Saco una de las maletas en las que habíamos traído la ropa y comienzo a echar la mía. Siento que mi cabeza va a explorar. Mis manos sudan y de vez en cuando me vienen unos escalofríos horribles. Mientras guardo mi ropa mi vista se vuelve borrosa para que después también se vuelva doble. Comienzo a marearme y estoy segura de que voy a caer al suelo cuando siento unos brazos agarrarme justo en el momento adecuado.
No tengo que preguntar quién es. A pesar de todo lo que me dijo no puedo evitar que mi corazón lata a mil por hora. Yo tengo la culpa de lo que pasó hace unos minutos, no me puedo enojar por cómo reaccionó él. Me lo merecía.
- Mierda Maddie ¿Qué pasa? - pregunta con un tono muy preocupado.
- Me siento mal- digo. Siento que Jace me deja acostada en la cama y él se sienta a mi lado- Me duele la cabeza y no veo bien.
Escucho que masculla un "mierda" muy bajo para que yo no lo escuche, pero claramente mis oídos no están afectados por lo que sea que le esté pasando a mi cuerpo.
- ¿Te tomaste el medicamento que te traje?
- Si, hace una hora quizá.
En todo momento mantengo los ojos cerrados porque eso me da tranquilidad y hace que el dolor sea menos intenso. Escucho como Jace toma una caja de medicamentos. Seguramente el que me había traído antes.
- Dame dos de esas cosas- digo con voz sufrida.
Ni siquiera yo reconozco mi propia voz en este momento.
- Eso serían tres en tu sistema, Madison. Es un medicamento fuerte. Solo una.
-Créeme que vale la pena el riesgo.
-No para mí.
Siento que se levanta de mi lado y sale de la habitación. Regresa en seguida y vuelve al mismo asiento en el que estaba hace unos segundos.
Jace toma mi mano y escucho que maldice de nuevo. Este chico cree que soy sorda.
-Estás congelada- dice con un tono aún más preocupado.
- No tengo frío- respondo.
Me pone un vaso en la mano que él antes había tocado. En la otra mano me pone lo que creo es una pastilla.
Abro los ojos, pero la luz es demasiado intensa. No puedo ver bien, aunque si puedo distinguir a dos Jace. Si, estoy viendo doble.
Me tomo la pastilla lo más rápido que puedo al igual que el agua del vaso. Mi mamá siempre me decía que el agua era buena para todo. Espero que tenga razón.
-Maddie, no quiero que te vayas...
- No me voy a ningún lado, Jace. Lamento lo histérica que me puse. No entiendo que me pasó...
- Estás enferma. Obviamente estas más irritable. Lo siento yo. Respondí muy mal. Nada de lo que dije es cierto.
-Lo sé - lo interrumpo y me obligo a darle una sonrisa para que deje de sentirse mal- Sé que nada de lo que dijiste lo sentías de verdad.
Jace me devuelve la sonrisa. Mi vista ya va mejorando y ahora solo veo un Jace. Algo borroso, pero es uno.
- ¿Por qué no intentas dormir? - pregunta Jace mientras me acaricia el cabello.
Este hombre sabe cuáles son mis puntos débiles.
- No sé si pueda.
- Me quedaré contigo hasta que lo logres- dice mientras se acuesta y se comienza a acomodar a mi lado. Mi espalda contra su pecho- Lo prometo.
No deja de acariciar mi cabello. Comienzo a relajarme. Es imposible no hacerlo cuando estas en los brazos de la persona que quieres.
- ¿Olvidemos lo que pasó? - digo cuando ya me estoy quedando dormida.
- Ya está en el olvido, pequeña rubia
...
Despierto y abro los ojos de inmediato. Al principio mi vista cuesta que se enfoque, pero pasados unos segundos ésta ya se normaliza. Jace ya no está acostado conmigo. No siento que mi espalda choque contra su pecho, pero si puedo ver que está sentado sólo a unos pasos de mí. Trajo una de las sillas del comedor y está sentado leyendo el libro de medicina que le regaló Josh a Emma en navidad.
-No sabía que te interesaba la medicina- comento en tono de broma.
Jace se sobresalta. Parece que estaba demasiado concentrado en su lectura. Me mira y sonríe. Me siento mejor y supongo que eso se refleja en mí porque Jace ya no parece preocupado.
- No me interesa. En verdad odio la biología, pero quería ver si había algo aquí que me dijera que te dio.
- ¿Y sale algo?
