Micaela tomó su teléfono con sospecha y vio que estaba reproduciendo un video:
Parecía que era anoche, Micaela estaba acostada de lado de la cama en pijama, sosteniendo una almohada en sus brazos, y luego Carlos sacudía suavemente sobre sus hombros diciendo:
—Despierta bella durmiente.
—Levántate, ¿quién dijo que quería recoger a su amiga?
—Si no te levantas, llegarás tarde.
En el video, Micaela se dio vuelta sosteniendo la almohada y murmuró:
—No me molestes, quiero dormir...
Hasta aquí terminó el video, sus ojos nunca se abrieron desde el principio.
Micaela estaba atónita, lo que dijo Carlos era verdad, no fue a recoger a Alba porque no quiso levantarse de la cama.
Al instante se quedó muy arrepentida:
—¿Qué puedo hacer, Alba estaría enojada o no?, soy totalmente una irresponsable, ni siquiera la había llamado...
Carlos tomó el teléfono, acariciaba su cabeza diciendo:
—No te preocupes, ya le dije a su hermano que la recogiera anoche.
De hecho, no quería que se despertara, creía que se merecía un buen descanso para practicar en Brillantella hoy.
Micaela suspiró aliviada, abrazó la cintura de Carlos y dijo con gratitud:
—¡Qué bueno que su hermano fue a recogerla, bien hecho!
El repentino abrazo hizo que Carlos la abrazaba más fuerte.
De repente, Micaela se dio cuenta de que aún no se había cambiado de ropa ni lavarse, y cuando quiso soltarse de los brazos se escuchó sonar el timbre de la puerta.
—¿Quién vendría tan temprano?
Micaela quiso levantarse para abrir la puerta, pero fue detenida por Carlos, le hizo un guiño indicándole que revisara su ropa:
—Vete a cambiar tu ropa.
Micaela entonces recordó que no llevaba ropa interior...
Entonces corrió avergonzada hacia su habitación.
Carlos fue a abrir la puerta.
Era Alba sosteniendo el desayuno que compró de Salas Caribe. Se sorprendió un poco al ver que fue Carlos quien abrió la puerta...
Aunque ya había imaginado que podría ser Carlos quien abriera la puerta, en el momento en que vio su hermoso rostro, no pudo evitar que su corazón latiera más rápido y lo saludó sin pensar:
—Hola, Sr. Aguayo, ¿se levantó tan temprano?
Carlos tomó el desayuno y respondió a la ligera:
—Tú llevas la delantera.
Alba se cambió los zapatos, entró y recorrió con la vista alrededor. Ya había visto la nueva casa de Micaela en el video la última vez, pero mirándola ahora, en comparación con la primera vez que vino aquí, los cambios eran asombrosos.
Carlos puso el desayuno en la mesa del comedor cuando escuchó que ella le habló:
—Es que tenía muchas ganas de venir a ver mi mejor amiga.
Carlos no dijo nada y se fue a la habitación de abajo y Alba aprovechó a ver si Micaela estaba en esa habitación o no...
En ese momento, la puerta de arriba se abrió y salió Micaela.
—Carlos, ¿quién llamó la puerta?
Cuando vio a Alba parada frente a la mesa del comedor de abajo, no pudo evitar a gritar:
—¡Alba! ¡Eres tú!
Bajó emocionada y le dio un fuerte abrazo a Alba:
—Lo siento, Alba, me quedé dormida anoche...
—Tranquila, ya soy una adulta, además, mi hermano vino a recogerme.
Mientras se abrazaban, Alba echó un vistazo a la habitación de arriba por donde salió Micaela, y luego miró hacia la habitación de abajo por donde acababa de entrar Carlos...
—¡Por supuesto que le di su merecido, una bofetada!
¡Este sí que era el estilo de Alba!
Antes de que Micaela pudiera reaccionar, Alba continuó:
—¡Pero ese bastardo no se rindió para nadas y se me acercó nuevamente!
Micaela estaba intensa de lo le iba a contar, preguntó parpadeando:
—¿Para qué?
Alba se sorprendió por el mal entendimiento de Micaela y la miró como si fuera un monstruo, entonces Micaela comprendió:
—¿Para besarte de nuevo?
Alba apretaba el pan que sostenía en su mano como si estuviera pellizcado al mismo hombre.
—¡Sí! Ese fresco no sabía con quién estaba metido, aunque mi hermano siempre ha sido frío conmigo, soy su hermana de todos modos, así que agarró al hombre y lo golpeó fuertemente.
Micaela estaba muy sorprendida por lo que pasó anoche.
En este momento, apareció un trozo de sándwich frente a Micaela, sin pensar ella lo comió y preguntó nerviosa:
—Entonces, ¿qué pasó al final?
Carlos se disfrutaba de ver el encanto de Micaela cuando estaba tan concentrada, hasta que no se dio cuenta de haber comido mucho...
Alba mordió con fuerza el pan que tenía en su mano:
—Mi hermano y ese bastardo fueron llevados por la policía.
—¡Qué!
Micaela se quedó estupefacta por este resultado dramático. Carlos le sirvió una cucharada de sopa y ella se la tomó igual, después de un rato, por fin se dio cuenta de que estaba disfrutando el servicio de Carlos todo el tiempo.
Instantáneamente, su rostro se sonrojó, miró a Carlos con resentimiento y dijo en voz baja:
—Déjame comer sola, Alba está aquí...
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Te Quiero Como Eres