Te Quiero Como Eres romance Capítulo 156

—Bueno, Diego, has trabajado todo el día. Ve a descansar ya —Carlos le dijo con un tono innegable.

Carlos sabía que su asistente empezó a ocuparse en el trabajo con él mismo tan pronto como llegó a este país. Después de la reunión comercial con el socio, él descansó un buen rato, pero Diego todavía siguió con el trabajo de organizar la fiesta de cumpleaños en el salón.

Percibiendo el tono serio de Carlos, Diego sabía que su patrón estaba preocupado por su cuerpo, por eso asintió con la cabeza, pero antes de marcharse, le recordó a su señor:

—Por favor déjeles seguirles a usted y a la señorita Noboa todo el tiempo.

Los que mencionó Diego se referían a aquellos 4 guardaespaldas.

Ahora estaban en un país desconocido, la Nación Mangzarent, en vez de Teladia, donde era la zona de influencia del Grupo Aguayo, por eso había que ser más cauteloso.

Al ver que Carlos le asintió ligeramente con la cabeza, Diego se dio la vuelta y se fue del salón.

—Alba, ven y siéntate aquí.

Micaela dio un paso adelante y la tomó del brazo a Alba hacia la mesa rectangular. Había visto el asiento donde estaba sentado Carlos, por eso Alba conscientemente se sentó en la silla al frente del asiento de Carlos, y luego la tiró del brazo a su amiga con la intención de que ella se sentara a su lado. Sin embargo, Carlos, quien estaba sentado a su frente, le dijo suavemente a Micaela:

—Cariño, siéntate a mi lado.

Al escuchar las palabras del hombre, Micaela tomó el asiento al lado de este, obedientemente.

«Por Dios, esta Micaela ya se ha olvidado de su mejor amiga después de tener novio.»

Las dos chicas no se había visto durante mucho tiempo, naturalmente estaba muy felices encontrándose en otro país y tenían mucho que charlar.

Mientras las dos hablaban alegremente, Carlos estaba sentado quietamente al lado de Micaela, cortaba bien el bistec en trozos pequeños para ella. A su vez, Micaela comió un trozo, descubrió que era muy delicioso y llevó un pedazo al hombre con el tenedor exclamando:

—Carlos, este bistec es súper rico, pruébalo...

Antes de terminar sus palabras, Micaela detuvo el tenedor abruptamente en el aire porque se dio cuenta de que su movimiento era demasiado íntimo y cariñoso y que su mejor amiga estaba sentada enfrente.

Carlos esbozó una sonrisa leve, se acercó al tenedor colgado en el aire, comió ese trozo de bistec y luego contestó con su voz baja a la mujer:

—Sí, es muy delicioso.

Alba se conmovió mucho cuando vio que los dos estaban tan cariñosos.

«Afortunadamente, le he animado a Micaela a aceptarlo a ese hombre en ese momento. Ahora Micaela es mucho más alegre que antes estando con este Carlos.»

Para aliviar la vergüenza de su amiga, Alba abrió la boca con toda naturalidad:

—¡Claro que es muy exquisito! Micaela, este es el bistec de primera de Kobe de Japón.

Al oír la explicación de Alba, la atención de Micaela se desvió inmediatamente.

Después de una pausa, Alba siguió diciendo:

—Mira, este plato es foie gras y debe de provenir de Clsace de Kansa. Esto es trufa negra y ese plato es caviar negro... ¡Todos los platos sobre esta mesa son muy caros!

Después de escuchar las palabras de esta, Micaela se sintió aún más emocionada. Este hombre le había llevado especialmente a este país y había invitado a su mejor amiga en secreto, solo para darle una sorpresa y celebrar su cumpleaños.

Al percibir que su mujer estaba a punto de llorar otra vez, Carlos se apresuró a decir:

—Tontita, no llores más. Me da mucha pena verte llorar. Come algo, ¿vale?

Alba sonrió suavemente al ver que los dos estaban demostrando sus afectos públicamente.

Después de terminar los platos principales, Alba, quien le gustaban los dulces, inmediatamente sugirió que se cortara la tarta.

«¡Esta tarta delicada debe de saber muy bien!»

