Te Quiero Como Eres romance Capítulo 123

Pensándolo, Claudia se puso más enojada.

—Oye, guapo, no te dejes engañar por Micaela. He llevado cuatro años siendo su compañera de clase. No tiene buena reputación, por eso, Marcos la dejó —queriendo desvelar la historia de Micaela, Claudia le gritó directamente a Carlos.

Carlos le respondió con una mirada fría, como si fuera una espada afilada, que le produjo un escalofrío y le calló.

Esa mujer tan insensata…

Entonces, Carlos miró hacia Micaela amorosamente.

—No importa. Solo ella quiere mantenerme —murmuró.

«¡Yo también te mantendría!»

Pero Claudia contuvo lo que pensó.

Por su apariencia atractiva y su nobleza revelada, ella renunciaría a Joel para obtenerlo, si Carlos no quisiera a Micaela.

Esta aura del glamour, definitivamente, ¡no podía emanar de un hombre que necesitaba que una mujer lo alimentara!

Ni siquiera las dependientas creían que este hombre tan macho fuera un galán.

—Así, ¡pues llévalo a la cena de graduación para que lo conozcamos! —sintiendo la superioridad, Joel dijo a Micaela con desprecio.

—Claro, ¡lo llevaré! —Micaela le respondió sin duda alguna.

De todos modos, ella no iría. Lo dicho solo era una excusa.

«¿Cena de graduación?»

Carlos lo guardó en el corazón y sonrió mirado a Micaela. Pensó que también era encantadora cuando se mostró indomable.

—Joel, aquí las ropas no te quedan bien, que no reflejan tu temperamento. ¡Vamos a la otra! —como no podía aprovecharse de nada aquí, por lo tanto, Claudia dio un pretexto para salir.

—Micaela, nos vemos en la ceremonia de graduación.

—Esperad —Carlos los detuvo cuando los dos estaban por irse—. No es el hijo único en los Campos y no se sabe quién heredará Grupo Campos, ni si quiera decir si habrá la cuarta gran familia en Teladia. La crítica de mi Micaela la veo muy claro, no es necesario que determines cómo es.

Al escuchar todo, Joel y Claudia se quedaron sin palabras porque todo lo que dijo era verdad. Solo tuvieron que salir desanimadamente.

Micaela miró a Carlos con mucha adoración mientras su corazón latía muy rápido.

«La crítica de mi Micaela la veo muy claro, no es necesario que determines cómo es...»

—Chiquita, ¿soy pertenecido?, ¿acaso no es pertenecido de ti? —Carlos bajó la cabeza y la miró sonriendo.

Enrojecida, Micaela bajó los brazos en jarras y entró el probador para recoger la ropa probada por él.

La dependienta inmediatamente sacó una bolsa en la que Micaela puso la ropa de Carlos con sus propias manos, cuando Carlos estaba observando todo porque a él no le gustaba que otras personas tuvieran contacto con sus propios objetos.

«Esta chiquita es cuidadosa.»

Para despedirse de ellos, las vendedoras los siguieron con la mirada por la puerta hasta perderles de vista.

—¿Os habéis dado cuenta de que aquella señorita bonita que acaba de salir se parece mucho a la última invitada de la pasarela de Garza Blanca de ayer? —de repente, una de ellas exclamó al darse una palmadita en la cabeza.

—¡Efectivamente! —pro fin, algunas reaccionaron.

***

Con un vestido casual, ya no se notaba tanto el temperamento serio de Carlos.

Andando en la muchedumbre del centro comercial, los dos se veían como una pareja enamorada que salía fines de semana. Ya no eran tan llamativos.

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