Sorpresa de una noche romance Capítulo 208

Rápidamente, Elena abofeteó a Javier en la cara. Javier, cogido por sorpresa, apenas tuvo tiempo de agacharse. Entonces Elena salió por la puerta y los chasquidos de los tacones se desvanecieron. Empujó la puerta del despacho de Eduardo y entró. Eduardo estaba totalmente concentrado en su trabajo. Sus ojos oscuros se fijaban en una pila de papeles, con un aspecto más apuesto.

—He hecho lo que me pediste, Eduardo, pero esos periodistas son... —Antes de que ella terminara la frase, Eduardo la interrumpió.

—¡Fuera! —dijo Eduardo con voz fría. Ni siquiera él levantó la vista de sus papeles.

Elena se congeló por un momento. Se sintió amargada por su actitud. Las lágrimas comenzaron a aflorar a sus ojos.

—¿Por qué tienes que ser así, Eduardo? —dijo ella con voz entrecortada. Ella se acercó rápidamente a su lado y quiso agarrarle los brazos, pero Eduardo lo esquivó.

Elena hizo un mohín y sus ojos no se apartaron de Eduardo. Eduardo llevaba una camisa de Guillén y tenía las mangas remangadas, dejando al descubierto su fuerte antebrazo. Cuando Elena vislumbró los músculos abdominales de Eduardo a través de la capa de la camisa, sintió que se ponía roja.

—Hice lo que dijiste, Eduardo. Podemos terminar con esto ahora —dijo Elena. El día anterior, estaba muy asustada, porque Eliseo se había desviado por completo.

Eduardo resopló con disgusto. Levantó la cabeza y miró a Elena con frialdad. Elena le miró a los ojos y su rostro se convirtió en una sonrisa radiante. Pero en el siguiente segundo, Eduardo estiró una mano y dijo:

—¡Dame el colgante!.

Al oír esto, Elena se asustó mucho.

—¿Qué... qué colgante? —tartamudeó.

—Ya sabes lo que quiero decir —Eduardo estaba lívido de rabia. Lanzó a Elena una mirada de fastidio, que hizo que cada nervio del cuerpo de Elena tuviera un cosquilleo desagradable. Ella tomó un gran y estremecedor respiro y dijo:

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