Las niñas han entrado al cuarto junto con su padre para ir a ver a su mamá y mientras tanto, mi madre, Dana y yo nos quedamos en la sala de espera a esperar que Dana y yo podamos entrar.
—Madre, deberías ir a casa y descansar un poco. — Le sugiero, pero como siempre ella niega.
—No, yo estoy bien. Además, al parecer el doctor ha dicho que tu hermana ha evolucionado muy bien y puede que le den de alta antes de lo previsto. — Me explica.
—Marta, ¿quiere que le traiga un café? — Le propone mi novia y mi madre asiente.
—Te lo agradecería mucho hija. — Le dice sonriente y sin más, Dana se pone de pie para ir a la cafetería.
—¿Tú quieres?— Me pregunta a mitad del pasillo y le sonrió.
—Por favor. — Respondo un poco alto para que me escuche y ahora es ella quien me sonríe.
Mi madre se me queda viendo de manera extraña y me da una tímida sonrisa —¿Cómo va la convivencia con Jordana?— Me pregunta de la nada.
—Muy bien, tú sabes que nos llevamos de maravilla.— Respondo intentando sonar normal.
—¿Y no ha ocurrido nada entre ustedes dos?— Indaga.
«Es hora de actuar Franchesco...» Me digo a mí mismo y pongo mi mejor cara de póker.
—¿De qué hablas madre? Dana y yo somos amigos.— Le miento.
—Esa niña es preciosa hijo... además, me da la impresión de que ya no la ves como una amiga. Te conozco demasiado Franchesco, recuerda que te parí.— Me dice firme y solo puedo reírme de su manera de expresarse.
— ¡Eres tremenda madre! — Digo entre risas y la abrazo.
—No intentes distraerme y dime la verdad. — Me regaña.
La suelto para poder mirarla y suspiro como dándome por vencido. —Estoy loco por ella madre. Me he dado cuenta en estas últimas semanas que siento cosas muy fuertes por ella.— Le admito y mi madre sonríe ampliamente.
—¿Y ella?— Presiona.
—También siente cosas por mi... madre, hemos comenzado una relación, pero, ella no quería que dijésemos nada porque aún no sentimos un poco extraños en esta nueva etapa. No ha sido fácil admitirlo porque hasta ahora, Dana y yo solo éramos mejores amigos de toda la vida.— Me explico y ahora es mi madre quien me abraza a mí.
—Es que yo no entiendo cómo es que han tardado tanto en darse cuenta de que ustedes dos son la pareja perfecta. Se llevan tan bien, se entienden tanto... se complementan de una manera que los hace ser el uno para el otro... pero, ustedes dos estaban tan ciegos...— Me dice como si fuese un regaño y me hace reír.
La mirada de mi madre en la mía me deja saber que la noticia le hace feliz. —Madre, Dana me matara si se entera que te lo he dicho...—
—No diré nada.— Me interrumpe —Eso sí, cuídala y nada de querer ir a buscar a aquella mujer que te rompió el corazón, no vale la pena.— Me advierte.
—Lo sé madre. No te preocupes, que no quiero arruinar lo que tengo con Jordana, me hace ser muy feliz.— Le explico y a lo lejos veo a Dana acercarse. —Allí viene. — Le digo a mi madre para que no comente más el asunto.
—Me alegra saberlo.— Me dice y luego cambia de tema completamente.
—Marta, aquí tiene.— Le dice ella dándole el vaso de cartón con café. —Franchesco, el tuyo.— Me dice y evito sonreírle de la manera culpable que sé que lo hare si lo hago
—Gracias hija. — Le dice mi madre.
—Gracias Dana.— Me limito a decir y no quiero ni pensar si se entera de que ya casi todos en mi familia están conociendo la noticia de lo nuestro.
Quizás debería de hablar con ella esta noche y decirle que no somos muy buenos ocultando lo que nos sucede. Lo que menos quiero es discutir con ella y mucho menos correr el riesgo de perderla por una tontería así. Sé que es poco el tiempo que llevamos juntos, pero de verdad me encanta lo que tenemos y como me siento a su lado. Eso sin contar que me he enamorado de ella hasta los huesos.
