Alba dejó de hacerle bromas, lo que también le daba daño a sí misma.
Ella la llevó al lado de Carlos. Al ver a Micaela, el extranjero se sorprendió de su belleza.
¡La chica de Anlandana era tan bonita y linda!
Carlos se levantó e impidió la vista del médico.
—Es el experto cerebral del que te hablé ayer, Wade —Carlos miró a Micaela y dijo.
Luego se le presentó Micaela a Wade en inglés.
Wade se puso de pie y vio que Micaela le sonrió de cortesía. De repente, se quedó emocionado…
Con las cejas fruncidas, ¡Carlos se arrepintió un poco de haberlo invitado!
Observando su comportamiento, ¡por primera vez Diego encontró que Carlos sentía celos, aunque generalmente se mostraba frío!
—¿Cómo anda el asunto que te he encargado? —notando la mirada de Diego, Carlos le preguntó.
—Solucionado, señor.
Carlos se volvió y dijo a Wade que empezara.
Se fueron a la sala de examen.
Para demostrar el respeto y la atención a Carlos, los médicos especialistas y superiores administrativos ya los estaban esperando.
Carlos frunció el ceño. Enseguida Diego les hizo irse.
Tantas personas insignificantes solo iban a obstaculizarlos.
La sala de examen estaba bien equipada, donde había muchos equipos que Micaela y Alba nunca habían visto.
Casi llegó el mediodía después de una serie de exámenes. Viendo al médico hablando con Carlos sobre la radiografía, Micaela se apresuró un poco.
—Micaela, no te precipites. Han detenido al delincuente y no va a escapar. Ahora lo más importante es tu salud. ¿No quieres saber lo del pasado? —sabiendo en qué estaba pensando Micaela, Alba la consoló.
Micaela asintió y se relajó. Y miró a Carlos.
—¿Lo que dices significa que podrá acordarse de su infancia a través de medidas médicas? —Carlos preguntó a Wade en inglés.
Sentado en la mesa, Wade volvió a observar la radiografía.
—Yes —levantó la mirada y dijo en serio.
A Micaela y Alba las asombró mucho.
¿De verdad? ¿Se podía recuperar la memoria por medios médicos?
—Pero ella tiene que aceptar el tratamiento en mi hospital. Ya lo sabe usted, aquí no hay los equipos que necesito. Además, no estoy seguro de que pueda recuperar su memoria al cien por ciento. No puedo prometerle si pasara algo imprevisto, por ejemplo, la memoria que tiene ahora será afectada o algo así. Lo siento. Ustedes considérenlo bien si recibe el tratamiento —Wade siguió diciendo.
Carlos quería saber algo más. Pero al pensar que Micaela también estaba y no era conveniente preguntar más, asintió con la cabeza y le dijo que lo consideraría.
—Acompaña a Wade al hotel y cómprale un billete de vuelta —Carlos dijo a Diego.
Wade se despidió de Micaela y Alba antes de irse con Diego.
Micaela no entendió lo que hizo Carlos. Ella quería acordarse de su infancia y saber las cosas acerca de sus padres.
—Carlos…
—Chiquita, no te apresures. Cuando todo esté resuelto, así podrás estar libre para ir a Yakydiza, ¿no? —Carlos le explicó estregándole la cabeza.
—Recién querías ver al delincuente de ayer, ¿y ahora ya te apresuras a ir a Yakydiza? —Alba dijo.
—Señor, Señorita Micaela, todo eso es lo que debo hacer. Afortunadamente, está bien, señorita Micaela. Si no fuera así, no me merecería la confianza que me tiene el señor Carlos —Raúl dijo en serio conteniendo la risa.
—Señor, cuando me recupere, me esforzaré más por protegerles —al pensar que Carlos había transferido doscientos mil euros, Raúl dijo agradecidamente.
Carlos asintió con la cabeza y le dijo que descansara bien. Luego, llevó a Micaela y Alba al pabellón vecino.
El taxista tenía una pierna rota con escayola cubierta. Le habían hecho una operación. Y sus familiares estaban rodeando de él.
Ayer Diego les había hablado y prometido una gran compensación. Por eso, el taxista y sus familiares pensaban que el accidente no solo fue desgracia, sino también una fortuna, porque él podría alimentarse toda la vida sin necesitar conducir más.
Al ver que Micaela entró, el taxista la recibió con mucha alegría.
Micaela también se alivió porque se había creído que él la culparía. Pero ahora el taxista no la reprocharía sino agradecerla.
Después de visitarlo, los tres salieron del pabellón. Y Micaela miró a Carlos con más agradecimiento…
—¿Lista? Ahora vamos a ver quién te chocó —Carlos apretó la mano de Micaela y dijo en voz baja.
Micaela y Alba se miraron. Y Micaela asintió con firmeza.
Carlos las guio a otro pasillo, que era muy tranquilo como los pabellones superiores. Este pasillo servía para los pacientes en condiciones especiales.
También había guardias en las puertas de salas.
La policía prestaba mucha atención a este asesino premedito que quería matar a Micaela, por eso, había policías vestidos de paisano vigilando a la sala.
El primero al ver a Carlos, abrió la puerta respetuosamente.
Sonó el móvil de Carlos. Carlos lo miró y señaló a Micaela que entrara primero. Contestó la llamada y se alejó.
Después de hacer una respiración profunda, ella entró con Alba.
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