Sorpresa de una noche romance Capítulo 126

Cuando Lydia consiguió desplegar los ojos, no se sentía cómoda.

Tardó un rato en darse cuenta finalmente de que había un grupo de hombres frente a ella. Ismael Goya llevaba una camiseta Lydia y pantalones cortos. Solía ser un exitoso miembro de la élite, pero ahora tenía el mismo aspecto que uno de los gánsteres cuyo trabajo consistía únicamente en hacer el tonto todo el día.

Los hombres que estaban detrás de él parecían flacos y desnutridos. Llevaban pelos de diferentes colores, con el mismo aspecto que esos gánsteres que Lydia solía ver siempre en el barrio bajo. ¿Por qué acabaría Ismael con esa gente?

Al ver que Ismael se acercaba a ella y la mirada temerosa de sus ojos, Lydia dio un paso atrás: —¿Qué queréis de mí?

—¿Qué queremos de ti? Creo que lo sabes, ¿no? —Ismael se burló con una expresión hosca en su rostro. Se estaba acercando lentamente a Lydia. Aunque no sabía mucho de ropa de mujer, pudo comprobar que la ropa de Lydia era muy cara.

¿Por qué iba a ser despedido mientras Lydia podía convertirse en la princesa Cenicienta de Eduardo con su bonita cara?

Sólo era una chica salvaje no deseada que ni siquiera había ido a la universidad. ¿Cómo era posible que ahora estuviera casada con el presidente del Grupo Emperador?

Cuanto más pensaba Ismael en esto, más profunda era su hostilidad hacia Lydia. Empujó a Lydia con fuerza. La pilló desprevenida y casi se cayó al suelo.

—Lydia. ¡Oh, ahora eres la señora León! Me pregunto si Eduardo León seguirá queriendo tenerte a su lado después de hoy.

Ismael tenía una mirada feroz que daba miedo. Hizo un gesto a alguien en la parte de atrás, y uno de los hombres de pelo rosa se adelantó. Ese hombre miró el cuerpo menudo de Lydia con avidez:

—Sr. Ismael, ¿puedo hacer lo que quiera con ella? Parece deliciosa.

—Lárgate. Ella es mía —Ismael dobló el dedo índice y el dedo corazón juntos para golpear al hombre con fuerza en la cabeza.

El tipo gritó de dolor:

—Vamos, Sr. Ismael. Déjeme pasar un rato con ella.

—¡Está atento a mí y te recompensaré! —Ismael sorteó.

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