—Franchesco, me ha llamado mi cliente, debo irme. — Me anuncia. —Marta, un gusto verla nuevamente, dígale a Tammy que la visitare más tarde o en la casa si no llego a verla antes que le den el alta.— Le dice a mi madre.
—¿De verdad no quieres que te lleve?— Insisto y ella niega.
—No, tomare un taxi. — Explica y luego se despide de mi madre con dos besos.
—Hija, deja que te lleve. —Intercede mi madre y no sé si es buena idea.
—Es que tengo el auto en casa. Puedo ir por el y luego ir a ver a mi cliente.— Insiste.
Sin dejar que lo piense más, me pongo de pie —Yo te llevo y punto.— Digo firme y me despido de mi madre. —Al rato vengo por las niñas.— Le digo.
—Vale hijo, te esperamos aquí.—
Dana y yo caminamos por el largo pasillo y puedo sentir su mirada clavada en mi –No era necesario...— Dice tímidamente.
—Si era necesario. No quiero que mi novia ande en taxi si es que yo puedo llevarla. — Le dejo saber sonriente.
—Vamos a tener que ir a comer a casa de mis padres y hacer una presentación formal.— Comento mientras conduzco y creo que me ha matado con la mirada.
—Franchesco, ¿Te has vuelto loco? Tú sabes la vergüenza que me da a mi todo eso...— Expresa sin dejar de mirarme y no puedo mas que sonreír como un idiota.
—Pero, los conoces de hace muchísimo. Solo es cuestión de ir y decirles que ahora somos novios, no te van a hacer ningún interrogatorio ni mucho menos...— Explico.
—Es que Franchesco... me da vergüenza que ahora tú y yo... es que una cosa era compartir piso como amigos, pero me da muchísima vergüenza que ahora sepan que tú y yo...—
—¿Qué tú y yo tenemos sexo?— Pregunto terminando su frase.
—¡Si! Es que... vamos... tu hermana era mi mejor amiga, es todo tan raro...— Comenta y me da muchísima risa la situación.
—Dana, somos un hombre y una mujer que se han enamorado y bueno... nuestra amistad ha pasado a algo mas y no te tiene porque dar vergüenza en que mi familia ni nadie sepa que estamos completamente enamorados.— Intento explicarle.
—No quiero ni imaginarme la conversación con tu hermana.... Es que conozco a Tammy y sé que me hará un interrogatorio mas largo que el FBI.— Me dice entre risas y se que lleva razón.
—Lo siento cariño, yo ahí ya no puedo hacer nada. Además de tu ahora cuñada, es tu mejor amiga... deberás soportarla...— Advierto.
—¿No te da vergüenza que le cuente cosas nuestras?— Me pregunta con dudas.
—Créeme que yo también pasare por ese interrogatorio, tranquila cariño... tu solo di lo que quieras decir.— Propongo y no podemos más que reírnos de la situación.
Estaciono el auto frente al edificio donde ella tiene su reunión, y me doy cuenta de que el tipo con que la vi aquella vez abrazada frente al edificio donde vivimos esta bajando de un auto.
—¿Te reunirás con él?— Pregunto bastante serio y es que la verdad me da un poco de celos y no entiendo ni por qué.
—Si, Mariano me ha vuelto a contratar para otro proyecto.— Me explica.
—Vale, cuídate cariño.— Digo intentando no extenderme mas en mi pequeña escena y me despido de ella con un beso. —Te amo.— Le digo sonriente.
—Y yo a ti. Te veo mas tarde en casa.— Dice antes de bajar del auto y me guiña un ojo, haciendo que mis dudas desaparezcan.
Tranquilo Franchesco... es solo trabajo, no vuelvas con tus inseguridades estúpidas... Me digo a mi mismo antes de arrancar el coche y regresar al hospital.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Sin Darnos Cuenta