Efectivamente, la tarta era muy blanda y rica, que se derritió inmediatamente al entrar en la boca y dejó un aroma constante. A las dos chicas les encantaba tanto que comieron varios trozos sin tener ninguna preocupación de engordarse. Micaela miró de reojo a Carlos y vio que él ni siquiera tocó la porción que le había cortado, por eso le recomendó:

—Carlos, pruébala, ¡realmente es muy deliciosa!

El hombre le explicó negándose:

—Es que no me gustan mucho los dulces.

—Prueba un poquito, no es muy dulce —insistió Micaela.

El hombre, quien parecía estar vacilando, se acercó a ella y dijo:

—¿Sí? Entonces tomo un bocado...

Dicho esto, se inclinó, la besó a Micaela en los labios, donde todavía había alguna crema restante, y le susurró al oído:

—Sí, sabe muy bien y ya estoy adicto.

A un lado, Alba ya sacó su móvil y les tomó unas fotos cariñosas. ¡Los dos realmente eran muy fotogénicos!

Micaela apresuradamente apartó al hombre y miró pasmada a Alba, con el rostro muy sonrojado.

—Basta ya, por favor, dejen de demostrar sus afectos en público. ¡La banda y yo todavía estamos presentes!

Justo cuando Micaela quería decir algo, de repente sonó el teléfono de Carlos. Este último sacó su celular, vio que era un número desconocido. Sin embargo, cuando él quería colgar directamente de repente, recordó que había marcado este número. ¡Este número era de Katarina Carballo!

Carlos se puso de pie de inmediato y se excusó:

—Disculpen, voy a recibir una llamada.

Alba, quien había estado esperando que el hombre se fuera y dejara a Micaela estar a solas con ella, le contestó:

—Por favor, tómese su tiempo necesario, señor Aguayo.

Luego, Carlos se dirigió al ventanal no muy lejos para contestar a la llamada.

Micaela ojeó el piano de la banda y dijo a Alba:

—Alba, ¿crees que puedo tocar el piano?

Esta última se quedó un poco sorprendida y preguntó:

—¿En serio? ¿Por qué no te he oído mencionarlo? ¿Cuándo has aprendido a tocarlo?

—En esa memoria que perdí, el profesor de piano dijo que yo había aprendido a tocar el piano desde pequeña y lo abandoné después de ese accidente de mis padres.

Pensando en que sus padres ya se habían ido y que solo ella se quedaba en este mundo, Micaela no pudo evitar sumirse en una tristeza profunda...

Mirando la expresión melancólica de su amiga, Alba le consoló con un tono tierno:

—Si tus padres supieran que hay un hombre que te ama y te cuida, se alegrarían y se descansarían en paz. Micaela, ese Carlos, realmente te trata muy bien. ¡Creo que lo mejor que he hecho hasta el momento es haberte animado a estar con él!

Micaela se puso una cara un poco sonroja y dijo en voz baja:

—Alba, muchas gracias por todo que has hecho por mí. De lo contrario, yo no habría podido dar el primer paso en esta relación.

Al oír las palabras de Micaela, Alba le preguntó con algo de sorpresa:

—¡No me digas! Por lo que conozco de ti, siempre has sido una persona inactiva e introvertida en el amor. ¿Estás segura de haber dado un paso? ¿No es ese señor Aguayo quien ha estado tomando la iniciativa en esta relación contigo?

Micaela se puso aún más avergonzada y refutó:

—¡Claro que lo he hecho! ¡Agregué su cuenta de WhatsApp primero!

Alba estalló de risas al oír su respuesta.

Micaela sintió un poco más de vergüenza y dijo en serio:

—Como has dicho, es verdad que es él quien siempre ha estado tomando la iniciativa y cuidando de mí, pero quiero que sepas que de ahora en adelante, ¡me esforzaré por volverse madura y por llegar a la misma altura que él!

Alba miró de reojo a Carlos, quien estaba de pie no muy lejos, y supuso que él debía de escuchar las palabras de su amiga porque estaba sonriendo muy felizmente.

Efectivamente, Carlos lo oyó todo que había dicho Micaela y se dijo a sí mismo mentalmente:

«Chica tonta, mientras des un paso adelante hacia mí, ¡caminaré corriendo por ti!»

Al momento siguiente, muy determinadamente, Micaela se puso de pie y se acercó paso a paso a la banda.

Alba se quedó asombrada al verla a ella caminar firmemente hacia donde estaba el piano y hablar de algo con el pianista. Después este último se levantó de la silla y Micaela tomó el asiento.

