Te Quiero Como Eres romance Capítulo 203

Antes cuando veía a las chicas bonitas como Alba, Ernesto les hacía un chasquido de dedos y silbido. Pero hoy su reacción era más enconada que antes.

¡Se levantó directamente!

Y Alba lo vio.

Los dos gritaron al mismo tiempo.

—¡Marimacho!

¡Todos se quedaron estupefactos!

Entonces Ernesto y Alba empezaron a disputar.

—¿Qué dices? ¡Soy muy joven y bonita! ¡Ciego!

—Sí, soy ciego, por eso ayer me creí que fueras una chica bonita y te besé. ¡Resulta que eres marimacho!

—¡Qué ironía! ¿Abusaste de mí y todavía tienes la razón? ¿Cómo piensas de la ley de Anlandana?

—¿Para qué sirve que regresas de la nación Mangzarent? Eso solo fue un beso de cortesía. Aunque no lo hubiera hecho bien, no deberías tratarme así. Mira, ¡tu huella palmar todavía sigue en mi cara!

—¡Qué gracias! ¡Esto es poco para ti! ¡Me arrepiento de que mi hermano no te haya golpeado!

Discutiendo, ¡los dos se acercaban hasta cara a cara!

—Ya que me has insultado tanto, hoy voy a mostrártelo... —diciendo, Ernesto abrazó a Alba…

¿Iban a pelear?

Incluyendo a Carlos, todo el mundo se desconcertó y se levantó rápidamente para detenerlos. Sin embargo, ¡de repente se paró!

Abrazando a Alba, ¡Ernesto estaba para besarla!

Ernesto todavía seguía siendo así…

¡Pum!

¡Se oyó un bofetón en la cara de Ernesto!

Ahora ya tenía huellas bisimétricas en ambas partes de la cara…

¡Todo el mundo se sorprendió mucho!

¡Leonardo y Olivia pensaron que Alba era realmente fuerte!

Micaela se apresuró a alejar a Alba de Ernesto. Pero ella todavía quería dar una patata a Ernesto. ¡Menos mal que él la eludió!

—¿Todavía quieres aprovecharte de mí de público?

—Ernesto, ¿qué estás haciendo? Antes no eras así. ¿No puedes cambiar otra manera de coquetear con las chicas? —Leonardo también intervino y le reprochó.

Incomprendido, Ernesto no supo qué hacer. Su cuerpo podía estar hincado si un mosquito lo picó. Ahora con dos huellas palmares en la cara, ¿cómo enfrentaría a la gente?

Ese maldito marimacho…

—Pues, señor Carlos, ¿ya podríamos servirles la comida? —el gerente habló después de mirarlos mucho tiempo.

—Sí —Carlos se frotó el ceño y dijo.

El gerente se retiró apresuradamente.

Micaela sentó a Alba, quien mostró un desprecio a Ernesto. Ajustándose, ella vio a él sentarse a su lado y se enfureció otra vez…

¡No quería sentarse con él!

Sin embargo, a la vista, el asiento junto a Carlos era para Micaela.

Parecía que el número de asientos ya estaba fijo, por eso, solo había pocas sillas a lo largo de la mesa.

Como la mesa era suficientemente grande y estaba lejos de él, ella lo aguantó.

—Bah, ¿quién quiere sentarse con el marimacho? ¡Me pierde el apetito! —Ernesto dijo arrogantemente.

Descontenta, Alba lo miró fijamente y vio las huellas hinchadas a ambos lados de su cara, por lo cual se rio ella…

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