Sorpresa de una noche romance Capítulo 116

A mediodía, Lydia se paró tristemente junto a una máquina expendedora y compró una caja de fideos de taza.

Le resultaba imposible ponerse a dieta para perder peso.

Por muy mal que se sintiera, debía comer.

—Lydia, creía que ibas a comer con el señor León. ¿Por qué estás comprando esto...?

Isabel salió de la nada y Lydia sonrió torpemente, dándose cuenta de que Isabel y los demás ya habían terminado su almuerzo.

—Bueno, no me gustan los platos de hoy y de repente me apetecen unos fideos a la taza.

—De acuerdo entonces. A mí también me gustan los fideos a la taza. Quizá podamos comerlos juntos la próxima vez.

—Eso estaría bien.

Por fin consiguió acabar con esto. Por la tarde, con la ayuda de Isabel, Lydia aprendió a utilizar la impresora para imprimir y enviar faxes. Era la hora de salir del trabajo cuando terminó de imprimir todos los archivos que le dio Tatiana.

Los compañeros se iban.

Incluso Isabel se despidió de Lydia y se fue. Lydia dudó un rato en el despacho y bajó las escaleras. No tenía ni idea de si Eduardo se había ido o no.

No sabía cómo volver a casa...

¿Debería coger un taxi?

Justo cuando Lydia se preguntaba, un Land Rover negro tocó la bocina y se detuvo frente a ella. Lydia se asustó. Había estado un poco distraída durante el día y se dio cuenta de que era el coche de Eduardo.

Javier bajó la ventanilla y dijo:

—Señora León, por favor, suba al coche.

Lydia dudó un momento. No quería ver a Eduardo ni hablar con él. Pero coger un taxi le costaría mucho. Así que Lydia decidió contener sus sentimientos. Subió y Eduardo ni siquiera se molestó en mirarla. Estaba ocupado trabajando en su iPad y Lydia tampoco quería hablar con él.

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