Su versátil esposa misteriosa romance Capítulo 11

Elizabeth quedó deslumbrada por unos momentos por la sonrisa de Josué, la cual la hizo recordar a Raúl e hizo tranquilizar su enojo.

-Alexánder me pidió que desechara su ropa, pero Daniel malinterpretó la situación.

Daniel mostraba una cara de incredulidad cuando escuchó lo que dijo.

-¿Es eso cierto, Alexánder?

Alexánder no dijo con sus palabras que tirara el saco a la basura, pero sí dio a entender que ella podía hacerlo si ella deseaba cuando dijo que ella podía hacer lo que quisiera con él; por esa razón, su respuesta fue:

-Sí.

Josué dijo con más tranquilidad:

—Ah, entonces sí fue un malentendido. ¡Discúlpate con

Elizabeth en este instante, muchacho!

Daniel estaba consciente de su equivocación, pero aun así fue terco en aceptar la realidad y sus ojos se pusieron rojos por el coraje.

-¿Qué estás esperando? Hazlo - Josué le volvió a decir.

Daniel apretó los puños y pronunció entre dientes:

—Lo siento.

Elizabeth mantuvo su mirada fija en él. Ella no había cometido un error, pero sintió como si sí lo hubiera hecho por alguna razón. Se sintió un poco culpable, por lo que dijo de manera pausada:

-Eh... No... No te preocupes.

-Por favor llévense bien de aquí en adelante; deseo tanto que Elizabeth se convierta en la nuera de la familia Galicia —dijo Josué mientras veía a Elizabeth con total sinceridad.

El humor de Elizabeth se amargó cuando escuchó lo que dijo Josué.

«¿Que nos llevemos bien? ¡Me temo que eso será imposible!»

La residencia Galicia era enorme, por lo que había muchos sirvientes limpiando desde temprano en la mañana.

Daniel bostezó mientras bajaba las escaleras con un poco de sueño aún; en ese momento, escuchó a una de las sirvientas decir:

—Por favor tenga cuidado, joven amo Daniel. Se acaba de lavar el piso, así que está un poco resbaloso.

—De acuerdo —Daniel se rascó la cabeza y dio unos cuantos pasos para luego darse media vuelta y pedirle a la sirvienta de una manera que esperaba obediencia: -Señora, ¿me podría traer una cubeta de agua?

-Yo siempre supe cuál era mi lugar, joven amo Alexánder -ante la sorpresa de ver un ligero rastro de emociones en su rostro tan serio., su sonrisa se hizo mucho más grande. -Pero usted es muy amable conmigo. Me temo que puede que algún día pierda control sobre mí y me pase de la raya.

Daniel se encontraba sentado en el desayunador mientras que platicaba y reía junto a Mauricio; tan pronto el joven Galicia vio a Elizabeth, soltó el pedazo de pan tostado que tenía en su mano y se levantó para irse.

-¡Siéntate, Daniel! -le ordenó Josué, luego volteó a Elizabeth para saludarla y decirle: -Apresúrate y desayuna, Elizabeth. Alexánder los llevará a los dos a la escuela en un rato.

Daniel parecía estar molesto.

-¿Por qué? ¡Yo no quiero ir a la escuela junto a ella!

Josué le contestó de manera insistente:

-Eso no lo decides tú, muchacho.

Daniel tomó un enorme bocado de su pan tostado sin volver a decir una palabra. Él pudo discernir que su plan había fracasado cuando Elizabeth apareció sin un rasguño; y si eso no era lo suficientemente miserable para él, ahora tenía que ir a la escuela junto a ella de ahora en adelante. Ante esa idea, él le dio unos cuantos mordiscos más a su pan tostado.

«Ya que esa trampa no funcionó, ¡intentaré otra cosa!»

Planeó Daniel en su cabeza.

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