo hacía para que me fijara en ella como mujer, nunca podría verla de otra forma y a estas alturas ni como amiga la quiero, de verdad, no me obligas a nada —aseguró levantando su barbilla para que lo mirara a los ojos
— De acuerdo, pero promete que si cambias de parecer me lo dirás
— Te lo prometo bebé, no te agobies —pidió conmovido
— Bueno yo…, yo vine a decirte que Wes, se está quedando conmigo
— ¿Y su casa? —arrugó su ceño
— Su horrible papá lo ha arruinado, se cobró favores creo que ilegales, le quitó todo, incluso bloqueó sus cuentas bancarias personales, lo dejó en la calle ¿qué clase de padre hace eso?
— Quiero consentirte, acostúmbrate —advirtió tomando el brasier para cubrir sus tentadores pechos—. Es una lástima tener que ocultarlos, se ven más grandes
— No, sin brasier, los tengo sensibles
— ¿Te duelen? —preguntó hipnotizado
— Un poco, creo, están más pesadas
Absolutamente perdido en aquella parte de la anatomía de su novia que tanto le gustaba mirar, tocar y devorar acercó las manos lentamente acariciándolas con mucho cuidado, con suavidad, adorándolas.
— Si sigues frotándolas así puede que te cumplan 3 deseos —rió divertida
— Hecho, pero no queremos que el genio se levante justo ahora, Robbie, quiere saludarte, hablamos y le dije que tendremos un bebé
— Oh...
— No te pongas nerviosa, se ofreció como mi pequeño ayudante
— De acuerdo, ya tengo frío, ponme ropa, mis manos se congelaron, ya no funcionan
— Encantado
Tomó una camiseta y una sudadera para arroparla, luego fue por ropa interior y pantalones.
— No los abroches, me aprietan —confesó apenada
— Es emocionante, quiero verte embarazada, con linda ropa maternal
— Nic...
— Tendremos que comprar pantalones y ropa interior
— ¿Y el desayuno?
— Vamos caprichosa, te voy a alimentar
— Espera, necesito zapatos
— Te voy a cargar, te dije que iba a consentirte
— No, yo puedo caminar y necesito unos calcetines
— Acostúmbrate
— Pero si lo hago ¿quién va a cargar mi mochila entre clases? —bromeó
— No dudes de mi habilidad para cuidar de ti, estoy dispuesto a no dejarte sola ni para ir al baño
— No sé si me guste eso, no puedo hacer pis con público
— Ya aprenderás. Ahora vamos que se nos enfrían lo waffles
— Muero de hambre
Se sentó al borde de la cama a ponerse los calcetines, pero Nicholas, se los arrebató de las manos y arrodillándose frente a ella se los calzó juguetón, sabía que cuando le tocaba las plantas de los pies le provocaba cosquillas
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Sí Señor (Porque Yo lo digo 2)