Te Quiero Como Eres romance Capítulo 106

Diego entró, sintiendo que la temperatura en el interior como si fuera varios grados inferior a la del exterior.

Solo cuando se acercó, vio que Carlos estaba mirando perdido su teléfono en horas de trabajo.

Echó un vistazo a la pantalla del teléfono y parecía era una foto tomada en un autobús...

—Sr. Aguayo...

Pero el teléfono de Carlos sonó de repente.

Él miró las palabras de la pantalla:

Micaela.

Era un nombre que amaba y odiaba al mismo tiempo.

«¿Ha pasado una semana y por fin estás dispuesta a llamarme?»

Si no hubiera hecho algunos trucos, ¡no sabía cuánto tiempo habría tardado!

Le dio una tarjeta negra a ella pero esta incluso le devolvió el dinero del teléfono y la renovación de la casa, tratando de romper completamente con él.

—¡Diego, contesta. No importa lo que diga, responde para que ella hable conmigo en persona.

Diego se sorprendió un poco, pero iba a coger el teléfono del escritorio...

—¡Espera!

De repente, Carlos volvió a coger el teléfono y se lo puso en la oreja sin hablar.

También hubo silencio al otro lado y, tras un largo rato, salió una tímida voz.

—Carlos...

Ese suave tono de voz, era la más melodiosa que se había escuchado en esta semana, pero no era suficiente.

Puso el altavoz y le pasó a Diego:

—Srta. Noboa —Diego se apresuró a responder.

Cuando ella escuchó la voz de Diego, no pudo evitar sentirse un poco decepcionada.

«¿Él no quiere responder a mi llamada?»

—Sr. Aguayo está en una reunión.

—Pues, yo...

—Si tienen algo que decir, ven a hacerlo en persona.

Kiki aparcó el coche, y Micaela bajó. Mirando los vehículos en la carretera, se le ocurrieron la cara de Carlos y sus palabras de Diego:

—Tus palabras han entristecido a Sr. Aguayo...

No podía acudir a él porque no había descubierto cómo enfrentarse a él.

—Espera...

Si realmente era Carlos quien provocaba el desplome de la bolsa de la familia Alba,no podía quedarse de brazos cruzados.

—¿Dónde está él?

Diego respiró aliviado. Se apresuró a decir la dirección de la empresa, miró a Carlos e inmediatamente dijo:

—¡Voy a recibirte!

—Gracias, voy a tomar un taxi, chao.

Micaela colgó el teléfono y se volvió hacia Kiki y Ana:

—Lo siento, tengo algo que hacer.

—Está bien. ¿A dónde vas? Puedo acompañarte.

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