Al día siguiente: 4 de octubre
Nunca creí que ambos derramaríamos lagrimas por lo que no fue. Anoche ha sido la primera noche que nos consolamos el uno al otro como pareja y no como dos amigos que se apoyan en las buenas y en las malas. Hemos dormido tan abrazados que no había ni un milímetro de distancia entre su cuerpo y el mío, y al abrir mis ojos me doy cuenta de que aún seguimos así. La veo dormida y me parece ver un ángel. Fue hasta ayer que me di cuenta de las ganas que tengo de ser padre junto a ella. Anteriormente lo había comentado más como un deseo a futuro que como algo que realmente anhelara.
Acaricio su cabello delicadamente, pero, aunque no quería hacerlo, ella se despierta y me mira tímidamente. —Buenos días, mi amor.— Le digo y beso su frente. — ¿Has podido descansar algo? — Pregunto sin dejar de mirarla.
—Un poco sí. No te diré que ha sido la mejor noche de mi vida, pero abrazada a ti todo es mejor.— Aclara y solo puedo inclinarme para besarla.
—¿Y tú brazo?— Continuo y observo su yeso.
—Esto me molesta. — Se queja como niña pequeña y solo puedo reírme.
—Ya falta menos para que te lo quiten. — Comento y sonríe.
—¿Tú has descansado? ¿Tienes entrevistas hoy?— Indaga.
—Lamentablemente sí, tengo que estar en un programa de televisión en tres horas. — Explico y sé que es trabajo, pero en estos momentos solo quiero estar con ella.
—¿Te molesta si me quedo aquí? Es que no tengo ganas de nada.— Me pide y realmente me da mucha tristeza que este así.
—Claro amor. Tú descansa y cuando termine el día nos iremos a cenar solos, ¿te parece?— Propongo y finalmente me regala un tímida sonrisa.
—Me agrada mucho la idea, ¿acaso me llevaras a una cita?— Me cuestiona intentando no reír y solo asiento.
—Si... llevare a mi novia a una cita romántica. — Explico y la beso haciéndole reír.
—Entonces me pondré guapa para mi novio. — Expresa siguiéndome el juego.
— ¿Más aun? — Cuestiono sorprendido.
—Solo para ti guapo. — Afirma y lo único que se me ocurre es besarla una y otra vez hasta que lamentablemente debo levantarme de la cama e irme a alistar para la entrevista en televisión.
[...]
—Franchesco, la gente ha quedado encantada con lo que se viene en tu próxima exhibición. Te felicito, esto es maravilloso para tu promoción en América.— Me dice Amanda una vez que vamos saliendo del estudio de televisión.
—Muchas gracias. Sabes, necesito que te adelantes al hotel. Yo debo hacer unas cosas antes de regresar. — Le pido y como siempre me mira intentando comprender que es lo que sucede en mi mente. —No te diré nada. — Sentencio antes de que me pregunte y ambos reímos.
—¿Esta todo en orden Franchesco? Desde ayer que has estado muy extraño. — Intenta indagar, pero ni loco que este le diré lo sucedido y mucho menos lo que tengo en mente hacer hoy. De lo que menos tenga ganas es de que me de uno de esos sermones que me da cuando cree que algo está mal y menos que no es el momento.
—Sí, todo está muy bien. Solo que necesito hacer algo solo. No te preocupes, estaré bien solo. No estamos en España, aquí no todo el mundo me reconoce aún. — Me justifico y afortunadamente accede a darme un par de horas de absoluta soledad en Miami.
[...]
Hacia ya un tiempo que no podía darme el lujo de entrar a ningún negocio solo y tan solo usando una gorra, pero estoy en una ciudad diferente y donde esto aún es posible. Miro todos los hermosos anillos que hay en la vitrina y realmente no sé cual elegir para ella «¿Qué anillo se le da a la mujer con la quieres casarte y a la cual tanto amas?»
—Sir, is anything I can help you with?— Me pregunta una señora y le sonrió.
—Spanish?— Pregunto a pesar de que pudiera practicar mi inglés, pero no quiero ni el más mínimo error en esto.
—Si, ¿Cómo le puedo ayudar? — Responde sonriente.
—Busco el anillo de compromiso más bonito y único que tengan. Quiero algo que se parezca a ella. — Digo sin dejar de ver las tantas opciones que hay aquí y su sonrisa me contagia.
—Puedo intentar ayudarle a encontrar algo así, aunque nunca encontrara algo que sea igual que la mujer que ama.— Comenta y asiento.
