Te Quiero Como Eres romance Capítulo 114

Justo cuando sus labios estaban a punto de encontrarse, ¡el móvil de Micaela volvió a sonar!

Micaela empujó a Carlos inconscientemente. Carlos frunció el ceño. ¿Quién llamó a Micaela y estropeó la atmósfera entre ellos?

Micaela se dio la vuelta y sacó su móvil. Esta vez ella miró el identificador de llamadas. Era Alba y la contestó. Antes de que comenzara a hablar, Alba le dijo emocionalmente:

—¡Imagínate! ¡Micaela, eres increíble! ¡Apareces en los titulares de los medios! ¡Eres excelente!

Micaela no pude evitar alejar más el teléfono, pensando que debería bajar el volumen del auricular.

—Qué va...

—Mírate. ¿Por qué no quieres admitirlo frente a mí? Solo llevaste una máscara media y cubriste los ojos, entonces no es difícil para mí reconocerte, ¿verdad? ¡Aun cuando me muestres una espalda, te reconoceré de inmediato!

Al escuchar lo que dijo Alba se sintió avergonzada.

Pero Micaela todavía estaba un poco conmovida.

—No se esperaba que yo lo previera correctamente. Realmente pasó lo que había dicho que tú y Adriana compitieron en el mismo escenario. ¿Has visto el video? Ella está parada a tu lado, ¡cuya expresión me hará reírme durante todo el año!

Al escuchar que Alba le dijo con alegría, Micaela también se vio afectada por su estado de ánimo. Sonriendo levemente, Micaela trajo empujando a Carlos a la mesa del comedor y le pidió que desayunara.

Alba estaba tan feliz que habló sin cesar, y Micaela no pudo interrumpirle en absoluto.

—Tienes que reconciliarte con el Sr. Aguayo cuanto antes. Te hizo todo por ti. No seas tan arrogante, ni te preocupes por la posición desigual entre vosotros...

Micaela se quedó confusa. ¿Qué hizo Carlos para ella?

Justo cuando estaba a punto de preguntar, Alba siguió hablando sin prestar atención a nadie:

—Ahora el Internet está tan desarrollado. Como causaste una gran sensación, es lógica que deberías haber estado encontrado por público ayer por la tarde, pero ya ves, has estado en la tendencia durante más de diez horas, y no exponen nada la información tuya. ¡Esto no es algo que las personas comunes puedan lograr!

Micaela miró con una expresión complicada a Carlos, quien se concentraba en pelar las cáscaras de huevo sentado a la mesa. Puso el huevo pelado directamente en el plato de Micaela, y peló otro.

Con un traje negro, Carlos era muy noble, aunque estaba pelando los huevos. Este hombre le había dado tanta ayuda a ella sin decir nada, pero ella no lo sabía.

El corazón de Micaela estaba lleno de emoción.

Alba sigue hablando sin cesar:

—Y, ¿sabes qué marca de ropa llevaste ayer? ¿Quién la diseña? ¡Por Dios! ¡Me quedo sorprendida de veras!

¿La marca de falda? ¿Y el diseñador?

Micaela de repente recordó la voz del presentador en el televisor unos minutos antes:

—Este vestido diseñado por James complementa su belleza...

James?

¡Micaela lo recordó de repente!

La última vez que ella estuvo en una cafetería, debido a la falda especial que le regaló Carlos, ¡vio a este diseñador con sus propios ojos!

Micaela no volvió a recuperar los sentidos hasta que escuchó unos ruidos. Vio a Carlos, quien estaba sentado frente a ella, que tomó un vaso de leche y se lo llevó cerca de los labios de ella. Micaela tomó un sorbo tímidamente. Carlos ya había cortado el huevo en pedazos pequeños y entregárselo con un tenedor, y Micaela no tuvo otro remedio que abrir la boca.

Carlos levantó las cejas, y parecía que disfrutaba de servirla.

—¡Micaela, es el Maestro James! ¡Un genio en el área de diseño! —Alba, al otro lado del móvil, estaba hablando con entusiasmo.

Micaela se precipitó a tomar el vaso de leche que Carlos entregó a sus labios, la bebió y se sonrojó.

—Por cierto, ¿Es verdadero que Adriana va a vender el orfanato? ¿Cómo planea este asunto? ¿Quieres que pido a mi hermano...

Justo cuando Micaela estaba a punto de responderle, escuchó que su móvil sonó de nuevo. Alguien le estaba llamando. Lo miró rápidamente. ¡Era la mamá Directora!

—Alba, me estás llamando la mamá Directora. Hablaré contigo cuando yo esté libre. ¡Cuelgo la llamada!

Alba dijo que lo entendió. Además, dado que el Sr. Aguayo estaba a su lado, definitivamente él no podía observar aparte con los brazos cruzados sin ayudarla. Sin duda alguna Carlos era más confiable que su propio hermano, por eso inmediatamente colgó el teléfono.

Micaela llamó apresuradamente a la mamá Directora, pero nadie contestó.

Carlos salió de la cocina, vio a Micaela acercándose a él ansiosamente. Micaela lo agarró del brazo y dijo con preocupación.

—Carlos, Adriana habría llegado al orfanato ahora. La mamá Directora me acaba de llamar, pero no logró contestarla a tiempo. La llamé de nuevo, pero nadie respondió...

Carlos se inclinó la cabeza. De hecho, no hacía falta ir al orfanato con tanta prisa, pero no quería que Micaela se metiera en ansiedad, por lo que recogió su abrigo del sofá y tomó la mano de Micaela:

—Vamos. Salimos al orfanato ahora mismo.

Se subieron al auto de Carlos y fueron directamente en dirección al orfanato. Micaela todavía estaba muy inquieto y seguía llamando a la directora, pero nadie respondió. Micaela estaba pensando ansiosamente si Adriana le habría hecho algo terrible...

Carlos sostuvo el volante con una mano, extendió otra para tomar la de Micaela y la consoló:

—No te preocupes. Adriana no puede hacer nada, tienes muy claro el propósito suyo.

Micaela miró el perfil perfecto de Carlos y se sintió mucho más tranquila instantáneamente.

—Carlos, gracias...

—Te lo dije antes. No me digas las gracias. Dime otras palabras, ¿vale? —Carlos miró a Micaela y dijo tranquilamente.

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