—¡Buenas noches!
Un beso cayó en la mejilla junto con la suave voz de José.
Daniela cerró los ojos temblando. Las respiraciones y sus latidos, sin embargo, nunca lograron calmarse.
¿Buenas noches? ¿Cómo podría dormir en paz?
—¿No puedes dormir?
En sus oídos se escuchaba el ronco murmullo de José.
Daniela tomó un profundo aliento, abrió los ojos y respondió con sinceridad:
—No puedo dormir cuando estás así...
Ante estas palabras, José, sin embargo, sonrió significativamente,
—Si no quieres dormir, podemos hacer otras cosas.
Daniela emitió un grito y su cuerpo se encogió de miedo. Tratando de escapar, fue sujetada fuertemente en sus brazos.
—¡No... no!
—Entonces quédate acostada.
—¡Las otras dos palabras funcionarán mejor que el «lo siento»!
Daniela se congeló, recordando de repente lo que había dicho en el baño, y frunció el ceño.
Detrás de ella, José la abrazó más estrechamente y su voz perezosa sonó a sus oídos con un murmuro.
—¡Dilo o hazlo, tú eliges!
La estaba forzando de nuevo.
Daniela apretó los dientes con fuerza. Sólo había dudado un segundo y la castigó por eso.
—¡Ah... te quiero!
—¡No puedo escucharte!
—Te quiero, ¡te quiero!
—¡No es suficiente!
Se sobresaltó y la mano de José ya se puso alrededor de su cintura.
—¡Dilo! Lo que dijiste anoche.
—Oh... ¡te quiero, José!
Daniela se había comprometido completamente, pero no sabía que la frase que le salió iba a inducir un peligro.
José la abrazó con fuerza y se rio con voz ronca,
—El amor requiere la acción. Daniela, ya que me amas, ¡hazlo conmigo!
—¿Qué has dicho? No...
Ella gritó, pero era demasiado tarde.
En el momento en que Daniela se dio cuenta del peligro, su cuerpo fue levantada de forma inesperada y sentada en el fregadero. José, cuya peligroso aura impregnaba su cuerpo, se situó frente a ella, aprisionando su nuca e inclinándose para besarla, y era un beso frenético que la dejó sin aliento.
Le quitó la fina camisa blanca y sus manos recorrieron libremente su cuerpo.
En este momento peligroso de que el miedo le casi inundaba, Daniela cayó en su amable trampa sin previo aviso, perdiendo la cordura.
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