«¿Acaso ella quiere tocar el piano?»

Tanto Alba como Carlos pusieron los ojos fijamente en Micaela, quien se levantó los dedos y cerró lentamente los ojos. En este momento, un hombre de la banda tocó el saxofón, y luego Micaela, al son de este, empezó su interpretación en el piano.

En este momento, un guardaespaldas que estaba detrás de ellos dijo de repente:

—Señorita, es porque...

Carlos le echó una mirada fría y el guardaespaldas fuerte y alto se calló de inmediato.

—Porque quiero darte la felicidad más única de este mundo y porque no quiero compartir tu sonrisa con nadie más —Carlos le susurró suavemente a su oído.

Micaela puso una cara sonrojada al instante y dijo con voz baja:

—¡Eres demasiado dominante!

El hombre sonrió ligeramente, la tomó de la mano y siguió caminando hacia adelante mientras hablaba:

—Sí, soy dominante, por eso tienes que acostumbrarte a mí, ¿entiendes?

Micaela avanzó obedientemente con el hombre hacia adentro del parque.

—¿Quieres montarte en el tiovivo? —Carlos se dio la vuelta y preguntó a Micaela al ver el carrusel que se giraba a su frente.

La mujer asintió con mucha emoción.

El personal les abrió la barandilla y los dos entraron. Primero Carlos le ayudó a ella a montarse en el caballo de madera, luego se sentó detrás de ella mientras la abrazaba en la cintura.

Micaela se quedó muy avergonzada y le preguntó:

—Hay tantos asientos vacíos allí. ¡¿Por qué tienes que montarte en el mismo caballo conmigo?!

—Porque quiero estar sentado contigo —Carlos le contestó simplemente.

Micaela se quedó sin palabras por un momento.

Después de que los dos se sentaron bien, el carrusel empezó a dar vueltas. Micaela estiró los abrazos y sonrió felizmente. El hombre le preguntó en voz baja y dulce a su espalda:

—¿Te gustaría que te llevara yo a montarte en un caballo verdadero la próxima vez?

—¡Sí! —la mujer dijo sin ninguna demora.

De repente le entraron a Micaela ganas de compartir todo lo que se guardaba en el pecho con Carlos y lentamente le dijo:

—No recuerdo nada antes del accidente de tráfico, por eso no sé si mis padres me han acompañado alguna vez a entretenerme a algún parque de atracciones. Pero sé que nunca he ido a ningún parque de entretenimientos después de regresar a la familia Elvira del orfanato. Cada vez que Marta llevaba a Adriana a jugar en parques de atracciones, nunca me dejaba ir con ellos...

Micaela dio una pausa y siguió hablando:

—Andrina solía presumirse de lo divertida y alegre que estaba cada vez que regresaba de parques de atracciones y yo sentía mucha envidia. Es una pena de mi infancia que nunca he ido al parque de entretenimiento.

Carlos se quedó un poco angustiado después de escuchar las palabras de la mujer y le contó un secreto suyo:

—En realidad, tampoco he estado en ningún parque de diversiones desde pequeño, por eso, se puede decir que hoy hemos cumplido nuestro deseo de la infancia juntos.

Micaela mostró una expresión increíble y preguntó:

—¿En serio? ¿Realmente tampoco te has entretenido en ningún parque de diversiones antes?

Al segundo siguiente, Micaela pensó de inmediato que Carlos debía haber sido cultivado estrictamente como el heredero de la familia Aguayo desde niño y que debía no tener tiempo libre como otros niños para jugar despreocupadamente.

Por lo tanto, desde niño, él siempre mostraba una expresión seria e indiferente con otros.

Carlos no quería seguir este tema tan pesado, por eso intentó hablar con un tono ligero:

—¡Entonces, cariño, ven y jugar conmigo desocupadamente!

Después, los dos casi experimentaron todas las diversiones del parque, incluida la emocionante montaña rusa. Sus risas alegres se extendieron por todo el parque...

Micaela miró con mucha emoción y gratitud a Carlos. Si él no hubiera reservado todo el parque, ahora este lugar debería estar lleno de gente haciendo cola y les habría sido imposible terminar todas las atracciones en una sola noche.

—Carlos, ¿qué hora es ahora? —preguntó casualmente Micaela, quien todavía quería montarse en la noria.

Carlos echó una ojeada a su reloj de pulsera y dijo:

—Es casi la una en punto.

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