No muy convencido la soltó para que enfrentara a su mamá. La observó pararse y encararla con la frente en alto, ambas se miraron a los ojos con odio y desprecio y era mutuo. Entonces Danielle, alzó la voz y gritó
— ¡Te odio maldita hija de perra! ¡Te odio a ti y a tu enferma mamá de mierda! Ojalá tú te murieras, ojalá Jazmín, estuviera aquí, no mereces nada, ni siquiera a esos pobres niños que tratas como conejillos de india
— ¡FUERA DE MI CASA!
Ángela, llegó hasta donde Danielle, estaba de pie dispuesta a darle una bofetada más allá de furiosa, pero no esperaba que Nicholas, la detuviera.
— ¡SUÉLTAME INFELIZ, SUÉLTAME!
— Olvídate de mi existencia, lo conseguiste, te quedaste sin esta parte de tu vida que tanto te avergüenza, se amargada, continúa criando a esos pobres niños del modo en que lo haces y en cuanto tengan la suficiente inteligencia ELLOS te van a abandonar, una vez más demuestras que no sabes ser mamá
— ¿Qué sabes tú de eso pendeja adicta?
— Sé sobre eso también señora, y sobre sus medicamentos y sobre el pasado del señor Duncan y ahora sobre su patética existencia, aunque ya me había comentado brevemente de su abandono.
Finalmente le soltó el brazo y tomó a Danielle, la mano dispuesto a sacarla de allí, pero entonces vio a los niños de pie en el umbral de la puerta y fue con ellos. Quería explicarles lo que estaba pasando
— ¡No te atrevas!
— Cierra la boca Ángela, eres patética
— ¿Yo soy patética? Tú, lo eres al arrastrar a ese pobre imbécil a tu miseria
— Miseria, la única que hizo miserable mi vida has sido tú y esa abuela desquiciada que ya nadie visita, tal vez ya esté muerta Jazmín, era la única que se encargaba de visitarla y claro está de mantenerla ¿o me equivoco?
— Métete en tus asuntos
— Por supuesto ¡claro que lo voy a hacer! Desde hoy no existo, no ¡tú no existes para mí!
— Pobre niña sola —intentó burlarse
— Déjalo, lo sé todo, sé quién eres Ángela Duncan, sé la clase de persona que eres y nunca dejaras de ser
— Falso
— ¿Lo digo en voz alta? —la desafió tan segura como nunca en su vida
— Solo… —comenzó a hablar pero entonces vio a los niños hablando con Nicholas—. Solo lárgate
— Eres una extraña, no somos familia y nunca lo seremos.
Fue con Nicholas, se disculpó con los niños y les dijo que si alguna vez la necesitaban solo tenían que buscarla y ella con gusto los recibiría y les explicaría lo que quisieran saber.
Aun agitados subieron al auto y se dirigieron a casa de Nicholas. Danielle, necesitaba comer, sentía fatiga y algo parecido al alivio, eliminar a esa mujer de su vida, pese a cómo sucedió fue bueno. Eso y contar con su prometido de apoyo.
La mañana siguiente fue lenta y silenciosa Nicholas, sabía que ella necesitaba descansar, tuvo pesadillas toda la noche y quería estar a su lado cuando abriera los ojos. Muy temprano desactivó su alarma e hizo lo mismo con la de Danielle. Se acomodó a su lado no dejó de abrazarla cuidando su sueño. Alrededor de una hora más tarde Nic, tomó su celular para escribirle a Wes, recordó el calendario que Robbie, hizo para Muffin, se aseguró que tuviera sus medicinas, sabía que sería lo primero que haría Dani, en cuanto se repusiera.
Cerca de las 9 de la mañana Danielle, se despertó pero no se movió ni dijo una sola palabra, se mantuvo abrazada a Nicholas, pensativa, continuaba dándole vueltas a todo el asunto con Ángela.
— Dani, eres valiosa, mereces respeto
Susurró Nicholas, después de casi una hora necesitando aclararlo y oír su voz, estaba preocupado por ella, la noche anterior tampoco habló mucho.
— Te amo —murmuró Danielle, aferrándose a su novio abrazando su abdomen
— Te amo y te respeto, solo quiero que lo sepas amor
— Gracias Nic
— ¿Puedes con el desayuno? Anoche te escuché vomitar
— Si, es que se me revolvió el estómago con todo lo que pasó
— Despiértame si no te sientes bien, haremos esto juntos incluyendo los malestares —insiste acariciando su espalda desnuda
— Solo fue un momento..., prometo avisarte si me vuelve a pasar
— Eso me gusta más, quiero apoyarte
— Suena lindo, esto entre nosotros es…, lindo
— Tendremos un bebé, juntos Dani, no podría pedir más…
— ¿De verdad quieres un hijo?
