Ahora mismo estaba muy disgustada. Además, había llevado tacones toda la noche y le dolían los pies. Se agarró a la pared para estabilizarse mientras caminaba lentamente. Sólo de pensar en que Eduardo la había dejado sola, su descontento aumentaba.
—Eres tan poco fiable, Eduardo —murmuró ella. No llevaba mucho dinero. Así que lo más probable es que viva en la calle esta noche. Rebuscó en su bolso en busca de dinero, con un aspecto extremadamente malhumorado.
—Señorita, ¿por qué está aquí sola? Venga, tome una copa conmigo —dijo una voz de hombre detrás de ella.
Lydia se sobresaltó. Se giró y vio a un hombre de pie detrás de ella. Llevaba un traje caro y dos copas de champán en las manos. Lydia sabía que los asistentes a la fiesta eran todos dignatarios, así que no podía permitirse ofenderle.
Sacudió la cabeza amablemente y dijo:
—Gracias, pero no puedo beber.
El hombre parecía disgustado.
—¿No? Señorita, ¿está bromeando? ¿Sabe qué? Esto es muy insultante.
Lydia frunció el ceño, pues sabía que tenía un problema. No le gustaba beber con un hombre extraño, pero el hombre no iba a parar.
—Oh, vamos. Mira, una copa, ¿vale? —Con un rápido movimiento, el hombre le dio a Lydia una copa de champán. Lydia no tenía mucha experiencia en el mundo y no sabía cómo enfrentarse a él en absoluto.
—Me siento un poco aburrida y necesito un poco de aire fresco —dijo Malinda con una sonrisa. Suspiró y preguntó:
—¿Cómo es la relación de Eduardo con Lydia, Elena? Recuerdo que le tenías mucho cariño.
Tal y como Malinda esperaba, la ira brilló inmediatamente en los ojos oscuros de Elena. Elena había amado a Eduardo durante mucho tiempo y había hecho todo lo posible por seducirlo, pero no esperaba que Lydia se entrometiera. Odiaba a Lydia, porque Lydia le había quitado lo que podría haber sido suyo. Dijo con los dientes apretados:
—¡Su nombre me da asco! Odio a esa perra. De todos modos, sus días buenos están contados aquí, porque la suerte tonta siempre se acaba. Creo que Eduardo se hartará de ella pronto.
Malinda escuchó y una sonrisa se dibujó en su rostro. Miró a Lydia y pensó que se acercaba la parte buena.
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Final sin sabor...