Sorpresa de una noche romance Capítulo 133

—Muy bien, ya está hecho.

Lydia se dio cuenta de que había vuelto a ser lasciva cuando Eduardo la soltó.

Se zafó de su agarre apresuradamente y se dio cuenta de que sus rodillas desnudas habían estado en contacto con su abdomen, y se sonrojó tanto que no sabía dónde poner sus extremidades.

—Tres veces al día, ¿entendido? —Eduardo no se dio cuenta del extraño comportamiento de la chica y pensó que Lydia seguía nerviosa por los acontecimientos de la tarde. No se lo pensó demasiado y le puso la pomada en las manos.

Lydia asintió aturdida y luego vio a Eduardo incorporarse de la cama.

—¿Adónde vas? ¿No te vas a la cama? —dijo Lydia de repente con cierta desesperación. Eduardo frunció el ceño y miró hacia arriba, y Lydia se apresuró a desviar la atención.

—Es que... quiero decir que se hace tarde.

¿Qué acababa de decir?

¿Por qué había una repentina sugerencia en el aire?

—¿Tengo... que informarte de a dónde voy? —Eduardo estuvo a punto de soltarlo. Lydia parpadeó y no consiguió dar una explicación. La respuesta de Eduardo fue ligera.

—Hoy has estado muy cansada. Ve a descansar. Yo me ocuparé del trabajo en la oficina.

—...Ah, vale. Buenas noches.

Con la cara roja, Lydia no se atrevió a mirar a Eduardo. Sólo se calmó cuando la puerta se cerró sobre ella.

Espera, ¿eso significaba que Eduardo había entrado específicamente para tomar su medicina? No, no, no, debía de haber vuelto para lavarse y cambiarse. La toma de su medicina estaba en camino.

¿En qué estás pensando, Lydia Milan?

Antes, cuando se había tumbado en la cama con Eduardo, no había pensado en nada, pero hoy, parecía haber una pulga bajo sus caderas, y no podía dormir...

Eduardo volvería más tarde. ¿Cómo iba a enfrentarse a él?

...pensando en ello, Lydia se había ido quedando dormida lentamente.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Sorpresa de una noche