Marcos se sintió desalentado antes de que se animara…
¡Adriana y Marta se sorprendieron mucho de que Micaela se hubiera cambiado tanto en menos de dos meses!
¡Estas palabras que dijo ella asustaron a Marta!
Pero a Adriana le provocaron el rencor.
Ella no podía hacer nada con Micaela, ¡porque Carlos era demasiado poderoso!
Finalmente, Sergio se puso de pie y dijo en un tono sincero.
—Micaela, siempre eres simpática desde que eras niña. Los Elvira te debemos…
—¡Inútil! ¿Qué tonterías estás diciendo? No le debo nada. Es que ella es sinvergüenza… —Marta exclamó.
—¡Cállate! —Sergio gritó.
Marta se calló enseguida…
¿Hoy quería rebelarse él?
—Lo siento, Micaela. Soy inútil y te he hecho sufrir tanto. Me alegro de que hayas encontrado a tu amor. Hoy has venido aquí no solo para decir eso, ¿no? —sin importar el asombro que sintieron Marta y Adriana, Sergio miró a Micaela con amabilidad.
—Hoy he venido solo para recoger ese álbum —Micaela se sintió un poco conmovida.
—Bien, te lo doy —sabiendo el álbum a que se refirió, Sergio estaba para subir al piso arriba.
—Hijo de puta, ¿quieres rebelarte? Qué inútil eres… —Marta lo detuvo agarrando su brazo.
Sergio se quitó de ella con tanta fuerza que Marta retrocedió unos pasos.
Adriana se adelantó a apoyarla y vio que Sergio estaba muy enojado.
—¿Acaso no sabes por qué soy tan inútil? ¡No me obligues! —conteniendo la rabia, Sergio dijo.
Su furia dio mucho miedo a Marta y Adriana.
Sergio se volvió hacia arriba.
—¡Huf! ¡Qué dramático es! ¡Se pelea una familia! —Alba se contentó.
Como no estaba colgado la mano de Adriana, Marcos se dirigió a Micaela. Pero de repente fue agarrado por Adriana y Alba a través de ambos brazos.
—¿Qué quieres hacer? —las dos le preguntaron al mismo tiempo.
—Lo siento, Micaela —Marcos señaló que lo soltaran y miró a Micaela sinceramente.
A Micaela le asombró que él pareciera diferente que antes…
—No debería dejar a Adriana entramparte. No pensé que te perdería. E incluso pensé que podría estar con vosotras al mismo tiempo. Me da vergüenza lo que pensé en aquel entonces…
A Micaela y Alba les dio asco…
—Sé que ya es imposible que sea tu novio yo. Solo quería pedirte disculpas por haberte engañado tanto. He defraudado tu confianza en mí. Lo siento por haber intentado hacerte daño. Voy a cambiarme y tratarle bien a Adriana… En el futuro, solo te consideraré como una amiga y la hermana de Adriana…
Adriana se sorprendió y le pareció increíble…
—Pues, Micaela… —Marcos contuvo las palabras amorosas y dijo indecisamente— Discúlpame, por favor.
Alba estaba pensando en el objetivo de Marcos.
Sergio sonrió con mucha simpatía. Todo eso era destino. Si Micaela pudiera acordarse de todo, pues él también habría cumplido su promesa.
—Micaela, ¡ánimo!
—Alba, vámonos —sorprendida, Micaela miró a Alba.
Sergio se despidió de ellas. Marcos también quería hacerlo, pero Adriana lo impidió.
Ellas subieron al coche. Micaela vio que en el espejo retrovisor, Sergio estaba mirando a la dirección a donde se iban…
—Parece que Sergio sabe mucho. Además, no te trata mal. ¿Por qué no le preguntas sobre tu niñez? —Alba preguntó mientras conducía.
Mirando el álbum en la mano, a Micaela le dio miedo abrirlo. Sabía que al abrirlo ya podría saber cómo eran sus padres.
—No va a decírmelo. Le pregunté cuando era niña, y me dijo que todo eran mensajes de Dios, que no se podía obedecer. No importa cuántas veces le pregunto, la respuesta siempre es la misma —sintiéndose un poco nerviosa, Micaela le respondió.
—Por lo visto, todo lo que acabas de decir es cierto. Los Elvira han ocupado la propiedad que debería ser tuya, ¿no? —a Alba se le ocurrió lo que había dicho Micaela y preguntó confundida.
Alba no creyó en los pretextos de Marta.
Mirando las luces de neón retrocediendo fuera de la ventana, Micaela le explicó los datos dados por Carlos de una manera resumida.
—Ya pasó tanto tiempo. Los procesos de los Elvira están legalizados. Y no se puede recuperar eso a través de la ley…
Todo era el esfuerzo y sudor de su padre, así fue tomado por otras personas…
—No te culpes ya que eras muy pequeña y estaba herida en ese momento. Estuviste en el hospital tanto tiempo, no es tu culpa —entendido lo que estaba pensando Micaela, Alba la consoló.
—Hasta ahora he comprendido por qué mi tía me envió al orfanato. Así podría atribuir el grupo Noboa a ella misma en forma legal.
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