—Eso es cierto, pero sabe... ella ha sido mi mejor amiga por mucho tiempo y ahora quiero que sea la madre de mis hijos. Necesito que sea especial. — Explico y asiente.
—Se me ocurre algo, venga por aquí por favor. — Me pide y no puedo dejar de sonreír al ver que alguien pueda ayudarme a hacer que todo sea más especial de lo que quiero, y mucho menos por poder hacer esto con tanta libertad y sin miedo a que un paparazzi pueda entrar por esa puerta y hacer que todo esto sea noticia de primera plana.
Observo la idea tan espectacular que me ha dado la señora y no puedo evitar imaginarme la cara de Dana cuando le de esto. Sé que me ha dicho que si a casarnos, pero esta noche quiero que la propuesta sea totalmente formal. Quiero sellar nuestro compromiso.
[…]
No importa cuántas veces le vea poniéndose esos sensuales vestidos entallados a su cuerpo, siempre me quitara el aliento. Observo la manera tan sensual que cruza sus piernas en el auto y no puedo más que sonreír. —Mi amor, si sigues cruzando así las piernas chocare. — Bromeo haciendo que riamos juntos.
—Lo siento, es que mi novio se ve tan guapo que me cuesta controlarme. — Se justifica de manera sensual y debo respirar profundo.
—¿De verdad? ¿Qué estamos celebrando? — Pregunta. Sabe que soy muy malo para guardar secretos y por eso lo hace.
—Ya sabrás.— Me limito a responderme y detrás de ella veo a uno de los camareros que se acerca con la botella de champagne.
El abre la botella frente a nuestras expectantes miradas y luego la deja sobre la mesa —Mmmm... champagne... que rico.— Comenta y por fin ha visto lo que quería que viese en la botella.
—¿Y esto?— Pregunta viendo el colgante que hay cayendo del cuello de la botella que tiene un dije el cual es una llave junto a un corazón.
Sin responderle, quito el colgante de la botella y se lo doy. Puedo ver cómo observa cada detalle de este —Best Friends.— Lee en voz alta con una gran sonrisa en su rostro.
—Antes de nada, has sido mi mejor amiga.— Explico.
—Es precioso.— Pronuncia mientras observa los delicados dijes de oro blanco y acentos de diamantes. —¿Me ayudas?— Pregunta con la intensión de colocárselo y niego.
—Aun no cariño. — Explico cuando veo a otro de los meseros viniendo con la segunda parte de la sorpresa seguido por otros que traen algunos platillos fríos.
Cada uno de ellos dejan los platos en el centro de la mesa y luego el primero deja un pequeño cofre de cristal frente a ella. Si bien el cofre es de cristal, ella no puede ver lo que hay en su interior.
—¿Qué es esto amor?— Me pregunta cuando todos se retiran.
Me pongo de pie y voy hacia su lado. —Ábrelo con la llave del colgante. — Le pido y ella sigue mis instrucciones para encontrarse con una cajita de cristal más pequeña. —Dana.— Le interrumpo antes de abrir la caja. —El colgante que te di representa como a través de nuestra amistad te has metido en mi corazón. El cofre representa el tesoro escondido que encontré en ti, el cual es este amor tan bonito que tenemos... Sé que has aceptado casarte conmigo, pero a mí me faltaba darte algo. Dana cuando abras esa pequeña caja encontraras dos cosas; una para la cual ya tengo la respuesta y otra la cual quiero proponerte. — Le explico mirándola fijamente y muriéndome de amor por la manera que sus ojos se han cristalizado.
—Me vas a hacer llorar cariño.— Dice emocionada y finalmente abre la pequeña cajita donde está guardado el más precioso anillo de compromiso que he encontrado y que tiene grabado en la parte interior de la tapa la pregunta "¿Quieres ser la madre de mis hijos?"
De sus ojos se desprende un manantial de lágrimas que espero que sean de emoción. Está totalmente sorprendida y aprovecho este instante para ponerme de rodillas a su lado. —¿Qué dices?— Le pregunto y ella tan solo me abraza como si su vida dependiese de ello.
—Digo que sí. Vuelvo a aceptar casarme contigo y acepto ser la madre de tus hijos Franchesco... muero por un mini tú. — Me responde sin soltarme y en este instante soy el hombre más feliz del mundo.
¿Quién iba a decirme que todo esto iba a ser posible con ella?
—Te amo...— Le digo emocionado y la beso como un loco para tan solo detenerme y colocar el anillo en su dedo haciendo que todo lo que le he propuesto sea más real que nunca.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Sin Darnos Cuenta