Sin Darnos Cuenta romance Capítulo 17

La noche ya ha caído en esta playa, y la improvisada fogata que hemos hecho es la encargada de iluminarnos junto a la luna mientras estamos sentados abrazados frente a la misma. —¿Quieres?— Me pregunta ofreciéndome un trozo de su sándwich, el cual hemos comprado en un pequeño supermercado antes de venir aquí.

Sonrió y muerdo el sándwich aun en su mano. —Delicioso.— Comento mirándola fijamente una vez que he tragado la comida.

—Permíteme. — Comenta y se suelta de mi para con su otra mano limpiar los restos de mayonesa de mi boca. —Me gusta mucho tu barba, aunque me hace cosquillas.— Me dice y luego me besa de manera muy dulce.

—A mí me gusta todo de ti. — Replico pícaramente.

—Franchesco, ¿te puedo preguntar algo? —

—Lo que tú quieras siempre. — Digo firme mientras que vuelve a llevar su brazo por detrás de mi espalda.

—¿Si te has olvidado del todo de ella?— Inquiere y no puedo evitar sorprenderme ante sus dudas.

—¿Estas dudando de lo que me sucede contigo?— Le cuestiono mirándola.

—No, yo te creo, pero, es que hace un poco más de un mes tú estabas llorando desconsoladamente por ella...— Se explica.

—Y tú por él. —

—Vale...— Dice como dándome la razón.

—Dana, mírame. — Digo soltándola y me giro para quedar sentado mirándola a ella.

Me imita y sonríe tímidamente. —Te miro. –

—Tú y yo hemos dicho muchas cosas después de aquella primera vez. Dijimos de no enamorarnos, que solo la pasaríamos bien... que seríamos solo padrinos de despecho... pero, el amor no funciona como queremos. Es claro que los dos estamos muertos de miedo con todo esto porque no lo esperábamos, pero no pensemos más. — Acaricio su rostro suavemente —Déjate llevar mi niña. No pienses más si ha pasado un mes y medio o un año desde que nos rompieron el corazón. Piensa en lo que nos sucede a nosotros. Piensa en que estamos aquí solos y que tu piel y mi piel detienen el mundo. —

—No me vengas las frases que lees por ahí. — Bromea haciéndome reír.

—Vale, pero el resto es realmente lo que siento y pienso. — Digo entre risas y cuando menos me lo espero, ella deja el sándwich sobre el plato de papel y se sienta de frente sobre mí con sus piernas a cada lado de mi cuerpo.

Toma mi rostro entre sus manos y me sonríe ampliamente —Como dice una canción por ahí... "quiéreme por dos minutos o por cien eternidades."— Me dice mientras amarro mis brazos a su cintura.

—Yo voy por las cien eternidades y un poquito más...— Le dejo saber y robo un suspiro.

—¿Por qué eres tan lindo?— Me pregunta pícaramente.

—¿Y tú? ¿Por qué eres tan jodidamente perfecta?—

—¿Jodidamente perfecta?— Pregunta haciéndose la interesante.

Me acerco a su boca, la beso, y muerdo su labio inferior haciéndole reír —Si, eres jodidamente perfecta. — Repito —Eres preciosa por fuera, pero más aún por dentro. Me encanta cada detalle de ti... tu cabello, tus ojos, tu boca... tu rostro completo... me fascina la geografía de tu cuerpo que me invita a recórrelo a cada instante... me haces reír porque eres divertida... me haces enloquecer porque eres sensual... eres inteligente... Dana me merezco un golpe en la cabeza por haber sido tan ciego. Te tuve delante de mi durante los últimos diez años y recién ahora te veo como debí haberlo hecho siempre. — Digo bajo su atenta mirada.

Ella acerca su rostro a mí y comienza a dejar suaves besos en mi cuello —Haz lanzado toda la artillería pesada, y me has dejado sin defensas. — Me dice sin dejar de besar mi cuello.

—El que se ha quedado indefenso aquí, soy yo...— Le dejo saber mientras comienzo a delirar por ella.

—Yo te vi Franchesco... pero, luego me coloqué la venda y seguí de largo. Tú también eres jodidamente perfecto.— Me dice sin dejar de torturarme con su boca.

—Dana... que me comienza a estorbar la poca ropa que llevo puesta. — Le advierto entre risas y ríe conmigo.

—Pues me gusta que te estorbe, porque a mi también comienza a estorbarme esto...— Dice y sin dejar de besar mi cuello y hombros, lleva sus manos a su espalda y comienza a desabrochar la parte superior de su bikini dejándome sin aliento.

—Me gusta mucho cuando haces cosas así. — Comento y ahora soy yo quien comienza a besar su cuello.

Inclina su cabeza hacia atrás y me va dejando recorrerla con mi boca —Y a mí me encanta cuando haces cosas así...— Dice con su respiración entrecortada.

Sin poder pronunciar palabra alguna, nuestros cuerpos pierden el control incitados por la manera que nos besamos y que nos tocamos. Encontramos la manera de que la ropa desaparezca sin separarnos y es así como nos dejamos llevar bajo la atenta mirada de la luna.

Dos días después: Julio 10

Todo o, mejor dicho, casi todo tiene un final y ese final le ha llegado a nuestras mini vacaciones juntos. Estamos entrando al piso después de estos días increíbles y todo se ve diferente. Quizás es porque ahora es mi novia, o tal vez sea porque me he enamorado hasta los huesos de ella, sea como sea, nada es igual a como lo era unos días atrás y me encanta que sea así.

Lleva su maleta aun lado de la sala y se queda parada allí con sus brazos en jarra mientras me mira algo confundida —¿Qué sucede?— Pregunto sin poder soportar más la manera tan extraña en la que me mira.

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