Sortilegio romance Capítulo 2

Samanta sentía como su corazón latía a todo lo que da, cuando de pronto escucho una voz masculina que de manera tierna le preguntaba: —Señorita ¿Se encuentra bien? —el miedo se desapareció, volteo a ver a aquel hombre extraño y le respondió: —Si lo estoy —Él podía notar que aún se encontraba algo asustada, le puso el paraguas sobre ella y entablo platica con ella, tenía la esperanza de convencerla que le dejara llevarle a su casa.

—¿Segura que se encuentra bien? —volvió a preguntarle Maximiliano.

—Sí, ahora sí estoy bien ¡Muchas gracias por su ayuda!

—Para mí es un gusto.

—Creo que es hora de seguir mi camino —le dijo Samanta mientras se ponía de pie.

—No puedo permitir que siga sola su camino, a media cuadra se encuentra mi coche estacionado, permítame llevarla —le dijo Maximiliano con la esperanza de que ella acepte.

—En verdad le agradezco su ayuda, pero me temo que no puedo aceptar que me lleve, aunque ha sido muy amable no le conozco y no es correcto.

—Le aseguro que no soy ningún delincuente, y no me quedaría tranquilo sabiendo que deje ir solo a una dama indefensa a la cual intentaron asaltar.

—No soy una mujer indefensa, si quiere ayudarme présteme su paraguas y deme una dirección donde pueda enviárselo luego.

Maximiliano se encontraba desconcertado ¿Cómo puede esta mujer ser tan terca? Se preguntaba a sí mismo una y otra vez, mientras aceptaba darle su paraguas, le dio una tarjeta de su empresa para que le enviara ahí el paraguas.

—No insistiré más la comprendo, aquí tiene —le dijo mientras le entregaba el paraguas y junto con él una tarjeta de su oficina.

—¿Y esto? —le pregunto extrañada.

—Esa es mi tarjeta de presentación, ahí podrá encontrar mi número de celular y también la dirección de mi oficina para que envié el paraguas —le dijo esto mientras en su mente solo pensaba en la esperanza que tenia de que ella fuera personalmente a entregarle ese paraguas a su oficina.

—Comprendo, ¡Muchas gracias por su ayuda! —le dijo mientras le dedicaba una breve sonrisa, se daba la vuelta y seguía su camino con dirección a su casa.

Maximiliano la vio irse con un poco de pesar en el corazón, no sabía que tenía esa mujer que estaba provocando en él sentimientos que jamás había sentido por nadie más. Cuando se dio la vuelta resignado miro en el suelo un celular, lo tomo y al encenderlo vio en la pantalla de bloqueo a aquella mujer que hace unos instantes se había marchada, el celular se encontraba bloqueado y ella ya no se veía así que no supo que hacer para entregarle el celular, se llevó el celular consigo ya que pensó que cuando ella se diera cuenta que no lo tenía debía de marcar o podría asumir que él lo había encontrado y eso haría que ella fuera personalmente a su empresa.

Samanta se dirigió hacia su casa, al llegar se dio cuenta de que no llevaba consigo su celular, se encontraba muy triste su día no podía ser peor, se dio cuenta que su prometido la engañaba y lo peor de todo es que lo hacía con su mejor amiga y ahora tendría que comprar un nuevo celular ya que había perdido el suyo. Su corazón no podía estar peor tomo la decisión de llamar a uno de sus restaurantes favoritos para pedir comida y unas cuantas cervezas quería beber y olvidarse de lo que había visto en el apartamento del hombre que ella creía seria con quien pasaría el resto de su vida, el padre de sus hijos.

Maximiliano llego a su hogar, estaba a punto de ingresar al baño cuando escucho su celular sonar, por un momento pensó que aquella mujer era quien le llamaba pero al observar el contacto que aparecía en la pantalla de su celular se sintió algo decepcionado, la que se encontraba llamando no era aquella mujer que había conocido hace unas horas sino que era su ex novia Fernanda, la cual seguía insistiendo que ellos eran el uno para el otro aunque él ya le había dejado en claro que no quería nada con ella, por no ser grosero respondió la llamada.

—¡Buenas noches Fernanda!

—¡Buenas noches guapo! ¿Cómo te encuentras?

—Me encuentro bien y ¿tú?

—Me podría encontrar mejor si te tuviera en este momento a mi lado.

—Ya te he dicho…

Desde el otro lado de la línea se escuchó un shhh…

—No inicies con tus frases hirientes, el motivo de mi llamada es para invitarte a una fiesta que estaré dando el día de mañana en mi casa, estarán aquí nuestros amigos.

—No tengo ánimos para andar en fiestas, gracias por la invitación, pero debo de rechazarla.

—¿Qué te sucede? Tu nunca rechazas una buena fiesta.

—Ya sabes lo que dicen, siempre hay una vez para todo, tengo mucho trabajo y por esa razón no puedo estarme desvelando, pero nuevamente te repito que agradezco el tomarme en cuenta para tu fiesta, pero esta vez no podré asistir.

—Tú te lo pierdes —le dijo en tono molesto, seguidamente le colgó la llamada.

Maximiliano en lugar de sentirse molesto por el accionar de ella le causo gracias y dijo para sí mismo que ella cada vez más le reafirmaba que hizo lo correcto cuando decidió terminar con ella. Coloco el celular sobre la mesa de noche se dirigió nuevamente hacia el baño, cuando una vez más sonó el celular, lo tomo rápidamente esta vez era su amigo Marcelo.

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