¡SUÉLTAME, DIABLO! romance Capítulo 82

Sólo le quedaba el dolor al cuerpo.

En este instante, Daniela pensó que se desmayaría por eso, pero lo que la asustó fue que todo seguía sucediendo con tanta claridad.

Sin embargo, José no se moderó en lo más mínimo. La mordió hasta que la boca inundó el olor a la sangre antes de levantar los ojos para mirarla cruelmente.

—Daniela, ¿te duele?

—Loco... Ah...

Mientras gritó lastimeramente y luchó por resistirse, todo su cuerpo estaba temblando de dolor.

José la observó sufrir sin siquiera parpadear y esbozó una sonrisa,

—¿Sabes que te equivocaste?

—¿Cómo me equivoqué? José... eres un diablo...

Su voz era tan ronca y ella estaba incapaz de llorar.

Ante estas palabras, José sonrió más aún cruelmente. Sus dedos le pellizcaron fuerte la mandíbula, dijo palabra por palabra:

—Sí, yo soy el diablo, y tú traicionaste al diablo, ¡tienes que ir al infierno! Daniela, ¿no pensaste en esta consecuencia cuando lo hiciste?

—¿Cuándo... te... traicioné?

Daniela tenía tanto dolor que su discurso actual era intermitente.

Pero de repente él dejó de moverse y así le dio a ella un momento para recuperar el aire.

Sin embargo, José no la dejó, sino que la miró desde arriba y le preguntó:

—¿Crees que realmente no te vigilé? ¿Con qué hombre estuviste ayer por la tarde? ¿Cuál es su relación con él?

—¡Él... Sólo somos amigos!

Daniela ni siquiera sabía por qué estaba tan enfadado.

Pero no estaba satisfecho con su respuesta.

—¿Amigos? Daniela, ¿realmente crees que no me atrevo a estrangularte?

—José... suéltame...

—¡Esto es un castigo!

José estaba completamente enfurecido y en sus ojos sólo se veía un odio brutal.

La luz de la mañana borró la visión.

En este momento, Daniela se acurrucó sobre el escritorio sin poder distinguir ya de dónde provenía el dolor, y aún más desdichado era su corazón herido.

Pero el hombre que tenía encima de ella seguía negándose a soltarla.

—¡Daniela, recuerda este dolor, esto es la traición!

Había un ligero temblor en su fría voz, que se sabía si era odio o miedo.

El mundo de Daniela había dado un vuelco.

Debido a su extrema tortura, ya no tenía fuerzas para luchar e incluso su voz era ronca.

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