- Si- responde Jace y se sienta a mi lado en la cama. Yo sigo acostada, me da un poco de miedo ver qué pasa si me muevo mucho. No quiero marearme- Tus niveles de azúcar en la sangre bajaron. Por eso te sentiste así.
Frunzo el ceño ante lo extraño que suena eso. Jamás me había pasado. Siempre fui una persona sana. Incluso la única vez que me internaron en un hospital fue cuando nacieron los mellizos.
-Yo ya sospechaba que era algo así. En el agua que te di le puse un poco de azúcar. Por eso te sientes mejor ahora.
- ¿Cómo lo sospechaste?
- Mi papá sufre de eso- responde mientras hace una mueca- pero lo de él es crónico. Una baja de azúcar normal no debería tener síntomas tan intensos como los que tuviste tú. Esto me preocupa, Maddie y mucho
La expresión de su cara cambia de un momento a otro. Ahora si está preocupado. Puedo notarlo. Tomo una de sus manos entre las mías e intento trasmitirle un poco de tranquilidad.
- Te prometo que iré al médico a hacerme un chequeo- le digo y la tensión de su cuerpo desaparece.
Asiente y se acerca a mí. Lo hace muy rápido, pero me da un beso en la frente. Solo un roce, pero es lo máximo que he conseguido de sus labios desde ese día en el hospital cuando Matty tuvo una recaída.
- ¿Sabes cuál es otro de los síntomas de la baja de azúcar en la sangre?
Niego con la cabeza. En verdad sé bastante poco. A mí la biología tampoco se me da muy bien.
Nos sentamos en una de las pocas mesas vacías. Este lugar está algo lleno, pero tomo eso como una buena señal. Debe ser bueno.
Hay unas cartas con lo que sirven en la mesa y sin hablar Jace y yo comenzamos a ver. Se siente bien este silencio. Estoy cómoda con él. Admito que en algún momento me dio un poco de miedo estar tanto tiempo a solas con él. Hace mucho que no sucede eso y me estresé pensando que es lo que hablaremos, si teníamos tema de conversación... típicos problemas de adolescente en su primera cita. Solo que no es la primera vez que salgo en una cita con él y ya no soy una adolescente.
- Hola, mi nombre es Mia y seré su mesera esta noche
Jace y yo nos miramos y le sonreímos. La chica tendrá unos dieciséis años. No más. Debe trabajar sólo en el verano aquí. Es la primera chica con el nombre Mia que conozco aparte de mi hija.
-Que coincidencia- dice Jace a la chica- Nuestra hija se llama Mia también.
La chica se sonroja. No la culpo. Está recibiendo una sonrisa de parte de Jace. Cualquiera se pondría roja. Me ha pasado muchas veces...
- Es un lindo nombre- dice la chica con timidez- ¿Ya saben lo que desean ordenar?
- Yo quiero un batido de vainilla con un pedazo de pastel de manjar- digo a la chica.
- Yo quiero un café con un sándwich de queso- dice Jace.
La chica anota todo y se aleja.
- Nunca te he preguntado por los nombres de los chicos- dice Jace- ¿Por qué los llamaste así?
- Bueno, mi papá se llamaba Matthew así que siempre supe que el niño se iba a llamar así. El de niña fue más complicado. No tenía idea de cómo llamarla. Un día leí que el significado del nombre Mia es la elegida, la amada. Por alguna razón me parecía correcto. Me gustó ese nombre de inmediato.
- Porque la amas y elegiste tenerla. A los dos- dice Jace y me sorprende el sentido que tienen sus palabras- ¿Sabes cuál es el significado de Matthew?
Asiento. Por supuesto que lo sé.
-Regalo del señor- respondo.
- De algún modo inconsciente les pusiste nombres a nuestros hijos que les hagan saber que a pesar de que los tuviste joven siempre los quisiste a tu lado.
-No me había dado cuenta...
- A veces las otras personas pueden leer tus acciones y elecciones mejor que uno mismo.
-Pero eso debe pasar cuando conoces demasiado bien a alguien o lo quieres mucho.
- O ambas, como lo hago yo.
Sus palabras me dejan sin aliento. Mi corazón comienza a acelerarse. Miro a Jace y noto nuevamente lo perfecto que es. Tanto por dentro como por fuera.
Él y yo comenzaremos a hacer las cosas bien. Sin apresurarnos, solo dejándonos llevar. Si el destino nos quiere juntos, entonces nos regalará más momentos como estos. Más días como los que llevamos teniendo. Sé que, si seguimos así, las cosas entre él y yo irán bien.
Confío en que así será.
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