Aun no se creía que quisiera un bebé, no después de su historia, su infancia tan complicada y fría por parte de unos padres demasiado ocupados para hacerse cargo ellos mismos de sus propios hijos. Necesitaba saberlo, quería estar preparada, lo último que deseaba era presionarlo a algo
— Claro que sí, desde que me contaste del embarazo, la primera vez, cuando lo dijiste yo sentí esto en mi pecho, la idea de tener algo tan importante contigo, algo que nos una de por vida me emociona, formar una familia contigo es lo que siempre he querido solo que no lo sabía aun
— De acuerdo, vamos a tener un bebé, juntos —suspiró con ilusión conteniendo las lágrimas de emoción
— Nuestra propia familia a la que proteger —susurró Nic, con la misma ilusión
— Un niño feliz sin problemas, con papás felices y buenos papás
— Si mi amor, no cometeremos los mismos errores, ya verás que serás la mejor mamá y tendrás que ayudarme a aprender
— Ya veremos quién ayuda a quién
— ¿Lista para desayunar? —pregunta con una tremenda sonrisa en el rostro
— ¡Nic! Tengo que ver a Muffin, lo olvidé por completo —chilló sentándose en la cama de golpe
— Wes, la está cuidando, le envié un mensaje hace unas horas ¿tomamos una ducha? —sugiere acariciando su espalda con los dedos
— Tengo hambre, después ¿de verdad te preocupaste de mi gatita?
— Iremos luego
— De acuerdo, entonces no hagamos esperar a Lee ¿podemos invitarlo a cenar?
— Por supuesto mi amor
Eufórica por como la hacía sentir con esa ternura en su forma de hablarle volvió a besarlo antes de salir del edificio para dirigirse a la clínica.
Todo estaba bien, los exámenes que Lee, le realizó confirmaron que el embarazo iba perfecto, solo debía subir unos kilos para llegar al peso ideal en sus 19 semanas de gestación, pero el resto fueron buenas noticias y emoción. Cuando Nicholas, se paró junto a la camilla mientras Lee, realizaba la eco y pudo ver y oír el latido de su bebé sus ojos se emocionaron, se llenaron de ilusión brillando cargados de lágrimas que se resistía a dejar caer, pero qué Danielle, derramó por ambos al recordar sus palabras de esa misma mañana.
Para la media noche ya estaban en la cama con Muffin, ronroneando hundida en una almohada. La noche perfecta pensó Danielle, mucho mejor que la anterior, se durmió casi enseguida realmente aliviada y sintiéndose segura en los brazos de Nicholas.
La mañana siguiente se despertó al oír murmullos, Nic, ya no estaba en la cama y ahora Muffin, ocupaba su lugar, inquieta se levantó y se dirigió a la sala, allí lo encontró sentado en el sofá junto a Wes, hablaban muy serios y en voz baja, pero en cuanto la vieron cambiaron su expresión por una sonrisa.
— ¿Sucede algo? Se ven muy serios, bueno ya no pero es extraño
— Ven aquí cariño
Pidió Nicholas, extendiendo su brazo para invitarla a sentarse en su regazo. Con gusto Danielle, aceptó acurrándose del frío en los brazos de su prometido.
— Hola mamá oso ¿dormiste mejor?
— Aun no estoy gorda —se quejó—. Pero si, anoche dormí muy bien Wes
— ¿Desayunamos? —preguntó Nic
— Aun no, acabo de despertar y mi estómago sigue dormido
— De acuerdo
— ¿De qué hablaban? —volvió a preguntar preocupada
— Le estaba pidiendo a Wes, que te cuide este fin de semana, tengo que viajar y por más que me encantaría llevarte conmigo no quiero provocarte algún malestar, anoche volviste a vomitar, dormiste bien pero a las 4am cuando te levantaste al baño lo hiciste y otra vez no me avisaste
— Es que…, me estaba lavando las manos y el aroma del jabón me revolvió el estómago, no me contuve y eso fue todo, lo prometo —explicó sintiéndose culpable por no avisarle pese a que se lo prometió
— Tendremos que cambiar varias cosas entonces —suspiró Nic, pensando en sus aromáticos productos de aseo personal
— Gracias a Dios, el aroma a fresa en todo ya me estaba mareando —bromea Wes
— ¡Oye, qué malo eres!
— Vamos Dani, ve a ducharte y desayunemos, tengo hambre y los cupcakes que trajeron me están volviendo locos con su aroma —pidió Wes
— ¡Ya voy!
Mientras Danielle, se encontraba en la ducha Nicholas y Wes, reanudaron su conversación, lo hicieron solo cuando estuvieron seguros que ella no los oía.
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