Sorpresa de una noche romance Capítulo 206

Lydia estaba débil y borracha. Y entonces se desmayó. Eduardo estaba aturdido, desconcertado por el accidente. Miró su ropa, que estaba desesperadamente sucia. La ira bullía en su interior debido a su misofobia. Luego miró a Lydia, que estaba tirada en el suelo con los ojos cerrados. Eduardo no sabía si estaba desmayada o dormida.

Eduardo se metió en el baño y se bañó. Luego pidió ayuda a Juana.

Cuando Lydia se despertó, eran las once. Aquella noche había dormido muy bien. Se estiró y respiró profundamente, satisfecha. El sol brillaba a través de las ventanas. Al sentir el cálido sol, Lydia estaba de muy buen humor. Miró a su alrededor y vio que ya estaba en casa. Entonces se dio cuenta de que se había cambiado de ropa y pronto recordó lo que había pasado anoche. Había vomitado sobre Eduardo. Sólo de pensarlo, Lydia se quedó absolutamente anonadada, con la boca abierta.

En ese momento entró Juana.

—¿Está despierta, Sra. León? El Sr. León me ha pedido que le prepare una comida deliciosa. Mire, lo he hecho. Venga a buscarla —dijo Juana y puso la comida sobre la mesa. El olor hizo que a Lydia se le hiciera la boca agua. Se olvidó de todos sus problemas y comenzó a devorar la sabrosa comida.

—¿Cómo he llegado aquí, Juana? —dijo Lydia, después de estar llena.

Tras años de trabajo como sirvienta, Juana había aprendido a leer las caras de los hombres. Sabía que tenía que ser la pacificadora de la familia. Sonrió y dijo:

—Soy la persona adecuada para preguntar, pues lo he visto con mis propios ojos. Anoche, estabas muy borracho y el Sr. León te trajo a casa.

¿Eduardo? Lydia se quedó mirando a Juana, sin comprender.

—¡Eso no puede ser cierto, porque le he vomitado encima! Ya sabes, tiene misofobia.

Lydia quiso decir que no, pues ella y Eduardo seguían peleados, pero Juana la había visto. Juana suspiró y dijo:

—Qué pena. El traje del Sr. León se ha cubierto de vómito. ¿Sabe qué? Es su traje favorito y está diseñado por un renombrado diseñador italiano. He oído que el traje vale un millón de euros.

¿Un millón de euros? Lydia casi dio un salto de sorpresa. Sabía que estaba en un problema muy grande, ya que la indemnización de la demanda estaba muy por encima de ella.

—Se lo llevaré —Dijo Lydia y logró una sonrisa. Se comprometió y tomó las cajas de almuerzo de Eduardo.

Mientras Lydia estaba sentada en el coche, se quedó en silencio, mirando por la ventana. Sabía que sólo había una cosa a la que no podía comprometerse. Era que debía trabajar con Rubén, como su asistente. El conductor subió el volumen de la radio y las canciones resonaron en el coche. Al cabo de unos instantes, una voz familiar salió de la radio.

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