Sin Darnos Cuenta romance Capítulo 14

De la cantidad innumerable de veces que ella y yo hemos pasado juntos en una playa; esta ha sido la más especial de todas. Aquellos "te quiero" que nos hemos dicho bajo los rayos del sol y con las olas del mar golpeando nuestros cuerpos han significado demasiado para los dos.

Muchas veces le había dicho "te quiero", pero como amigo. Los "te quiero" que le he dicho esta tarde han sido "te quiero" de esos que se dicen cuando el corazón comienza a latir de una manera diferente por alguien. Al igual que ella, tengo pánico de volverme a enamorar, pero cuando la veo mirarme como lo hace esos miedos van desapareciendo.

— ¿En qué tanto piensas? — Me pregunta saliendo del baño, y al mirarla me quedo con la boca abierta.

Se ve deslumbrante. Ese vestido color blanco pegado a su cuerpo y con escote pronunciado le queda increíble. Su pelo completamente alisado y ese maquillaje en tonos grisáceos resaltan sus preciosos ojos.

—Pensaba en lo bien que la estamos pasando aquí juntos, pero ahora... es que Dana... me has dejado sin aliento. — Le digo como un idiota y me pongo de pie para acercarme a ella.

—Tú también te ves muy guapo. — Me comenta cuando tomo sus manos entre las mías. —Ese pantalón te queda increíble. — Me dice mirándome detalladamente y rio ante su comentario.

—¿Ah sí? ¿Te gusta? — Pregunto pícaramente y asiente.

—Mucho, pero luego te digo bien por qué... mejor vayamos. — Propone.

—Mejor; te encantara el sitio que me han recomendado.—

—Muero por ir...— Dice llevando sus brazos por encima de mis hombros.

—Y yo por besarte. — Contesto con una enorme sonrisa y acorto la distancia entre nuestros cuerpos.

—Entonces bésame. Yo también muero por besarte. — Dice con una enorme sonrisa y sin más comienzo a besarla de una manera dulce, como queriendo disfrutar del sabor de sus labios... de lo suaves que son...

—Que exquisito que besas. — Murmuro sobre sus labios.

—Franchesco... vamos. — Propone entre risas.

—Vamos, luego más tarde, te cuento otras cosas que me gustan de ti. —Bromeo y finalmente logro separarme de ella para que salgamos de esta habitación.

[...]

—Franchesco...— Dice totalmente sorprendida cuando entramos al restaurante y observa lo hermoso que es.

El restaurante está ubicado en una especie de cueva que tiene una vista increíble al mar y la tenue iluminación hace que todo se vea mucho más romántico —¿Si te ha gustado?— Le pregunto bajito mientras seguimos al camarero que nos ubica en una de las mesas con la mejor vista del lugar.

—Es increíble. — Responde cuando ya estamos sentados y el camarero se ha ido. —Si sigues así, conseguirás lo que buscas. — Me dice a media voz y yo solo la observo fijamente.

— ¿Enamorarte? — Me atrevo a preguntar.

—Sí, y es que cualquier mujer puede caer rendida a tus pies con detalles así. ¿Usas esta táctica siempre? — Cuestiona pícaramente.

—Tú sabes muy bien que no Dana. Conoces muy bien que el hombre romántico que la gente cree que soy, no soy yo...— Le dejo saber.

—Pero, esto si es romántico. En realidad, el destino que has elegido, el hotel, no sé... todo en general es romántico.— Expresa.

—Es que contigo me nace hacer estas cosas. Yo no sé si es porque nos tenemos tanta confianza, o porque te conozco tan bien y sé lo mucho que te gustan las historias de amor. — Le digo con una media sonrisa y ella ríe.

—Sí, pero en los libros. Tú sabes perfectamente que jamás he vivido una historia romántica.—

El camarero interrumpe nuestra conversación para tomar la orden de bebidas y luego de que pedimos unos cocteles, él se retira.

— ¿De verdad no has vivido ninguna historia romántica? ¿Tus novios no han sido románticos contigo? — Inquiero. Si he conocido a sus novios, pero no sé exactamente qué tipo de relación tenían.

—No Franchesco. Más de cenas en algún que otro restaurante y noches de supuesta pasión, no han pasado. — Me confiesa tímidamente.

—No entiendo... es que yo se lo mucho que te gusta el romanticismo, los detalles... aunque, también sé que eres muy relajada para muchas cosas. Es extraño, eres una perfecta mezcla entre las dos cosas.—

—Tu4 también. Te dedicas a decir que no eres romántico, pero de no serlo no podrías ser el artista que eres. — Replica haciéndome sonreír.

—Quizás no había encontrado con quien ser romántico. —

—Y yo tampoco—

—Pero, también sacas mi lado más salvaje cuando estamos piel a piel...— Le digo haciendo que sus mejillas se prendan fuego.

—Y tú... es que me desconozco cuando estamos a solas... en mi vida me hubiese imaginado estar contigo como lo hemos estado hasta ahora. — Dice bajito.

—Pienso que somos un complemento perfecto. — Me animo a decirle.

—Es posible... pero, como hemos dicho esta tarde; vivamos todo esto como debamos vivirlo y sin presiones. Tú y yo podemos ganar muchas cosas juntos, pero también podemos perder muchas otras. —

—Podría perderme en ti toda la eternidad. — Le confieso sobre sus labios y sus ojos se abren de par en par.

—Y yo dejaría que lo hagas. — Responde firme y vuelve a besarme.

En medio de nuestro beso giramos en la cama y ahora soy yo quien queda debajo de ella. Tal como lo hice yo; ella comienza a viajar por mi cuerpo a punta de besos y me termina de desnudar cuando se encuentra con mi bóxer. Ahora soy yo quien está delirando bajo su experta manera de provocar mi cuerpo. —Dana, por favor...— Digo incoherentemente y unos pocos minutos después deja de torturarme y regresa lentamente a mi boca.

Nuevamente giramos por el colchón y así es como posiciono mi cuerpo totalmente expuesto por lo que ella causa en mi sobre el suyo. Mis manos viajan por sus piernas y las aparto para lentamente entrar en ella sin dejar de mirarnos a los ojos. Muerde sus labios, se aferra a mi espalda, y me besa —Me encantas...— Dice y bajo el sonido de sus palabras comienzo a moverme en ella.

—Me vuelves loco. — Rebato y la beso desesperadamente en medio de mis embestidas.

Nuestros cuerpos no se detienen, los gemidos musicalizan la habitación, y su piel y la mía desprenden placer de cada uno de nuestros poros. No dejamos de movernos en busca del alivio que ambos necesitamos; sus uñas se clavan en mi espalda y mis dedos no dejan de enredar su cabello mientras siento como de a poco vamos llegando a la cima del placer.

Su cuerpo y el mío se sincronizan y es así como ninguno de los dos soporta más y se rinde mientras que nos miramos y luego nos besamos.

—Eres totalmente adictiva...— Confieso mientras recupero el aire y lentamente salgo de ella.

—Tu mucho más, como me gusta estar así contigo. — Dice mientras se abraza a mí.

—A mi mucho más... te quiero demasiado Dana. — Le admito mirándola a los ojos mientras acomodo su cabello.

—Y yo te quiero a ti... comienza a asustarme todo esto, pero es inevitable lo que me pasa contigo...— Me admite mientras sus dedos acarician mi torso suavemente.

—Esto ha sido diferente...— Comento y sonríe.

—Mucho... tus labios me besaban con...—

—Amor.— Digo finalizando la frase.

Sus ojos se abren de par en par —¿Eso sientes?— Pregunta con un hilo de voz.

—Dana, sería un hipócrita si dijese que sigue siendo solo deseo...— Le confieso y sin que me lo espere, se acomoda sobre mi cuerpo.

—En eso estoy muy de acuerdo, esto ya no es solamente deseo... esto esta yendo mucho más allá y no entiendo cómo puede suceder tan rápido, pero sucede.—

—Pero sucede. — Repito y la beso para perderme en sus labios nuevamente y de a poco ir perdiéndome en ella una vez más.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Sin Darnos Cuenta